El muralista cochabambino René Reyes Pardo fue
considerado por los trabajadores de su tiempo como un pintor
revolucionario, porque expresaba la realidad sindical y social en sus
obras. Una buena muestra de su arte comprometido es el mural El
ferroviario en la lucha social, el único en Oruro pintado al fresco, que
relata la historia de la lucha de clases en Bolivia desde la colonia
hasta mediados del siglo XX. La obra, terminada en 1957, ha estado a
punto de ser destruida varias veces desde 1985 pero hoy se encuentra a
salvo, restaurada y a disposición de los amantes del arte y de la
historia en la estación central de ferrocarriles de Oruro, en el
corredor que lleva del vestíbulo al andén.
El
director de la Escuela de Bellas Artes de Oruro, Mario Medina Alarcón,
participó en la creación del mural pues, siendo niño, asistía como
alumno al taller de Reyes. Recuerda cómo el maestro estaba muy
interesado en seguir la línea marcada por los muralistas mexicanos,
igual que otros bolivianos como Miguel Alandia Pantoja y Gil Imaná.
Aparte del valor sentimental que para él y para los sindicalistas tiene
El ferroviario en la lucha social, Medina rescata su valor artístico y
se indigna al recordar cómo “irresponsablemente se intentó demolerlo en
varias oportunidades”.
Reyes siempre puso su arte al
servicio de la revolución social: “la gente pobre era su vida”, recuerda
su viuda, Rosa Rivas. Desde la revolución de 1952 se fortalecieron los
sindicatos obreros en el país y creció la conciencia social en toda la
sociedad, también entre los artistas. Así, Reyes se puso codo con codo
con los activistas y, como recuerda el exdirigente de los trabajadores
ferroviarios Johnny Sanabria, “no perdió ni un solo detalle de la
esclavitud y la revolución hecha por los trabajadores”.
Las medidas liberales aplicadas desde 1985 fracturaron buena parte de
los sindicatos y desmembraron muchos de los bienes de las empresas
estatales. Como parte de su indemnización, los ferroviarios que
perdieron su trabajo obtuvieron las viviendas de la Empresa Nacional de
Ferrocarriles (Enfe). La sede del sindicato donde se encontraba el mural
también fue convertida en vivienda. Los últimos propietarios fueron
conscientes de la importancia de la obra y, junto a sindicalistas y
estudiantes, consiguieron que las autoridades se interesaran en su
rescate.
Metáforas sobre la explotación
El mural expresa tres escenas de la historia política y social de
Bolivia, desde la colonia hasta mediados del siglo XX, y una alegoría
sobre el futuro del país. En la parte izquierda se representan todas las
lacras que el pueblo tuvo que sufrir en los centros de trabajo, en el
campo, en la minas y en las fábricas durante un largo periodo del
sometimiento: las injusticias sociales; la explotación abusiva y diaria
de las personas y de los recursos naturales; las constantes masacres que
sufrieron los pueblos indígenas; la represión y el exterminio de los
mineros y los obreros que, a pesar de ello, siempre siguieron luchando
por sus derechos. Todas estas realidades, muchas veces escondidas, se
muestran francamente al público en el mural. Reyes las representa
construyendo metáforas mediante la fuerza expresiva de las armas, las
cadenas y los rostros, y jugando con los planos, la profundidad, los
colores y las formas.
Valores ancestrales y progreso
En la segunda escena, ubicada en la parte central, Reyes posiciona a
sus personajes para expresar el fin del coloniaje y el inicio de la
Revolución de 1952. Una paloma simboliza la paz. Se muestra el rescate
de valores ancestrales, el auge de una nueva educación, el ingreso de la
primera locomotora en Bolivia (1892) durante el gobierno de Aniceto
Arce (junto a él se encuentra Germán Busch, héroe de la Guerra del
Chaco). También se presentan fragmentos de textos relacionados con estos
temas.
Un nuevo país que levanta esperanzas
En el tercer plano (lado derecho), el pintor tiene una visión futurista
de un país que va a desarrollar su economía. Esto será posible gracias a
la modernización de los sistemas de transporte y del trabajo agrícola
en el campo. También se ampliarían y mejorarían las industrias,
beneficiadas por el avance de la ciencia y de las tecnologías. En la
parte inferior del mural se contempla la culminación de este proceso y
los beneficios que suponen para la vida cotidiana de los trabajadores
bolivianos. Todos estos adelantos darán lugar al nacimiento de un nuevo
país, lo que Reyes representa pintando una familia joven que sostiene a
su recién nacido entre los brazos y lo mira con ilusión y esperanza. La
escena refleja el optimismo que provocaba en el autor los hechos
políticos acontecidos en Bolivia a mediados del siglo XX.
René Reyes Pardo, un artista sencillo de gran expresividadErasmo Zarzuela - maestro en artes plásticas
El renombrado artista René Reyes Pardo, a invitación del Gerente de
Railways company y del pintor Humberto Jaimes Zuna, accedió a pintar El
ferroviario en la lucha social en 1956. Reyes siempre estuvo al servicio
de las culturas populares y la revolución. No concebía el arte por el
arte y proclamaba que era posible fusionar la pintura de tesis con el
pensamiento político y la sensibilidad creativa del artista. El
muralismo en esta época en general estuvo vinculado a los momentos clave
de la historia nacional, y por ello muchos artistas sufrieron las
persecuciones y represalias del régimen militar.
Reyes estaba muy influenciado por la calidad artística de muralistas
mexicanos como Diego Rivera, entre otros, y en su anhelo por conseguir
la adecuación de una obra de arte que logre expresar la ideología de los
pueblos oprimidos pone en manifiesto su compromiso de lucha social.
Emprende su propósito con fuerza y con elementos sencillos pero
expresivos, asentando las bases de toda su obra.
En
El ferroviario en la lucha social presenta una magnífica estructura de
formas que logra resaltar los volúmenes y su perspectiva en el espacio.
Así crea la profundidad del ambiente y la calidad orgánica de los
elementos plásticos de esta obra, logrando una materia a su vez
consistente y frágil, tersa, opaca y transparente, haciéndose presa de
su propio peso.
Su comprensión es admirable, clara y
profunda, con un sentido de orientación hacia las artes plásticas,
poniendo en claro el conocimiento elemental de la naturaleza, que nos
puede servir de punto de partida. Están presentes las estilizaciones de
la vida efímera así como los cambios originados por la ciencia y la
tecnología, precisamente porque debe continuar la evolución del hombre
para asumir su problemática social.
Este mural
refleja el dominio del color y una habilidad técnica y decorativa,
aspira a dirigirse al público y a comunicarse con él. Y proporciona
elementos esenciales, particulares, estéticos y técnicos, la explicación
racional de las impresiones y las emociones del autor.
La pintura mural debe formarse como un elemento integrante de la pared.
La aspiración máxima de un muralista es obtener la ilusión espacial, la
aplicación simple del color local o de un tono uniforme que sirva de
base a toda pintura y que tenga influencia en todas las partes del
espacio muralístico, y que esté adecuado a un estilo gráfico
simplificado para una técnica más bien colorista.
No
es difícil comprender los sentimientos que despierta el arte muralístico
de Reyes: recuperar la herencia viva de su época y la esperanza de ver
el nacimiento de un nuevo país. Es el hombre, que construye un mundo
suyo, exclusivamente humano y, por tanto, ajeno a la realidad o a las
sugestiones de la naturaleza. Así crea abstracciones ajustadas a su
ideal humano como expresión sensible de la personalidad del artista. El
color, el dibujo, la composición, el movimiento, la distribución de las
luces y las sombras, los tipos de deformación de sus imágenes y
personajes, constituyen la materia fundamental del misterio prodigioso
del color que significa realizar equilibrio de valores e inventar
armonías y tonalidades raras y perfectas.
Este mural
al fresco está realizado sobre revoque de cal húmedo, una técnica de una
belleza óptica que no se supera con ninguna otra técnica de pintura
mural. La práctica y el dominio de la técnica son fundamentales, porque
no admite pruebas ni tanteos. La pintura tiene que estar acabada antes
de que seque el revoque de base: ahí está el valor artístico de este
mural, el único fresco en la ciudad de Oruro.
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