lunes, 6 de febrero de 2017

Entre Alipio y De la Calancha - La Razón

Nota para el autor: El "Athanasius" al que se refiere el entrevistado tal vez sea el jesuita Athanasius Kircher, autor semi secreto de la época conocido en América por los eruditos como la monja Sor Juana Inés de la Cruz. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Athanasius_Kircher y https://es.wikipedia.org/wiki/Atanasio_Kircher 


Entre Alipio y De la Calancha

Van Den Berg prepara, a los 80 años, dos libros llenos de citas y llamadas bibliográficas e históricas, uno de ellos para la Biblioteca del Bicentenario.
Documentación. En una sola obra Van Den Berg ofrece 900 citas de 553 autores y 1.500 referencias.
Documentación. En una sola obra Van Den Berg ofrece 900 citas de 553 autores y 1.500 referencias. Foto: Juan Espinoza
La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar - Periodista
00:00 / 05 de febrero de 2017
El padre agustino Hans Van Den Berg llegó a Bolivia desde Holanda, su país de origen, de manera casi fortuita, en una aventura académica siguiendo una sugerencia que bien podría no haber escuchado. Desde que aceptara esa propuesta ha pasado 48 años en el país. Su especialidad es historia de las religiones.
Había estudiado Budismo e Hinduismo, más las lenguas en que se escribieron los textos sagrados de esas religiones, nada relacionado ni siquiera a Latinoamérica. Era fines de la década de los 60 cuando un superior que retornó de Bolivia lo llamó en Holanda y le contó que los aymaras conservaban aún mucho de su propia religión: “te he dado la oportunidad de estudiar historia de las religiones, ¿por qué no vas a Bolivia a estudiar la religión de los aymaras?”, le sugirió como tema para su tesis doctoral, sin saber que su decisión determinaría toda su vida.
No regresó. Van Den Berg aceptó la propuesta y nunca más volvió a residir en su país. Durante estas casi cinco décadas en Bolivia ha publicado 26 libros con temas como las naciones originarias del país, la colonia, la evangelización, y la imbricación de los sistemas de creencias indígenas y el cristianismo. Antes de terminar su tesis (La tierra no da así nomás) publicó su primer libro relacionado con Bolivia: el Diccionario religioso aymara, en el que se anotan las palabras que tienen relación con su religión originaria, como las ofrendas, las mesas, los ingredientes, más las indicaciones bibliográficas.
A sus 80 años no aminora el ritmo, al contrario. Hoy está enfrascado en dos proyectos académicos mayores: un libro sobre la vida de Alipio —el mejor amigo y discípulo de San Agustín, con quien se convirtió al cristianismo y luego fue obispo— y la nueva edición de la Coronica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú, con sucesos ejemplares vistos en esta monarquía, del padre agustino nacido en Sucre fray Antonio de la Calancha, para la colección de los 200 libros fundamentales del país comprendidos en la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB). Trabaja a tiempo completo en la edición del texto del cronista altoperuano y los fines de semana avanza el libro sobre Alipio, el cual tiene hasta ahora 450 páginas.
La fase de edición es una parte del trabajo de publicar un libro que rara vez se visibiliza. Pocos libros en el país son valorados tanto por el trabajo riguroso de una edición minuciosa como por el del valor mismo de la obra editada. Uno de los pocos ejemplos de esto último es la edición de Lewis Hanke y Gunnar Mendoza de la Historia de la Villa Imperial de Potosí. La edición que prepara Van Den Berg de la obra de De la Calancha se encamina a un trabajo de gigante similar. No se trata de una reimpresión más, de La coronica moralizada sino de una reedición, la más rigurosa hasta ahora.
La crónica de Calancha consta de cuatro libros y 159 capítulos que relatan la historia de la orden de San Agustín en el Perú (incluyendo los territorios actuales de Bolivia) desde 1551 hasta 1594. En el recorrido de la narración se encuentra una parte de la historia del país. Su autor realiza 900 citas de 553 autores distintos, además de 1.500 referencias. Van Den Berg hace un trabajo minucioso verificando y anotando a pie de página, una a una, cada cita y cada referencia a las que Calancha se remite.
Como si eso no fuese suficientemente moroso, una vez encontrado el autor y libro al que se refiere el cronista, el editor intenta llegar a la mismo libro, al original que posiblemente haya estado en las manos del fray al momento en que escribía su obra monumental. “Esos 553 autores que cita, Calancha los tenía a la mano, porque él no ha viajado a ninguna parte. En Lima estaban en aquel tiempo esos libros. Entonces si La Coronica se editó en 1639, busco ediciones de las referencias anteriores a ese año”.
Esta expedición bibliográfica para facilitar la comprensión del lector actual es realmente compleja y requiere de mucha paciencia. “Es una búsqueda impresionante, complicadísima. Hubo un caso de una referencia de un autor al que se refiere como el ‘Arábigo Alejandrino’. ¿Cómo encontrar?, me costó un día entero. Resultó ser un obispo de Alejandría (Egipto) de habla árabe que escribió una obra en árabe que se tradujo al latín”, relata.
A veces el editor no da con la aguja, ya que los autores de otros tiempos se remiten a un autor dando por sentado su familiaridad. Van Den Berg muestra una referencia apuntando con la mano sobre un ejemplar digital de la primera edición de la Coronica de 1639. De la Calancha se remite a un tal Athanasius: “A este Athanasius no he encontrado hasta ahora, pero no me rindo tan fácilmente”.
El trabajo no acaba ahí, La Coronica moralizada tiene muchas citas en latín, las cuales son traducidas por Van Den Berg al castellano. “He calculado que trabajando la edición de la obra de Calancha a tiempo completo me va a llevar dos años. Son 2.000 folios. Simultáneamente transcribo y sobre la marcha busco los autores”, cuenta. “He ido anotando a todos los autores. Cuando marco con azul es referencia, rojo es cita, eso me ayuda. A veces las referencias son pequeñas, pero otras mencionan un nombre y De la Calancha no pone ningún autor ni libro al margen, ésas son las que más me cuesta encontrar”.
El primer volumen (de tres) que edita la BBB saldrá a fines de este año. La participación de Van Den Berg en el ambicioso proyecto editorial de la Biblioteca del Bicentenario no termina con esta edición, ya que su obra ha sido considerada entre los 200 títulos fundamentales de las letras sobre Bolivia. Por ello uno de los volúmenes, bajo el título de Obra reunida recogerá varios de sus trabajos. “Estoy con entusiasmo y chocho de la vida, quién con 80 años se anima a hacer un contrato de dos años. Siempre está el buen humor”, dice.
http://www.la-razon.com/suplementos/tendencias/Alipio-Calancha-tendencias_0_2647535288.html

‘La felicidad no es una obligación’ El tarijeño Gonzalo Lema, que se ve destinado a leer y escribir, va detrás de un cometa literario

Gonzalo Lema




La Razón (Edición Impresa) / Erick Ortega


13:18 / 24 de enero de 2017
Gonzalo Lema es de hablar tranquilo, pero su agilidad mental va a mil por hora. La destreza con las palabras es su aliada a la hora de narrar, y él vive para narrar. Escribe de todo y para todos. Hoy es el escritor de moda en el país, desde que hace unos 10 días se anunció que fue finalista del Premio Nadal y que ganó el Premio de Novela Negra LH Confidencial. Este es un logro valioso, más si tomamos en cuenta que lo hizo en cancha ajena, en España, un campo muy difícil para cualquier literato.
Tendencias se puso en contacto con él y entabló una charla respecto a su carrera, los premios literarios (ya ganó los importantes en Bolivia y aspira a más), la soledad y de su vida ligada a la escritura. Lema cuenta que va detrás de su “gran novela”. Sigue. No descansa. Y sentencia: “no todos los días se ve un cometa”. Quizás —parafraseando el título de su última novela— a él le va como merece.
— La soledad es un personaje recurrente en sus primeras novelas, ¿aún lo es?
— Probablemente. El ser humano es un animal solitario que se fuerza a vivir acompañado. No termina de lograrlo. Se recluye con facilidad y rapidez. La gente que camina por la vida en tumulto, fabricando bulla, es aún más solitaria, porque no consigue establecer contacto ni con ella misma. Mis personajes suelen ser solitarios, nostálgicos y poco optimistas. También son tristes, melancólicos. Creo que no tengo un solo personaje principal contento. La felicidad no es una obligación.
— Hombres o mujeres, ¿cuáles son más fáciles de llevar sobre el papel y por qué?
— Ambos son, más bien, difíciles. Después de todo, aun siendo de tinta y papel, desarrollan un destino. La frase inicial es la clave, normalmente. A mí me gustan los personajes femeninos. En mi novela Ahora que es entonces tengo a Presbiteria Silva sobre un puente, pensando, monologando. No sabe si su vida cambiará por una punta del puente o por la otra. Me enterneció escribirla. No me recuperé nunca de su tristeza. La señora que me inspiró ya ha fallecido. Vestía un abrigo de oficial de la Guerra del Chaco, en Entre Ríos, Tarija.
— Antes, los escritores ‘se consagraban al llegar a Europa’. Ahora no es tan así. Es más, va a ser su primera vez  y su primera publicación allí. ¿La vara con que se lo mida va a estar más alta?
— No hay mayor preocupación al respecto. Tengo una cálida relación con mis lectores. De intercambio de pareceres y sentimientos. Una amistad, diría. Es una relación que comencé a los 22 años. Ellos sabrán acompañar mis libros como siempre. ¿O se refiere a la crítica académica? En todo caso, conforme me lleno de años, el exigente soy yo. Cada vez me exijo más, con mayor rigor. Es natural que sea así.
— ¿Qué libro ha releído más?
— Rayuela, aunque hace años que ni lo hojeo. Tengo temporadas de relectura y años largos de nuevas lecturas. Últimas tardes con Teresa, de Marsé. Alguno de Vásquez Montalván. La Chaskañawi, de Medinacelli. Algunos días necesito de un viejo amor y rebusco entre mis libros. Releo con la misma impaciencia de siempre.
— ¿Reescribiría algún libro suyo?
— Tengo la tentación de reescribir Si tú encuentras a Mari Jo, mi novela de fútbol y amor. Quizás lo haga cuando me ponga viejo y me quede sin temas.
— Ha llegado a publicar un par de libros por año y tiene varios borradores. ¿Cuánto tiempo le dedica a la escritura y a la lectura al día?
— Toda mi vida. Tengo casi 58 años y he publicado 12 novelas, ocho colecciones de cuentos, tres libros de entrevistas a bolivianos notables, un monólogo de teatro y artículos por temporadas. Nunca he dejado de leer ni de escribir. No pienso hacerlo. No voy a llegar ni a la tercera parte de mi amigo Taboada Terán (123 libros), pero voy a leer y escribir siempre. Es la única vida que me ha gustado siempre.
— ¿Son los premios un parámetro de la buena literatura?
— Creo que no. Algunos de los premiados son buenos libros, claro. En todo caso, los premios permiten que las novelas fluyan mejor hacia el público. Eso es muy bueno. La gente cuenta con una referencia. El escritor ganador se siente motivado. Es como meter gol en un partido clásico.
— Si la literatura negra es el bisturí de la sociedad, ¿qué fue el realismo mágico?
— Ese bisturí está al interior del realismo mágico, porque, más que un estilo, el realismo mágico es una mentalidad, una manera de ver y vivir. Es cierta excentricidad, y extravagancia, y delirio o febrilidad. Nuestra mentalidad difiere de la alemana, ¿verdad? Ningún alemán pasea por Bonn con una víbora en el cuello y vendiendo jabones contra la melancolía...
— ¿Qué tan bueno es tener la habilidad para escribir en diferentes géneros? ¿Qué tan malo es escribir de diferentes géneros?
— Es tan bueno como pasear por un prado, un bosque o una ciudad, pero luego uno decide dónde ha de vivir.
— ¿Cree que ya ha escrito la novela de su vida, lo que fue ‘Cien años de Soledad’ para García Márquez o ‘Ulises’ para Joyce..?
— Esas novelas son hechos aislados, felices “apariciones”. Su calidad ni siquiera se repite en los mismos autores.
http://www.la-razon.com/suplementos/tendencias/felicidad-obligacion-tendencias-Gonzalo_Lema_0_2643335685.html