domingo, 28 de junio de 2015

"Expansionista, invasor, colonialista"

Yo no sé cuál es el poder que tiene la diplomacia retrógrada de Chile, pero hace que los amigos de Bolivia se echen para atrás y parece buscar convertirnos en leprosos internacionales. (FFO)

"Si algún país quiere pedir cuentas al Perú, por qué no pide cuentas a todo el mundo porque todo el mundo nos apoya en tema del mar", sostuvo el mandatario .
El gobernante insistió en que políticos chilenos provocan que su país sea visto como "expansionista, invasor, colonialista".
La declaración firmada por Morales y Humala el pasado martes provocó la reacción del ministro chileno de Exteriores, Heraldo Muñoz, quien pidió a ambos países aclaraciones sobre el documento.

Evo Morales: Políticos chilenos convierten a su país en el 'Israel latinoamericano'

El Presidente destacó que la posición de Perú busca la integración y "soluciones pacíficas a una invasión histórica", en referencia a la guerra del Pacífico en 1879, que le costó a Bolivia la pérdida de su litoral ante tropas chilenas.
El presidente Evo Morales. Foto: Archivo
El presidente Evo Morales. Foto: Archivo
La Razón Digital / EFE / La Paz
16:50 / 27 de junio de 2015
El presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó hoy que algunos políticos chilenos convierten a su país en el "Israel latinoamericano" porque critican el apoyo de Perú a la búsqueda boliviana de una solución pacífica en la controversia con Chile por una salida al mar.
"Lamento mucho que algunos, muy pocos, políticos chilenos, convierten al pueblo chileno (en) un Israel latinoamericano", dijo Morales durante un discurso en la región amazónica de Beni.
Destacó que la posición de Perú busca la integración y "soluciones pacíficas a una invasión histórica", en referencia a la guerra del Pacífico en 1879, que le costó a Bolivia la pérdida de su litoral ante tropas chilenas.
Morales aludió a que una reciente declaración firmada con su homólogo peruano, Ollanta Humala, mencione que Perú "mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia".
"Si algún país quiere pedir cuentas al Perú, por qué no pide cuentas a todo el mundo porque todo el mundo nos apoya en tema del mar", sostuvo el mandatario .
El gobernante insistió en que políticos chilenos provocan que su país sea visto como "expansionista, invasor, colonialista".
La declaración firmada por Morales y Humala el pasado martes provocó la reacción del ministro chileno de Exteriores, Heraldo Muñoz, quien pidió a ambos países aclaraciones sobre el documento.
En respuesta, la canciller peruana, Ana María Sánchez, sostuvo que su país mantiene "una línea de neutralidad" sobre la controversia bilateral, que se trata en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
La postura de Sánchez fue destacada por el Gobierno de Santiago, que aceptó la aclaración y confirmó que la presidenta Michelle Bachelet asistirá a la Cumbre de la Alianza del Pacífico a celebrarse la próxima semana en Perú.
Bolivia perdió su acceso al Pacífico (400 kilómetros de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de superficie) en una guerra que junto a Perú sostuvo contra Chile en el siglo XIX.
Bolivia presentó en 2013 una demanda contra Chile en la Corte de La Haya para reclamar un fallo que obligue a ese país a negociar de buena fe su demanda de una restitución de la salida soberana al mar.
El tribunal de Naciones Unidas analiza una objeción de competencia planteada por Chile sobre esa demanda.

Chile: de la caricaturización a la satanización de su vecina Bolivia

Es absurda la política del actual gobierno de Chile, que ha retrocedido en sus compromisos. Después de haber negado lo acordado con Bolivia, ha regresado a la vieja estrategia de afirmar la bilateralidad del tema marítimo de Bolivia cuando la comunidad internacional se manifiesta a favor de ella, o clamar por la inseguridad en el mundo (multilateralizar el tema y acusar a Bolivia de desestabilizadora de la paz internacional) cuando ella acude a un tribunal internacional en busca de una salida pacífica y amistosa del diferendo. Absurdo, por decir lo menos. 

Pregunta: ¿No constituye este proceder de los gobiernos de Chile una actitud poco amistosa hacia su vecina Bolivia? Me queda la duda.(FFO)

Bolivia cree que Chile intimida a Perú por apoyo a causa marítima

Demanda. Bachelet suspendió sorpresivamente una reunión con su par peruano
Gabinete. El presidente Evo Morales conversa con su homólogo del Perú, Ollanta Humala, el martes.
Gabinete. El presidente Evo Morales conversa con su homólogo del Perú, Ollanta Humala, el martes. EFE.
La Razón (Edición Impresa) / Luis Mealla / La Paz
04:56 / 26 de junio de 2015
Tras el manifiesto apoyo de Perú a la demanda marítima, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, determinó cancelar sorpresivamente la reunión con su par peruano, Ollanta Humala, prevista para la próxima semana. Autoridades bolivianas calificaron el hecho de un acto de “intimidación”. 
Anoticiada del hecho, la mañana de ayer, la presidenta de Diputados, Gabriela Montaño (MAS), señaló que ese tipo de actitudes por parte de las autoridades chilenas afectan la “integración” regional, en virtud a que el juicio interpuesto por el país ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya no debe afectar las relaciones diplomáticas entre las naciones vecinas.
“Es una manera de intimidación que están ejerciendo algunos grupos de políticos chilenos en relación a una declaración conjunta que hizo el Estado boliviano y peruano, en el marco del primer gabinete binacional desarrollado en Puno”, dijo Montaño.
Versiones. Según el diario El Mercurio, fuentes de la Cancillería de Chile confirmaron la cancelación de una reunión bilateral entre Bachelet y Humala, los días  2 y 3 de julio, en virtud a la Cumbre de la Alianza del Pacífico, a realizarse en la nación peruana.
Empero, por la tarde, la ministra de Justicia chilena, Javiera Blanco, afirmó que el encuentro se pospuso por “problemas de agenda” y negó que el tema esté relacionado con el pronunciamiento del Gobierno peruano sobre la causa marítima boliviana, según el portal web del diario La Nación de Chile.
El gabinete binacional, efectuado en la isla Esteves del lago Titicaca (Puno), concluyó con una declaración en la que, entre otros temas, “Perú mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia”. En ese marco, Humala “expresó sus fervientes votos para que pueda alcanzarse una solución satisfactoria a la referida situación de mediterraneidad”, exteriorizada ahora en la demanda marítima presentada en 2013, en busca de que la CIJ obligue a Chile a dialogar con Bolivia para negociar una salida soberana al Pacífico.
Por el momento, el juicio está en pausa, mientras el tribunal internacional resuelve un recurso presentado por la administración chilena, respecto a la competencia de la CIJ. El miércoles, la canciller peruana, Ana María Sánchez, afirmó que la posición del país sobre el enclaustramiento es que “Bolivia no quede siempre en el aislamiento”. Su par chileno, Heraldo Muñoz, aseguró que no hay claridad en la declaración que fue firmada entre Bolivia y Perú.
Para el ministro de Autonomías, Hugo Siles, la administración chilena busca obstaculizar al proceso instaurado ante la CIJ.  “El hecho de que Bolivia y Perú desarrollen una agenda es un acto soberano. En algún momento, cuando superemos la demanda marítima (en la CIJ), tendremos que sentarnos los tres países para tratar un futuro y eventual acceso al Pacífico. Los territorios que proyecta Bolivia están ubicados en el norte de Arica, en la Línea de la Concordia (...). Todos los países tienen una agenda de política exterior de intereses específicos”, sostuvo.
El tratado de Lima
Acuerdo
El Tratado de Lima de 1929, puso fin a la controversia de la soberanía de Tacna y Arica. Según el acuerdo diplomático, Tacna se reincorporaba al Perú, en tanto que Arica quedaba en poder de Chile.
Para Piñera, el respaldo de Lima es ‘inaceptable’
El expresidente de Chile Sebastián Piñera se sumó a las críticas por el apoyo de la administración peruana a la demanda marítima boliviana, expresado por el mandatario Ollanta Humala en la declaración conjunta que suscribió con su par de Bolivia, Evo Morales, el martes. A través de su cuenta de Twitter, el exmandatario calificó de “inaceptable” la declaración conjunta y recordó que el litigio en la CIJ es un tema “bilateral” y en el cual Perú “no debe intervenir”, reportó el diario chileno El Mercurio.
La declaración firmada por Perú y Bolivia incomodó a Santiago, tanto así que el canciller chileno, Heraldo Muñoz,  pidió a ambos países expliquen y aclaren el contenido del documento oficial, “para no llamar a malos entendidos”. Recordó que la demanda radica actualmente en la CIJ.
Al respecto, el procurador del Estado, Héctor Arce,  dijo que Chile tendrá que pedir explicaciones, no solo al Perú, sino a muchas personas y países que expresaron su apoyo a la causa boliviana que busca soberanía. “Bolivia tiene un derecho, no una aspiración, no una expectativa. Es una situación ampliamente favorable que en el contexto internacional muestra la  justeza de la demanda”, agregó.

Nada del otro mundo

Es increíble cómo Estados Unidos ha dado pasos enormes para empezar a ser justos con países vecinos que tradicionalmente consideraba enemigos o incapaces de gobernarse a sí mismos, o amenazas para la paz en el mundo: Panamá ayer, ahora Cuba. Mientras tanto, Chile ha endurecido más todavía su posición hacia Bolivia desconociendo sus propios compromisos, ignorando sus propios pasos y mintiéndole a su pueblo con una versión de la historia falsa y vergonzante para todos, no sólo para sus vecinos. (FFO)

Senadores de EE.UU. abogan por reapertura de embajadas con Cuba


Los demócratas Ben Cardin por Maryland, Patrick Leahy por Vermont, y el republicano, Dean Heller por Nevada viajaron a la isla de Cuba.



Los funcionarios reconocieron que hay oposición en el Congreso de Estados Unidos a la normalización de lazos.
‪#‎AméricaLatina‬ | Una comisión de senadores estadounidenses liderada por el demócrata Patrick Leahy, abogó este sábado en La Habana por la reapertura de embajadas.
Foto: EFE


Los senadores demócratas Ben Cardin por Maryland, Patrick Leahy por Vermont, y el republicano, Dean Heller por Nevada viajaron a la isla de Cuba.  Una comisión de senadores estadounidenses liderada por el demócrata Patrick Leahy, abogó este sábado en La Habana por la reapertura de embajadas.  Leahy ya ha visitado en numerosas ocasiones la isla de Cuba y resaltó la iniciativa del presidente Barcak Obama, que haya ido levantando restricciones de viaje a la isla por lo que estima que pronto habrá tráfico aéreo regular entre ambos países. En una rueda de prensa, Patrick Leahy manifestó que “Tenemos que abrir una embajada, una embajada completa”, se encontraba junto a sus colegas Ben Cardin (demócrata de Maryland) y Dean Heller (republicano de Nevada), en la segunda jornada de una visita de cuatro días a la isla comunista.  Lea también → EE.UU. empleará 12 medidas para restablecer relaciones con Cuba Los funcionarios reconocieron que hay oposición en el Congreso de Estados Unidos a la normalización de lazos con el viejo enemigo de la Guerra Fría, pero señalaron que era una postura minoritaria y que harán esfuerzos por conseguir el apoyo de sus colegas. “Cuando el presidente está en lo correcto, lo apoyo, y el presidente está en lo correcto en este caso”, expresó el senador republicano, Dean Heller, quien indicó que esta visita era muy “especial” para él como “senador de Las Vegas”. Consideró que el único beneficio para él del bloqueo que impuso EE.UU. a Cuba fue el hecho de “crear Las Vegas” , en alusión a que el cierre de los casinos en la isla tras la revolución de Fidel Castro en 1959 favoreció su desarrollo en esa ciudad de Nevada. 

Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección: 
http://www.telesurtv.net/news/Senadores-de-EE.UU.-abogan-por-reapertura-de-embajadas-con-Cuba-20150627-0044.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net

Entre doras y dores, no pluri sino inter... la proverbial indolencia de la historiografía boliviana se cura en salud en 6 tomos

Primer centenario de la República de Bolivia

Colección. ‘Bolivia, su historia’ cuenta la consolidación del país independiente

La Razón (Edición Impresa) / Coordinadora de Historia / La Paz
00:00 / 28 de junio de 2015
La colección Bolivia, su historia prepara el Tomo IV Los primeros cien años de la República, 1825-1925. Los estudios de este volumen recorren la historia en los ámbitos económico, político-social y cultural.
Los textos que La Razón presenta cada domingo son resultado de al menos tres años de trabajo de miembros de la Coordinadora de Historia, una organización cuyos integrantes, mujeres y hombres, son docentes e investigadores reconocidos con una importante producción de libros y artículos.
El volumen que circulará el 5 de julio da una amplia mirada a un siglo de cambios y continuidades, simultáneamente. Contrariamente a la idea de que la Independencia no significó cambio alguno o que la República inició una nueva era, el libro plantea que se dieron transformaciones que coexistieron con las continuidades del periodo colonial.
El trabajo colectivo de autores y colaboradores analiza la creación de una nueva legitimidad política a partir de una constitución republicana y la creación de los poderes Legislativo y Judicial que fueron estructurando poco a poco el territorio del país.
Los estudios se concentran en el siglo en el que organización y demandas de diferentes sectores sociales los convirtieron en actores clave: fue el caso de los artesanos que ganaron mayor peso político, pero también de las comunidades indígenas que lograron limitar la formación de latifundios.
En el ámbito económico el libro sitúa a Bolivia en el contexto de América Latina tratando de entender lo que sucedió en el país en una perspectiva comparada, lo que permite comprender mejor procesos generales pero también específicos.
Inevitablemente, el trabajo analiza las pérdidas territoriales como expresión de tensiones en los ámbitos nacional e internacional, pero también como resultado de debilidades como la concentración de la población en determinadas áreas y la escasa presencia en la mayor parte del país.
El aporte de los colaboradores permite al libro mostrar la preocupación por la educación con las posibilidades, discusiones, limitaciones y fracasos que se tuvo. Este texto es sobre la historia de los bolivianos y las bolivianas de diferentes grupos y regiones, de los pueblos indígenas tanto de las comunidades de tierras altas como de las tierras bajas, del mundo mestizo y cholo de las ciudades, de las élites, los gobernantes o los artistas.
El Tomo IV de Bolivia, su historia muestra un recorrido complejo, con tensiones y contradicciones. Las autoras y autores consideran que es su responsabilidad como historiadores  transmitir esa complejidad, para entender mejor la historia pero fundamentalmente para generar reflexiones que busquen mejores soluciones a los problemas y retos del país.
En sus 25 años La Razón presenta esta colección de seis volúmenes que se venden los domingos en los puestos de periódicos a Bs 60 cada uno. Hoy lleve el Tomo III ‘Reformas, rebeliones e independencia, 1700-1825’.

Nuevo enfoque sobre el pasado

La serie de libros ‘Bolivia, su historia’ aporta aire fresco y optimismo para animar la discusión sobre lo que fue y lo que es el país
La Razón (Edición Impresa) / José Emperador - periodista
00:00 / 28 de junio de 2015
Los autores de Bolivia, su historia buscan el debate. Son conscientes de que su obra es innovadora, de que ofrece explicaciones sobre el pasado del país diferentes a las tradicionales y de que por eso va a levantar polvareda. Una discusión que no rehúyen porque la creen beneficiosa para que, como dice una de las directoras de la publicación, María Luisa Soux, “nos miremos de forma más abierta, perdamos ciertos complejos y olvidemos el lamento boliviano, ese pesimismo histórico que en muchos casos ha supuesto un fuerte impedimento para que avancemos”.
La experiencia histórica de Bolivia no difiere mucho de las de otros países de su entorno o de más allá. Está jalonada de momentos mejores y peores, en ella surgen multitud de conflictos pero también soluciones y razones para el optimismo. La historiadora de la Justicia Andrea Urcullo, que en este libro ha escrito sobre la Guerra del Pacífico, discrepa con una forma de ver el pasado que cree derrotista, que se describe el mundo en clave dual y siempre nos adjudica el peor papel. “Hay que darle la vuelta a esta mirada”, concluye Urcullo, “en nuestro pasado hay cosas malas como en cualquier experiencia histórica, pero también las hay buenas y ésas debemos recuperarlas”.
PROCESO. Este cambio de mentalidad comienza desde el momento en que los 29 historiadores a cargo (con amplia mayoría de mujeres y reunidos en la Coordinadora de la Historia) enfocaron cómo iban a desarrollar el trabajo. Las historias de Bolivia que se han escrito y manejado hasta ahora “han quedado muy pasadas”, en opinión de Róger Mamani, otro de los autores. La que más se conoce es la de Mesa y Gisbert, que responde a una tendencia en la historiografía que estos nuevos autores ven “muy presidencialista”, casi una mera sucesión de personajes y batallas en la que “falta el otro lado de la historia”, que es más silencioso pero, probablemente, más decisivo. “Tratamos de descubrir los procesos de larga duración”, dice Mamani, lo cual es posible en una obra tan extensa. La realidad social y las estructuras mentales cambian muy despacio en movimientos que pasan por encima de los tradicionales cortes de la historiografía, que marca barreras realmente inexistentes entre, por ejemplo, la colonia y el periodo republicano.
Soux sabe que habrá polémica sobre esta nueva forma de mirar el pasado. Pone como ejemplo el trato que el libro da a la colonia y que rompe con las dos vertientes tradicionales: “la historia rosa y la negra”. Para la autora resulta imposible que “un sistema solo con explotadores y explotados subsistiera tanto tiempo. El empoderamiento de los pueblos indígenas no es una invención del siglo XX, es un proceso de muy larga duración. Se dice que en la independencia los indígenas no participaron porque no era su proyecto y eso es claramente falso”. Urcullo está de acuerdo y rechaza “el mito de un periodo prehispánico inmaculado que se replica hoy como si no hubiera nada en medio”. Esta desmitificación alcanza a los protagonistas de los hechos, a los que—sin quitarles el mérito de sus logros— también se retrata en esta obra: “decir lo que no nos gusta de Tupak Katari o Pedro Domingo Murillo no es fácil, pero tenemos que hacerlo”, afirma Mamani.
Otro punto de discordia con la tradición historiográfica es la visión sobre el oriente. “Allí había prácticamente un Estado, nada que ver con el imaginario del salvaje desnudo”, defiende Soux. Y así la obra argumenta que ambos mundos —siempre vistos como separados— realmente poseían una alta articulación, a pesar de que “hasta ahora, por razones políticas, se nos decía que las tierras altas y las bajas tenían historias diferentes”. Así, la visión de este libro “no es andino centrista”. “Nos esforzamos en ello y creo que lo hemos logrado, aunque sea mejorable”, reconoce Mamani.
Este grupo de jóvenes historiadores plantea una enmienda a la totalidad: “esa idea de que Bolivia era un desastre completo no es cierta”, sostiene Soux, quien explica que el país vivió un desarrollo muy temprano del estado en el siglo XIX —con presupuestos, leyes y estadísticas— mientras que muchos países cercanos se columpiaban en una inestabilidad que rozaba la anarquía absoluta. “Hemos comprobado que Bolivia no era especialmente excluyente de las mayorías con relación a otros países. Hay que romper este mito como muchos otros y mirarnos más amablemente”.
Los autores esperan que poco a poco este cambio de perspectiva se imponga en las ciencias sociales y más allá. “Queremos llegar al público en general, lo que no pasa ahora”, asegura Mamani. Por eso se han esforzado en escribir buscando un punto medio: ni para los iniciados ni para los escolares. Sin perder el rigor y evitando caer en generalidades, han recurrido a las notas al pie solo cuando son indispensables, y han redactado textos lo más accesibles posibles para que todo el que quiera pueda acercarse a esta nueva mirada sobre la historia de Bolivia.
Esta es otra historia
Un trabajo colectivo e interdisciplinario que describe y reinterpreta la construcción de nuestra sociedad en una obra arriesgada  y dirigida a todos los bolivianos
Claudia Benavente - Directora de La Razón
23 de junio. Un martes ya sin sol que se parecía a una noche de fogata. Pese a la prohibición, el sonido de petardos y algunos pedazos de cielo por segundos iluminados nos hacía pensar en aquella masacre de San Juan. El paso de los años nos expone al olvido y con él, a la pérdida de nuestra identidad.
El mejor remedio es contarnos otra vez lo que sucedió porque solo el tiempo narrado le da sentido al ayer y al hoy. Y fue lo que un grupo de investigadores (con aplastante mayoría de mujeres y con alta predominancia de historiadores) hizo esa noche del 23 de junio.
Seis tomos bajo un mismo paraguas: Bolivia, su historia. Un proyecto con años de camino andado entre la primera semilla, la articulación de un nuevo enfoque de la historia boliviana (desde los orígenes hasta los últimos años con permiso de ingreso a la historiografía) y la publicación de seis tomos puestos a la venta por el periódico de mayor influencia, La Razón. Se escribe en pocas líneas pero se logra en años de sembrar la idea, reunir a investigadores para dar a cada gran periodo de la historia boliviana un coordinador(a) y un equipo de profesionales con conocimiento y alto interés en la temática.
¿Y qué hace en esta fiesta un diario? No olvide que en los periódicos se escribe la historia del presente. Un lugar común que de todas formas sella el espíritu de los periodistas: es esa idea de que el periodismo escrito seguirá siendo una de las fuentes privilegiadas de los historiadores. De repente viene de allí el celo por la precisión (no siempre lograda).
Entonces, estaremos de acuerdo en que el papel periódico, además de garantizar una limpieza a toda prueba de ventanas, sirve para registrarse en archivos que serán visitados por profesionales de diferente pelaje disciplinario para encontrar retratadas sociedades que sistematizan sus latidos cotidianos sobre papel y con tinta.
Sin embargo, para hacer historia es indispensable la distancia temporal. Unos 30 años, dirá un académico puro y duro. Para el caso, los periódicos habíamos tenido nomás un cordón casi umbilical con la historia.
Entonces, qué mejor forma, para el periódico La Razón, de festejar su 25 aniversario (un cuarto de siglo, una dosis ya respetable para la historia de un país) que tenderle la alfombra al paso de una treintena de estudiosos en su decidido proyecto de poner sobre la mesa otra historia de Bolivia.¿Por qué es otra? Son muchas las razones. Nos quedaremos con siete.
Uno. Porque no es el trabajo de un solo autor que lo abarca todo y que en ese abrazo de buena fe, y con admirable musculatura intelectual, deja caer piezas elementales para retratar tiempos complejos e inevitablemente termina perdiendo cierta o peligrosa nitidez en la comprensión de un todo.Dos. Porque el trabajo colectivo permite no solo una gruesa trenza de investigadores de periodos específicos y con conocimiento experto. Permite el diálogo.
El trabajo colectivo, no de yuxtaposición de autores o textos respetando un orden cronológico de los hechos sino de miradas centradas en capítulos particulares de la historia que ponen sus trabajos a cohabitar y se someten así a un debate de muchas voces y posiciones. Claro, otra cosa es con guitarra. Y otra, más difícil, es con guitarra en medio de una orquesta sinfónica. Lo que nos lleva a nuestro punto tres.
Tres. Porque es un intento de volver a escribir, describir e interpretar nuestra construcción de sociedad. El ejercicio plantea un fértil campo para el intercambio de información, para la confrontación de interpretaciones, para el agudo debate de ideas. Al mismo tiempo, actualiza lo ya avanzado, lo ya dicho hasta hoy.
Cuatro. Porque este texto es hijo de la firme decisión de salir de los no numerosos textos globales sobre la historia boliviana (y preboliviana) con un sello de apthapi que busca otra (y no definitiva) narración, interpretación, enfoque de nuestros principales capítulos temporales. Ya no predomina el desfile sistemático de fechas, de nombres, de lugares. Es una apuesta interpretativa. Arriesgada, ahí radica su valor.
Cinco. Es, por tanto, un trabajo inter (y no pluri) disciplinario sobre nuestra historia: historiadoras (sí, más “doras” que “dores”), economistas, arqueólogos, pedagogos…un rosario (no santo) de camisetas que, a lo largo de seis tomos, forman parte de una misma selección, la verde, la nuestra. Cada tomo con su vigilante coordinador, cada tomo con su color, cada tomo con su Romel Quiñónez (y aclaro que mi camiseta atigrada es innegociable).
Seis. Es un trabajo de chinos con manos bolivianas. No es mano de obra barata, es mano de obra altamente calificada y ése es otro de los orgullos de esta colección: ha logrado reunir profesionales en las materias abordadas.
Siete. Porque este esfuerzo monumental no ha tenido como norte sumarse a la lista de publicaciones universitarias de lujo o ser la vedette de las discusiones dentro de las aulas o en encuentros académicos de los top. Desde el primer día supieron que la colección de los seis tomos tenía que llegar a las manos jóvenes, a las manos más humildes, al abanico más amplio de lectores. Y le dieron en el blanco. Y La Razón también.
Detrás de estas siete razones hay un componente no menos importante en esta nueva edificación de nuestro pasado (y configuración de nuestro presente): estas firmas están unidas por la amistad, la solidaridad, el tejido, por tardes enteras de fin de semana martillando un mismo sueño.

viernes, 26 de junio de 2015

Morales asegura que no solo Perú apoya la causa marítima y alista refuerzo de la campaña marítima - La Razón

Morales asegura que no solo Perú apoya la causa marítima y alista refuerzo de la campaña marítima - La Razón



El
presidente Evo Morales se refirió hoy a las reacciones surgidas en
Chile por la posición del presidente del Perú, Ollanta Humala, sobre la
demanda marítima. Aseguró que hay un respaldo internacional a la causa,
que hoy radica en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).



Gabinete. El presidente Evo Morales conversa con su homólogo del Perú, Ollanta Humala, el martes.

Gabinete. El presidente Evo Morales conversa con su homólogo del Perú, Ollanta Humala, el martes.


EFE.





La Razón Digital / Carlos Corz / La Paz







10:44 / 26 de junio de 2015





El presidente Evo Morales anunció hoy que el Gobierno intensificará la
campaña internacional para que Bolivia vuelva al mar con soberanía y
aseguró que no solo Perú respalda la causa boliviana, sino también
diferentes autoridades y pueblos de Latinoamérica "y de todo el mundo”.
Hizo esas declaraciones en respuesta a las reacciones críticas surgidas
en Santiago en contra de Lima por su reciente pronunciamiento a favor de
la demanda marítima.
El presidente de Perú, Ollanta Humala, sostuvo el martes en una
declaración conjunta aprobada con Bolivia que su país “mantiene su más
amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación
de mediterraneidad que afecta a Bolivia” y “expresó sus fervientes votos
para que pueda alcanzarse una solución satisfactoria a la referida
situación de mediterraneidad”.
Morales se refirió hoy a las reacciones desatadas en Chile y aseguró
que no solo Perú respalda la causa boliviana, sino diferentes
autoridades y, principalmente, pueblos que manifiestan su apoyo en todo
acto internacional al que asisten autoridades nacionales. Recordó que
incluso en Grecia, donde estuvo últimamente el vicepresidente Álvaro
García, hubo manifestaciones de apoyo.
“Algunas autoridades (en Chile) protestan en este momento contra el
Perú, sin embargo hay un profundo sentimiento no solamente de las
autoridades sudamericanas o latinoamericanas sino en todo el mundo”,
afirmó el Mandatario en parte del discurso pronunciado en el inicio de
la reunión ampliada de gabinete que también tratará la temática
marítima.
El canciller de Chile, Heraldo Muñoz, fue el primero en reaccionar
frente a la declaración peruana y pidió aclaración sobre su contenido,
mientras que ayer se conoció de la suspensión de una reunión próxima
entre Humala y su colega Michelle Bachelet, aunque la ministra chilena
de Justicia Javiera Blanco aseguró que la causa es por problemas de
agenda. El expresidente Sebastián Piñera calificó de 'inaceptable' el
pronunciamiento peruano.
La ministra de Relaciones Exteriores de Perú, Ana María Sánchez, aclaró
ayer que su país mantiene una posición neutral frente al diferendo
entre La Paz y Santiago. “Solo intervendrá en la medida que tenga (que)
resguardar sus derechos al amparo del tratado de 1929", señaló. El
Tratado de 1929 prevé que Lima sea consultada si Chile decidiera ceder
territorios que fueran peruanos.
“Donde llegamos el pueblo grita ¡mar para Bolivia¡”, insistió Morales y
aseguró que en Chile hay apoyo a la causa. Reveló que periodistas
nacionales enviados a cubrir la Copa América escribieron en las arenas
de una playa “mar para Bolivia” y recibieron respaldo. “Apoyando los
chilenos que estaban en el océano Pacífico”, señaló.
En la reunión de gabinete ampliado se verá los mecanismos que permitan
reforzar la campaña en busca de una salida soberana al Pacífico, demanda
que hoy radica en la Corte Internacional de Justicia (CIJ). El
demandado impugnó la competencia de la corte con el argumento de que el
caso pretende la modificación del Tratado de 1904 suscrito con Bolivia.
Ambos países presentaron y expusieron sus argumentos y los jueces
internacionales debaten su jurisdicción sobre el caso. El expresidente
Carlos Mesa tiene la misión de explicar a la comunidad internacional los
argumentos jurídicos e históricos del proceso instaurado y respaldado
en los ofrecimientos chilenos de resolución del diferendo.

Las FFAA ven que Chile adopta una ‘política de tutelaje’ y acciones de chantaje contra Perú - La Razón

Las FFAA ven que Chile adopta una ‘política de tutelaje’ y acciones de chantaje contra Perú - La Razón

El
comandante de las Fuerzas Armadas (FFAA), general Omar Salinas, expresó
hoy una posición institucional sobre los cuestionamientos que desató en
Chile el pronunciamiento del presidente del Perú, Ollanta Humala, sobre
la causa marítima

La Razón Digital / Paulo Cuiza / La Paz







17:37 / 26 de junio de 2015





El comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), general Omar
Salinas, afirmó hoy que el Gobierno de Chile adoptó un discurso que
“devela una política de tutelaje” sobre Perú, además de actos de
“intimidación y hasta chantaje que afectan –dijo- seriamente a la
convivencia pacífica de estados vecinos”.
La posición surgió luego de las reacciones en Chile que cuestionaron
las declaraciones del presidente de Perú, Ollanta Humala, quien, en el
marco de la reunión de gabinete binacional, expresó solidaridad con
Bolivia sobre la causa marítima e hizo votos “para que pueda alcanzarse
una solución satisfactoria”.
“Expresar la posición del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas del
Estado Plurinacional respecto a las autoridades militares y políticas de
Chile, que adoptan una línea discursiva que devela una política de
tutelaje sobre la hermana República del Perú. Estas declaraciones
constituyen actos de intimidación y hasta chantaje que afectan
seriamente a la convivencia pacífica de estados vecinos”, cuestionó
Salinas en conferencia de prensa.
El canciller de Chile, Heraldo Muñoz, fue el primero en reaccionar
frente a la declaración peruana y pidió aclaración sobre su contenido,
mientras que ayer se conoció de la suspensión de una reunión próxima
entre Humala y su colega Michelle Bachelet, aunque la ministra chilena
de Justicia Javiera Blanco aseguró que la causa es por problemas de
agenda. El expresidente Sebastián Piñera calificó de 'inaceptable' el
pronunciamiento peruano.
El general Salinas exhortó a las autoridades políticas y militares de Chile mantener "cordura" en su  política con Perú.
“Expresan (las declaraciones) también serios atentados a la soberanía
de los pueblos, y en este caso específico atenta a la soberanía y libre
determinación del pueblo peruano, que aspira a la unida, a la
integración y a la paz de la Patria Grande, representado por el
presidente Ollanta Humala y su gabinete ministerial”, afirmó el
comandante de las FFAA.
Bolivia llevó el diferendo con Chile a la Corte Internacional de
Justicia (CIJ). El demandado impugnó la competencia de la corte con el
argumento de que el caso pretende la modificación del Tratado de 1904
suscrito con Bolivia. Ambos países presentaron y expusieron sus
argumentos y los jueces internacionales debaten su jurisdicción sobre el
caso.
El expresidente Carlos Mesa tiene la misión de explicar a la comunidad
internacional los argumentos jurídicos e históricos del proceso
instaurado y respaldado en los ofrecimientos chilenos de resolución del
diferendo.

domingo, 21 de junio de 2015

Los tallados de Lucho Espinal - La Razón

Los tallados de Lucho Espinal - La Razón



Los tallados de Lucho Espinal

La Razón (Edición Impresa) / Xavier Albó
00:00 / 21 de junio de 2015
Ya se está alistando una nueva versión ampliada del texto clásico de Lucho Espinal Oraciones a quemarropa, para empezar a distribuirlo antes de la llegada del papa Francisco, el 8 de julio. Esta edición ampliada incluye su Testimonio personal de la huelga de hambre, una de las experiencias que, según dijo, más le marcó en su último año de vida; y añade también la columna de prensa Hijo del Hombre y el audaz texto No queremos mártires, que apareció en el cajón de su escritorio, en el semanario Aquí después de su martirio. 
Este último critica duramente a políticos que, frente a su incapacidad para construir un nuevo país, pretenden refugiarse en una muerte aparatosa como falsos héroes. Marca la diferencia entre tales afanes de lucir y la aceptación de la muerte incluso violenta, como “una tarea más, sin gestos melodramáticos”, para sentirse realmente libres para proclamar la verdad. Así le pasó, no sin miedos, a él; al recién beatificado obispo Oscar Arnulfo Romero; al jesuita Ignacio Ellacuría y a sus compañeros mártires, incluidas a Elsa y Celina, madre e hija, quienes por seguridad estaban durmiendo también en esa casa; y a tantos otros.
Pero aquí quiero llamar la atención más bien sobre otra innovación de esta nueva edición: sus tallados en madera. Es algo que Espinal desarrolló recién después de haber vuelto a nacer en Bolivia el 6 de agosto de 1968, después de lo cual pronto se nacionalizó boliviano, con pérdida de su nacionalidad española, y ya nunca retornó a su país de origen. Once años, siete meses y 15 días después, sus asesinos dejaron abandonado su cuerpo torturado y baleado en un basural en las afueras de la ciudad de La Paz. Ese tiempo, bastante corto, dejó para él y para el país una huella profunda.
Esa otra forma de expresarse, mediante tallados en madera, resulta un bello complemento de las oraciones a quemarropa. Todos se hicieron aprovechando maderas viejas, patas o tablas de muebles ya destartalados y otras piezas inservibles, y con técnicas muy rudimentarias. Recién poco antes de su muerte su comunidad le había regalado una cajita con mejores herramientas, que ya poco pudo usar. Los tallaba sobre todo en fines de semana, con frecuencia para regalarlos a diversos amigos; y siempre con temas adecuados a su situación o reflejando ideas centrales de sus propias vivencias espirituales, cotidianas y políticas. Por ejemplo, la alegría de los niños, la esperanza llena de cariño por un embarazo materno y el dolor por una wawita perdida en el vientre; la opresión militar a contrapunto con la libertad de expresión, los símbolos de la vida en diversos tiempos y culturas...
La mayoría de los reproducidos en esa edición fueron fotografiados en diversas oportunidades por la familia de Hans Y Achi Moeller-Zevallos. El tallado de mayor tamaño es sobre la huelga de hambre, con multitud de rostros, simplemente delineados, un hambriento esqueleto en el centro y, en las cuatro esquinas, en diagonal, dos cabezas de animales feroces, una flor y una estrella. El que aquí reproducimos es la nueva cruz que Lucho acopló al Cristo de sus primeros votos, con un martillo vertical y una hoz horizontal para expresar el necesario pero huidizo diálogo cristiano marxista, con los obreros y campesinos. El que lo hiciera con el Cristo de sus votos muestra cuán adentro sentía la urgencia de tal diálogo.
Es antropólogo lingüista y jesuita.

El fin del relato progresista en América Latina... o cómo la izquierda guevarista y su retórica han perdido espacio ante su propia corrupción

El fin del relato progresista en América Latina

Sustituyendo clase trabajadora y movimientos  sociales o indígenas por familia y clase media, el progresismo y la izquierda en el poder dejan de serlo por el camino de la seguridad y el consumo de nuevos nacionalismos desarrollistas.
La Razón (Edición Impresa) / Salvador Schavelzon
00:00 / 21 de junio de 2015
Se puede hablar de final de ciclo para los gobiernos progresistas en América Latina? Cuando hace poco se sucedieron triunfos electorales en Uruguay, Brasil, El Salvador y Bolivia, la pregunta pareció disiparse. Pero ella vuelve por otros caminos. No necesariamente el de también recientes derrotas en grandes ciudades o regiones de Brasil, Ecuador, Argentina o Bolivia. Éstas han tenido cierto peso simbólico, pero parecen remitir a un nuevo equilibrio más que a la interrupción del apoyo a nivel nacional. Lejos de las urnas, más bien, un posible momento de cambio todavía indeterminado parece sentirse en el agotamiento de un modelo y en la transformación interna de la narrativa política progresista, plurinacional o bolivariana.
Tanto a la izquierda como a la derecha del espacio político en que los gobiernos progresistas se establecen como centro, asistimos una reorganización de fuerzas y movilización en varios países. El mapa de la situación política no es homogéneo ni puede generalizarse, pero cierta inquietud se transmite desde la razón “gobernista”, término utilizado en Brasil para referirse a la defensa militante del gobierno, que no asume ni la más mínima crítica. En ese país, después de las primeras medidas de gobierno que siguieron al triunfo por mínima diferencia en las elecciones de octubre de 2014, el “gobernismo” muestra una notable dificultad para sostener el “relato” en que se sustenta.
De hecho, quizás sea Brasil donde el problema del fin de ciclo se muestra con mayor claridad. Al final, las movilizaciones opositoras de cuño expresivamente conservador en Argentina y Venezuela se vienen sucediendo sin que el apoyo hacia los gobiernos deje de ser firme y probablemente suficiente para ganar otra elección. Fuertes movilizaciones campesinas e indígenas en Ecuador y Bolivia, por otra parte, no horadan hasta ahora el voto mayoritario de Morales y Correa. En Brasil, las últimas mediciones de abril y mayo sobre imagen positiva de Dilma Rousseff llegaron al 7% en uno de los grandes institutos y en cerca de 10% en otros. Lula da Silva, probable candidato para 2018, no deja de ser afectado por el descontento. Es que, además de una oposición indignada, la crítica al gobierno alcanzó rápidamente la masa de votantes propios. Para el “gobernismo” más cínico, sin embargo, el neoliberalismo es una fase ya dejada atrás y la falta de popularidad se debe exclusivamente, tanto a una crisis en la que no tienen responsabilidad, como al trabajo de los grandes medios.
BRASIL. En realidad, la popularidad de Dilma Rousseff ya había sido baja en el estallido de junio de 2013 y durante la copa del mundo, dos momentos en que la indistinción del PT (Partido de los Trabajadores) con el poder empresarial y los partidos conservadores con los que cogobierna, o de la oposición, se mostraban evidentes desde las calles. Esta imagen de frente conservador, donde el progresismo se integra, es la base de la situación política que quiebra el relato.
En sentido opuesto, la elección presidencial de 2014 permitió al PT recuperar sus votantes históricos en una notable polarización del electorado, que eliminó a Marina Silva asociándola al neoliberalismo, y a Aecio Neves a fuerza del foco en lo social. Un voto desencantado, sin embargo, fue seguido por una verdadera indignación frente al armado del  gabinete de ministros y las primeras medidas. La Presidenta asumió políticas de ajuste y austeridad, en sentido notablemente contrario de lo prometido en la campaña electoral que todavía resonaba en los oídos.
Por intermediación de Lula, el PT incorporó al responsable económico del programa de la oposición, y dio lugar a un recorte de gastos que pesaría especialmente sobre la clase trabajadora y la educación. Otro nombramiento de impacto fue el de Katia Abreu en el Ministerio de Agricultura, homenajeada tiempo antes por los pueblos indígenas con el premio de “Miss Motosierra de Oro”, por su papel en la defensa de crímenes ambientales y el avance del agronegocio sobre tierras indígenas, dos causas de amplia sensibilización en la ciudad.
Al mismo tiempo, los gestos hacia los mercados no sirvieron para neutralizar manifestaciones de cientos de miles que pedían la destitución de Dilma, que con un discurso anticorrupción señaliza la posibilidad de un cierre del ciclo por el camino más conservador. Estas voces que salieron a la calle se expresan también en un congreso donde aumenta la influencia de la bancada “de la Bala, el Buey y la Biblia (BBB)”, con control de la Cámara de Diputados y con mucho más influencia sobre el gobierno que los movimientos sociales. Sectores conservadores en la base del gobierno y la oposición consiguieron que el gobierno frenara iniciativas educativas antihomofóbicas en curso, y se preparan esta semana para aprobar una enmienda constitucional que reduzca a 16 años la edad de la mayoría penal, después de haber aprobado la generalización de la tercerización, antes restringida, para todos los sectores de la economía.
Habiéndose alejado del proyecto de cambios que lo llevó al poder, sin capacidad para movilizar ni para frenar institucionalmente reformas conservadoras, y siendo partícipe de las mismas en algunos casos, como el del deterioro de los derechos del trabajo, el fin de ciclo se da con el progresismo en el comando, que incluso podrá volver a ganar desde un enfrentamiento electoral con los sectores con los que, en realidad, cogobierna.
MODELO. Aunque una derrota en Venezuela o Argentina sería significativa para la liga de presidentes del espacio que inauguró Chávez en 1999 y que hoy gobierna varios países, el fin de ciclo pasa por la aceptación de un modelo conservador, evaluado como condición necesaria para la estabilidad y continuidad política. Las encuestas y el cálculo electoral determinan así el proyecto político, que tiende al culto de lo institucional y la tecnocracia, aunque mantenga un discurso que construye su electorado a partir del énfasis en lo social. En Argentina, en ese sentido, el kirchnerismo se dispone a defender en la campaña a un candidato que nunca gozó de su confianza, pero que se acepta por medir mejor en las encuestas. Daniel Scioli, lanzado políticamente por Carlos Menem, demuestra que el peronismo sigue siendo más que el kirchnerismo y se presenta desde posiciones políticas que no se diferencian de las de sus rivales del espacio conservador.
La vieja política también se introduce en el MAS de Bolivia, desde una visión hegemonista que lo empeña hace tiempo a recurrir a figuras mediáticas o recicladas de la oposición, como si las decisiones electorales y acuerdos no tuvieran consecuencias en la gestión y rumbo político. Así, se abandonan objetivos que vayan más allá de la ocupación de las instituciones, sustituyendo la movilización popular por la incorporación de posiciones, visiones y demandas del enemigo, dejando atrás los tiempos que siguieron a la elección de Evo Morales en que hubo intentos de proponer reformas más contundentes o cuestionar la forma y funcionamiento del Estado, más allá de quien ocupara el sillón.
La imposibilidad de regeneración y vuelta a los orígenes, por otra parte, se limita desde la propia dinámica del sistema político, que financia las campañas desde el sector empresarial; o en la dependencia estatal de ingresos producto del peor desarrollo y el extractivismo, base también de alianzas espurias con caudillos locales y capital multinacional, sin responsabilidad ni horizonte más allá de la búsqueda del retorno más rápido posible de las inversiones. Buena parte de las políticas sociales son fruto de estos ingresos, por lo que la marca y popularidad de estos gobiernos se asocia íntimamente con estos tipos de explotación económica sumamente dependiente del precio internacional y con consecuencias ecológicas desastrosas.
En un balance, deben destacarse medidas importantes, como el avance en la articulación regional; la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad de la dictadura y la asignación universal por hijo en Argentina; algunos elementos de las constituciones de Bolivia y Ecuador; negociaciones soberanas de la deuda; reducción de la pobreza y la intervención social y de infraestructura en barrios. El final de ciclo también se relaciona con la interrupción de esas agendas, sin embargo, con un aumento de la pobreza en Argentina, y de la desocupación en Brasil, además de los límites de las luchas emprendidas, que no incorporan en el reconocimiento de derechos y defensa de garantías a las periferias y pueblos indígenas que enfrentan grandes obras y expulsión de territorios. Algunos tabús de esta época se rompieron con negociaciones de pactos bilaterales en Ecuador, y con el encarcelamiento de opositores en Venezuela. El balance también es negativo en la prometida industrialización y salida del modelo de economía primaria dependiente de precios de commodities.
DESARROLLO. A la hora de hablar de modificaciones estructurales de la desigualdad y la matriz económica, los gobiernos progresistas parecen transformados por el poder y las instituciones, antes que lo inverso. Mientras recetas ortodoxas anuncian nuevamente su llegada, alejan definitivamente la posibilidad de fortalecer procesos que desde el Vivir Bien apuesten por otro desarrollo. Al mismo tiempo, un nuevo marco ideológico, asumido por buena parte del progresismo para encarar la fase política actual, garantiza popularidad y la permanencia en el poder, pero a costo de abandonar principios anticapitalistas y demandas venidas de las movilizaciones que abrieron el ciclo político progresista. Esto es claro si vemos el avance de tres elementos: la ideología del consumo, el consenso del desarrollo y la agenda política traída por sectores religiosos.
La propaganda “gobernista” presenta el crecimiento en índices de consumo como acceso de millones a la clase media. Además de abandonar agendas campesinas, indígenas y obreras, la discusión deja de lado la revisión de prioridades en la economía y la forma de distribución —que continúa beneficiando mayormente a los más ricos. Tampoco complementa el acceso al consumo con un acento en el acceso a salud, educación y transporte de calidad, que permanecen ajenos a las mayorías.
La llegada del papa Francisco al Vaticano, días después de la muerte de Chávez, ya cosechó retrocesos en la legislación progresista, frenando cambios en el Código Civil argentino, y dando legitimidad a la ruptura de gobiernos con luchas de minorías que históricamente la izquierda defendió, cortando incipientes avances en algunos países. La transformación que convirtió a Bergoglio de autoridad de una iglesia conservadora que cierra muestras de arte o no asume una posición crítica durante la dictadura, a líder del progresismo, no habla solamente de una operación comunicacional, sino también del fin de ciclo del progresismo como lo conocimos hasta ahora. Consumo y agenda conservadora se conectan con la incorporación de un punto de vista estatal e hiperpresidencialista, articulando con identidades políticas nacionalistas, con sus variantes batllistas (doctrina política y económica iniciada por José Batlle y Ordóñez) en Uruguay, peronista en Argentina, emenerrista en Bolivia, cuando no de las propias dictaduras, si nos enfocamos en el modelo desarrollista adoptado.
Quizás deba tomarse en serio la propuesta de fundar una nueva internacional liderada por el papa Francisco, presentada por Gianni Vattimo y aplaudida por actores del progresismo “gobernista” nucleado en el Foro por la Emancipación y la Igualdad, en marzo de 2015 en Buenos Aires. Rafael Correa, en esa dirección, asumió este año una defensa sobreactuada y repentina contra lo que llamó “agenda abortista”, para impedir la regulación legislativa de este tema, y de “ideología de género” contra derechos de minorías. El posicionamiento se suma a sus ya clásicas diatribas contra ambientalistas e indígenas.
CONSERVADORES. La política que interviene en los antagonismos sociales, raciales y de ímpetu descolonizador, es así sustituida por valores conservadores desde una idea de confraternización y conciliación, que en el fondo deja de lado la lucha contra la desigualdad, más allá del asistencialismo que encuadra y desmoviliza a los sectores populares desde el paternalismo estatal o religioso.
El nuevo horizonte viene acompañado de un tratamiento de la disidencia como radicalismo contrario a los intereses de la nación. En el plano geopolítico, el aumento de la represión y criminalización de disidentes se articula con la visión hacia oriente, acercándose en el discurso y la economía a regímenes autoritarios como el de Rusia y China, también ya desprovistos de un horizonte anticapitalista y emancipador.
Sustituyendo clase trabajadora y movimientos sociales o indígenas por familia y clase media, el progresismo y la izquierda en el poder dejan de serlo por el camino de la seguridad y el consumo de nuevos nacionalismos desarrollistas. Este movimiento es claro en Nicaragua, donde Daniel Ortega y el sandinismo regresan al gobierno en 2007. El acercamiento con la iglesia que lo enfrentó en los 70 se da junto a la aprobación de una ley que prohíbe el aborto en cualquier situación. A finales del 2014, el congreso aprueba también, sin debate ni socialización de información, una ley que da origen a la construcción de un canal interoceánico, cediendo derechos soberanos por 50 años a una empresa china, reprimiendo y criminalizando campesinos y poblaciones que serán desplazadas. El ciclo político también se interrumpe cuando la política del desarrollo acerca a gobiernos bolivarianos, progresistas o de izquierda a las gestiones nacionalistas y liberales del Perú, Colombia o México, sin distinción en la instrumentalización del poder estatal para garantizar un modelo para nada progresista.
Más que un horizonte anti o post extractivista como alternativa de poder en un nuevo ciclo, vemos aparecer nuevas derechas con discursos renovados “para la gente” y “post-ideológicos” con la bandera que perdió la izquierda de la ética contra la corrupción. Sin participación y búsquedas de otra política que conecten luchas territoriales con luchas en las ciudades, el nuevo ciclo acabará cediendo lugar a un régimen autista e individualista que combine o alterne un nacionalismo social de discurso religioso y un republicanismo individualista de discurso antiestatal indignado.

Tras las huellas del Estado Plurinacional

Tras las huellas del Estado Plurinacional

¿Cómo debemos entender la idea de nación boliviana?, ¿cómo reivindicar una personalidad común, un ‘nosotros’?, ¿cuáles son los pilares de la identidad colectiva hoy?, ¿qué nos une y qué justifica ser una sola nación? Éstas son algunas  preguntas que guiaron a 20 investigadores.
La Razón (Edición Impresa) / Víctor Orduna
00:03 / 21 de junio de 2015
En 2012, el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) se propuso una tarea que por muy obvia que pueda parecer no había sido encarada por las ciencias sociales de forma sistemática: analizar los avatares de la nación boliviana en tiempos del Estado Plurinacional. ¿Cómo debemos entender la idea de nación boliviana?, ¿cómo reivindicar una personalidad común, un “nosotros”?, ¿cuáles son los pilares de la identidad colectiva hoy?, ¿qué nos une y qué justifica ser una sola nación, un solo país? Éstas son algunas de las preguntas —ciertamente, sin solución definitiva— que guiaron la convocatoria, en virtud de la cual fueron seleccionados 20 investigadores provenientes de La Paz, Cochabamba, Trinidad y Sucre, y que dio lugar a la publicación, en 2014, de ocho investigaciones sobre la cuestión.
El rasgo sobresaliente de estos ocho trabajos es un saludable “desacuerdo” en la interpretación del andamiaje plurinacional (podría decirse que la gran virtud del PIEB fue, precisamente, reunir y propiciar el diálogo entre visiones distintas y hasta encontradas sobre la Bolivia contemporánea) que va desde la consideración del Estado Plurinacional como la encarnación estatal de un destino indígena-campesino inexorable hasta la consideración del nuevo hecho estatal como una suerte de remake potenciado del Estado “todopoderoso” que persiguió la Revolución Nacional de 1952. En las antípodas de cualquier presunta consumación estatal de la utopía indigenal, hay también algún estudio que desahucia al Estado Plurinacional. Como colofón, podría añadirse que el atributo plurinacional del nuevo Estado pareciera hoy más desconcertante e incierto que hace seis años, cuando se lo consagró en el texto constitucional, aprobado vía referéndum, el 25 de enero de 2009.
No obstante, a partir de esta afortunada discrepancia de registros sobre los derroteros de la nación también se pueden anotar algunos aportes del conjunto, en función de la lectura de la totalidad. Éste es el ejercicio que se propone a continuación, con base en un resumen del último capítulo del libro Tan lejos, tan cerca del Estado Plurinacional (de libre descarga en la web del PIEB, www.pieb.com.bo), en el que se sintetizan y comentan los resultados de las ocho investigaciones.
NACIÓN. ¡Habemus nación!: ¿quién pone en duda hoy la viabilidad de Bolivia? Una primera constatación es que con la vigencia del Estado Plurinacional —cuya instalación dirimió una pugna política de alta intensidad entre 2006 y 2009— parecen haberse acallado (previa derrota política, se podría decir) aquellas voces que hasta hace unos años —sea por la vía del nacionalismo aymara, sea de una autonomía con visos de secesión— impugnaban la viabilidad de la nación boliviana. Es como si con la inauguración del Estado Plurinacional se hubieran conjurado viejos traumas republicanos de tal modo que, actualmente, no existen actores políticos o sociales que pongan en tela de juicio el “hecho nacional” boliviano con argumentos de índole regional, étnica o económica. Sin embargo, cabe señalar que, desde cierta óptica, esto se interpreta, paradójicamente, como la claudicación del indianismo aymara y la renuncia a las pretensiones de autodeterminación de las naciones indígena originario campesinas aparentemente fagocitadas (quién lo iba a decir) por la centralidad del Estado Plurinacional.
En todo caso, queda en duda si los “desajustes” en la participación de la nacionalidad han sido definitivamente encauzados en el “proceso de cambio” o si han quedado en latencia y resurgirán cuando el actual poder constituido se debilite o, eventualmente, entre en crisis.
El retorno del Estado, en mayúsculas. Aunque existen dudas sobre el contenido y la catadura de las políticas públicas que debieran dar vida a la plurinacionalidad del nuevo Estado, se percibe un cierto acuerdo sobre la contundente envergadura del mismo. Es decir, el Estado Plurinacional es un hecho de poder manifiesto e innegable que, desde determinada perspectiva, ha acabado por consagrar (mejor de lo que lo hiciera el nacionalismo revolucionario) el Estado/nación que pretendió negar. Partiendo de la noción de que el Estado es, en esencia, fiscalidad, no cabe duda de que el nuevo Estado es, fiscal y presupuestariamente, mucho más real, consistente y poderoso que sus versiones republicanas previas, tanto en el nivel central como en los niveles autonómicos subnacionales. No obstante, esto contrasta con la práctica parálisis del proceso autonómico (inviable sin un debate más serio sobre las competencias y la asignación de recursos) y la cuasi desaparición de la autonomía indígena, tal y como originalmente fue concebida.
La viabilidad estadística de la “plurinación”. De acuerdo con las indagaciones estadísticas, durante los últimos años se ha fortalecido el sentimiento de adscripción nacional en el país, sin que esto entre en contradicción con una fuerte vigencia de las identidades tanto indígenas como regionales. A juzgar por los datos cuantitativos, la nación boliviana no solo es “viable estadísticamente” sino que registra un alto índice de identificación asociado a un crecimiento de la autoestima como colectividad.
SIMBOLOGÍA. Por su iconografía los conoceréis. Respecto a los símbolos y a la iconografía que caracteriza al Estado Plurinacional, si bien inicialmente, durante el proceso constituyente se registraron agrias polémicas sobre este tema, en los hechos parecen haber más continuidades que rupturas y la incorporación de la “nomenclatura” indígena en el repertorio de la simbología patriótica no ha sido traumática. Es más, se registra una escenificación cotidiana que alterna símbolos clásicos republicanos y nuevos signos de cuño indígena sin que esto haya alterado la convivencia ritual y sin que haya representado un trastocamiento dramático del imaginario colectivo. Desde una vereda crítica, se percibe, sin embargo, un “vaciamiento” semiótico del valor reivindicativo de los símbolos indígenas que, una vez absorbidos por el Estado, han cedido a una folklorización que anestesia las demandas por cambios de fondo (como el uso oficial de las lenguas indígenas, la educación intercultural y bilingüe, y el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas).
En suma, como suele ocurrir con toda investigación genuina, los ocho estudios promovidos por el PIEB generan más preguntas que respuestas, proponiendo nuevas sendas para el análisis y la reflexión académica. Si bien existen inquietudes acerca de cuestiones como la calidad de la representación política en el Estado Plurinacional —a propósito de representaciones especiales indígenas y de las sillas curules que ocupan representantes de organizaciones gremiales, campesinas y sindicales—, con relación a los contenidos exactos de la descolonización (especialmente en lo que se refiere a las fuerzas de seguridad del Estado) o a la configuración de una justicia en crisis (y de una jurisdicción indígena originario campesina que a pesar de gozar de igual jerarquía constitucional que la jurisdicción ordinaria parece haberse extraviado), la principal preocupación hacia el futuro (o hacia el pasado, según como se mire) se puede resumir en una pregunta que nos devuelve a la génesis del “proceso de cambio”: ¿cuál es, en verdad, el lugar, la participación y el papel de los 36 pueblos indígenas que se supone que son el corazón de la plurinacionalidad en la ruta oficial de la construcción del Estado Plurinacional? Quien crea tener la respuesta, que tire la primera piedra.

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Geopolítica del capitalismo dependiente

Geopolítica del capitalismo dependiente

La guerra de la Madre Tierra reaparece; el gobierno populista ha anunciado nuevas incursiones punitivas; esta vez con destacamentos de ingenieros, que entrarían a construir la carretera por el TIPNIS, vulnerando nuevamente la Constitución y repitiendo el etnocidio colonial.
La Razón (Edición Impresa) / Raúl Prada Alcoreza
00:01 / 21 de junio de 2015
La geopolítica de dominación subalterna; es decir, de las burguesías intermediarias, parte componente en la geopolítica global del sistema-mundo capitalista, es la de profundizar la dominación del sistema-mundo, de sus cartografías de centros y periferias, de la mecánica y técnica del modo de producción capitalista, que convierte a las periferias en donantes de materias primas y fuerza de trabajo barata. Esta profundización de la expansión interna del capitalismo es singular, pues responde a las condiciones y características histórico-sociales del país en cuestión. En Bolivia esta profundización del capitalismo se desenvolvió como economía minera, primero, después como economía combinada minera e hidrocarburífera, para terminar preponderando una economía sobre todo basada en la extracción y venta del gas.
Aunque se haya desarrollado la agroindustria, acompañada de la tala de bosques y venta de madera, fuera de las economías campesinas y, si se quiere, la economía cooperativista, el peso específico se encuentra en la explotación del gas y de los minerales. Se trata, como dicen los economistas, de un modelo primario-exportador. Sobre esta base económica extractivista se desenvuelve la economía agrícola, basada en la ampliación de la frontera agrícola, afectando a los bosques, a los ecosistemas, a las comunidades y pueblos que habitan en las cuencas y sus entornos. La economía de la coca forma parte de esta economía agrícola y es la economía más rentable en este rubro.
En este proceso de profundización del capitalismo dependiente, la economía extractivista tiene como obstáculo a los territorios de los pueblos indígenas, reconocidos y constitucionalizados en la Constitución, así como se encuentran consagrados los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. El gobierno popular, que se autodenomina gobierno de los movimientos sociales, además de representar a los pueblos indígenas, se mete en complicadas argumentaciones para justificar su incursión punitiva en los territorios indígenas, vulnerando sus derechos. Todas sus argumentaciones son estrambóticas; desde la supuesta consulta, hasta la delirante geopolítica de la Amazonía, pasando por las concepciones redituadas del desarrollismo a ultranza, además, claro está, de la manipulación de las organizaciones sociales, incluyendo el sabotaje, la división y la escisión de las organizaciones indígenas, si no es su destrucción. Ahora, después de haber perdido la batalla de la VIIII marcha y haber empatado la batalla de la segunda marcha, y haber perdido la batalla de la Consulta, pues no pudo imponer su consulta espuria, a pesar de haberla llevado a cabo, el Gobierno intenta de nuevo insistir en su proyecto carretero. El Gobierno no pudo construir la carretera que pasa por el núcleo del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure), siendo el núcleo mayoritariamente bosque, donde hay escasas comunidades, pues la mayoría se encuentra en los territorios bañados por los ríos Isiboro, Sécure e Ichoa. El Gobierno quiere volver a intentar imponer su estrategia extractivista, barnizada con una discursividad superflua de geopolítica trasnochada.
¿Por qué lo hace, sabiendo que el conflicto del TIPNIS le ha ocasionado un gran costo político? La geopolítica en curso no es la susodicha geopolítica de la Amazonía, que no es tal, sino la geopolítica de la integración económica y comercial, que apunta a conformar una plataforma de comunicaciones, que unan el Atlántico, el océano del capitalismo de la revolución industrial, con el Pacífico, océano del capitalismo de la acumulación especulativa y de la industria desechable, combinada con la revolución cibernética. El gobierno popular es un dispositivo de esta estrategia de expansión interior capitalista, acompañando a los otros dispositivos estatales, como el gobierno progresista de Brasil, dispositivo estratégico, por la  condición de potencia regional, capaz de articular una integración burguesa de mediana intensidad. El gobierno popular no tiene, en pleno sentido de la palabra, una geopolítica; lo que tiene es una estrategia económica y política, que corresponde a la economía rentista y al Estado clientelar. Ciertamente, de estas características generales no se diferencia el gobierno progresista de Brasil, tampoco el gobierno progresista de Venezuela, así como el gobierno de la revolución ciudadana ecuatoriano; son también economías rentistas y estados clientelares. La diferencia está en el tamaño de sus economías y en el tamaño de sus estados, donde el Estado Federal de Brasil es  notoriamente el de más grande economía y de dimensiones gigantescas del aparato administrativo.
En estas condiciones se comprende que el modelo económico populista se componga de estos tejidos subordinados de la dependencia, configurando un perfil simple; una base extractivista minera e hidrocarburífera, una agricultura expansiva, que se sostiene destrozando bosques y expandiendo la frontera agrícola, una agroindustria  que abastece el mercado interno con una tibia incursión en las exportaciones, salvo la soya que, en realidad, es un emprendimiento transfronterizo transgénico. En el entorno de este núcleo estructural de la economía dependiente, sobrevive la economía campesina y, en mucho más baja escala, lo que queda de la economía comunitaria.  Atravesando todos los intersticios, mediando económicamente entre el Estado y las empresas trasnacionales, las compradoras de materias primas, se encuentran como un tejido provisional la economía cooperativista, principalmente minera. Endulzando esta economía extractivista, que se administra como economía rentista, se parapeta la estructura del Estado clientelar, emitiendo su discursividad demagógica y desplegando procedimientos coercitivos de chantaje. En este panorama económico-social-político del capitalismo dependiente no es aceptable la consolidación de los territorios indígenas, los que harían de contención ante la expansión de la frontera agrícola, también de la frontera extractivista de las concesiones mineras e hidrocarburífera.  Por lo tanto, el TIPNIS es visto por el Estado-nación como territorio enemigo, que tiene que ser definitivamente subsumido a la desterritorialización del Estado y al desierto capitalista.
La guerra de la Madre Tierra reaparece; el gobierno populista ha anunciado sus nuevas incursiones punitivas; esta vez con destacamentos de ingenieros, que entrarían a construir la carretera, vulnerando nuevamente la Constitución y repitiendo el etnocidio colonial, ante el asombro de los pueblos. La apuesta por el extractivismo a gran escala ha avanzado mucho, el gobierno populista está no solamente empapado en esta expansión interior del capitalismo dependiente, sino que es uno de los dispositivos efectivos en este despliegue, sobre todo debido a su máscara indígena y a su demagogia populista, que desarman la capacidad de resistencia de los pueblos.