sábado, 25 de julio de 2015

Mapas Utti Posidetis iure 1810

Tomado del blog peruano Uti Posidetis Iure 1810 (30 de mayo de 2013):
Recopilación y comentario: César Vásquez Bazán

Los dieciocho mapas que aparecen en la presente recopilación serán sin duda chocantes para nuestros lectores chilenos, la mayoría de los cuales fue educado en la creencia que Chile siempre fue dueño del Desierto de Atacama y que, en un acto de bondad suprema, en 1866, obsequió a Bolivia parte de ese territorio, hasta el paralelo 24 de latitud sur.

La realidad es exactamente la opuesta. Chile jamás tuvo título alguno para justificar su presencia en el desierto de Atacama. Eso está demostrado por diversas cartas geográficas de la época,  europeas, estadounidenses, sudamericanas y chilenas, que hemos reproducido para la ocasión. Ellas prueban que por más de tres siglos, desde su establecimiento como colonia española hasta 1866, Chile no tuvo ninguna credencial legal, geográfica o histórica para ejercer su soberanía en el desierto de Atacama.

Para aquellos que no confían en mapas, incluímos los artículos de cuatro constituciones chilenas en las que se establece que el desierto (o despoblado) de Atacama es el límite norte de Chile. También publicamos la letra del primer Himno Nacional de Chile, que canta que por el norte, Chile limita con un gran desierto”.
Después de analizar la información cartográfica y constitucional que presentamos a continuación, los lectores coincidirán en calificar la denominada “reivindicación” chilena del desierto de Atacama como un vulgar robo de tierra boliviana. Es por ello, que puede afirmarse, sin temor a equivocaciones, que Chile es un país ladrón del territorio de sus vecinos.



I

MAPAS DE CHILE Y SU FRONTERA NORTE EN EL PARALELO 25 DE LATITUD SUR (SIGLOS XVII, XVIII, y XIX)

Los dieciocho mapas que aparecen a continuación, publicados entre 1635 y 1865, muestran con claridad la frontera norte de Chile. Ésta aparece situada en el paralelo 25 de latitud sur, siendo el río Salado y la bahía de Nuestra Señora (Our Lady Bay) los puntos de referencia más citados por los cartógrafos. Los territorios chilenos cercanos a la frontera son las localidades de Copiapó y Coquimbo. Las cartas geográficas prueban que, hasta 1866, el desierto de Atacama no se encontraba dentro de las fronteras de Chile.

El hecho comprobado de las diferentes nacionalidades de los autores de los mapas entre los que destacan el chileno Alonso de Ovalle y el científico francés Claudio Gay, bajo contrato con el gobierno chileno permite afirmar que la fijación de la frontera norte de Chile en el paralelo 25 de latitud sur simplemente reflejó la realidad limítrofe existente entre 1635 y 1865. Debe subrayarse que entre los cartógrafos no aparece ningún boliviano o peruano.  
Es interesante anotar que Claudio Gay, el científico francés contratado por Diego Portales,  hizo llegar el territorio chileno sólo hasta el paralelo 26 de latitud sur.
Chile en el desierto de Atacama gracias al dictador Mariano Melgarejo
La oligarquía chilena pudo extender su soberanía a una sección del desierto de Atacama hasta el paralelo 24 de latitud sur gracias a las manipulaciones que ejerciera sobre el analfabeto y criminal tirano boliviano Mariano Melgarejo. Este ignorante dictador creía que los límites fronterizos entre los estados americanos eran meras “líneas aritméticas”. La oligarquía chilena no pudo encontrar mejor monigote que Melgarejo para firmar el Tratado de Límites de 1866. En el citado documento, Melgarejo tomó la decisión personal de ceder a Chile el territorio boliviano ubicado entre los paralelos 24 y 25 de latitud sur. Es a partir de este acto entreguista del dictador Melgarejo, instrumento de la oligarquía sureña, que Chile pudo comenzar a esgrimir el argumento seudolegal del Tratado de Límites de 1866 para ocupar el desierto de Atacama del paralelo 24 hacia el sur.
Melgarejo suscribió el Tratado de Límites de 1866 contraviniendo la Constitución de Bolivia de 1861, la misma que en su artículo primero estableció que Bolivia es “República una e indivisible”. El Tratado de 1866 dividió a Bolivia, escindiendo de ella el territorio ubicado al sur del paralelo 24. Por tanto ese Tratado es nulo: ninguna decisión personal de Melgarejo en materia internacional podía violentar lo normado en la Constitución, por omnímodo que pudiera ser el poder proveniente de la usurpación que lo llevó al gobierno.
Finalmente, debe mencionarse que la oligarquía chilena inventó desde esos años una cínica versión publicitaria para describir sus supuestos títulos al desierto de Atacama. Sin ofrecer evidencias documentales, históricas o geográficas, divulgó que Chile tenía derecho a ocupar el desierto de Atacama hasta el paralelo 23 de latitud sur. Los gobernantes sureños demostraron su buena voluntad hacia Bolivia cediéndole” un grado de latitud sur, permitiéndole establecer su frontera sur en el paralelo 24. De esa manera, los usurpadores chilenos de territorio ajeno convirtieron el Tratado de Límites de 1866 en un supuesto “sacrificio de las pretensiones chilenas en pro de la paz americana”. Pretendieron esconder el verdadero carácter del convenio firmado por Melgarejo, tratado violatorio de la Constitución boliviana y por tanto írrito, que permitió a Chile extender su territorio hasta el grado 24 de latitud sur, a sabiendas que su verdadero límite norte se encontraba en el paralelo 25.
La frontera norte de Chile en el grado 25 según el Journal of the Royal Geographical Society de Londres (1851)
Una prueba adicional de la existencia del límite norte de Chile en el paralelo 25 puede encontrarse en el importante artículo escrito en 1851 por el explorador inglés William Bollaert en el Journal of the Royal Geographical Society de Londres. Bollaert precisa que el límite norte exacto de Chile se ubica en los 25° 23’ de latitud sur, en el lugar conocido como Hueso Parado, donde se había colocado un hito consistente en la mandíbula de una ballena, mandíbula que había sido fijada en posición vertical en la arena (Bollaert 1851, 127). 
Una nota de atención que no debe pasarse por alto es que Bollaert observó que la ambición por obtener las ganancias del guano había llevado a los chilenos a suponer que su límite norte se encontraba más allá del Paposo, es decir más allá de los 25° 23’ de latitud sur. 
La mención de Bollaert y su traducción al idioma castellano son las siguientes:



Texto 2
ATACAMA Y EL PAPOSO (1854)
Autor: James M. Gilliss (1854, 44)
Fuente: Gilliss, James Melville. 1854. U.S. Astronomical Expedition to the Southern Hemisphere during the years 1849-’50-’51-’52. Volume I. Washington: A. O. P. Nicholson Printer. 


Texto 1
PAPOSO (1851)
Autor: William Bollaert (1851, 127)

Paposo


Pasando las caletas de pescadores de Punta Grande, Cachinal y Agua Dulce, atravesando Mal Paso, un lugar muy peligroso y rocoso, llegué a Hueso Parado, que es el antiguo límite reconocido entre [el Virreinato del] Perú y [la capitanía de] Chile, pero como desde la costa se exporta guano, los chilenos parecen pensar que la frontera de su país está más al norte de Paposo.

La línea fronteriza se encuentra en los 25° 23’ [de latitud sur], la que alrededor de una milla y media de la costa está señalizada por la mandíbula de una ballena colocada en posición vertical en la arena, siendo la opinión general que fue colocada allí por los antiguos comisionados encargados de demarcar la frontera española. Herrera pone el límite en 26° S.

Fuente: Bollaert, William. 1851. “Observations on the Geography of Southern Peru, Including Survey of the Province of Tarapaca, and Route to Chile by the Coast of the Desert of Atacama”. Journal of the Royal Geographical Society of London, Vol. 21, pp. 99-130.

La frontera norte de Chile en el grado 25 según la U.S. Naval Astronomical Expedition (1854)
Entre 1849 y 1852, el teniente de la Armada estadounidense James M. Gilliss presidió la Expedición Astronómica Naval de los Estados Unidos al Hemisferio Sur. Gilliss preparó un mapa de la República de Chile a partir de los estudios de Pissis y Allan Campbell, los mapas de Claudio Gay, y originales inéditos de don Bartolomé Navarrete que se conservan en los Archivos de Santiago. Un detalle de ese mapa puede encontrarse en la recolección, signada con el número 17.

En el libro que publicó con los resultados de la Expedición, Gillis explicó que según el capitán Fitzroy de la Armada Real Británica, el Paposo ubicado en los 25° 02’ 30” de latitud sur era la población situada más al extremo norte sobre la que el gobierno de Chile tiene autoridad”. 
Las líneas escritas por Gilliss son las siguientes:



Mapa 9-a
CARTE GEOGRAPHIQUE, STATISTIQUE ET HISTORIQUE DU CHILI (1825)
Autor: Charles-François Beautemps-Beaupré





Mapa 9-b
CARTE GEOGRAPHIQUE, STATISTIQUE ET HISTORIQUE DU CHILI (1825)
Autor: Charles-François Beautemps-Beaupré
DETALLE DE LA FRONTERA NORTE DE CHILE
La frontera norte chilena aparece claramente delimitada con una línea de puntos. El inicio del desierto de Atacama (en color naranja) se encuentra al norte de Chiley no pertenece a ese país. La desembocadura del río Salado en el Oceáno Pacífico demarca la frontera chilena, a la altura de los 25° 40’. Copiapó, Huasco y Coquimbo, las circunscripciones más septentrionales del país, aparecen coloreadas en rosado.

Fuente: Buchon, J. A. 1825. Atlas geographique, statistique, historique et chronologique des deux Ameriques et des iles adjacentes; traduit de l'atlas execute en Amerique d'apres Lesage, avec de nombreuses corrections et augmentations. Paris: Librairie de J. Carez, Editeur.




Mapa 11-a
UNITED PROVINCES, CHILI AND PATAGONIA (1835)
Autor:  David H. Burr



DETALLE DE LA FRONTERA NORTE DE CHILE
La frontera norte chilena aparece delimitada con una línea punteada. Cerca de ella se ubica la bahía de Nuestra Señora y El Paposo. El desierto de Atacama no aparece en territorio chileno. La frontera chilena con Bolivia está demarcada por el paralelo de los 24°. Coquimbo, en color rosado, es mostrada como la provincia más septentrional de Chile. El territorio boliviano aparece coloreado en verde, alcanzándose a ubicar en él las poblaciones de Cobija y Tarija.


Mapa 10-b
BOLIVIA OR UPPER PERU; CHILI, AND THE UNITED PROVINCES OF SOUTH AMERICA OR LA PLATA (1831?)
Autor: Daniel Lizars



DETALLE DE LA FRONTERA NORTE DE CHILE
La frontera norte chilena aparece claramente delimitada con una línea de puntos. El desierto de Atacama se encuentra en territorio boliviano (Upper Peru, en color amarillo). En territorio boliviano aparecen las poblaciones de Calama y San Francisco de Atacama. La desembocadura del río Salado en el Océano Pacífico demarca el inicio de la frontera chilena, a la altura de los 25° 50’. Copiapó es la circunscripción importante más septentrional del país. El territorio chileno aparece en la sección inferior del mapa, coloreada en verde.
En la parte superior de la carta geográfica aparece el territorio peruano y las poblaciones de Arica, Pisagua, y Tarapacá. El río Loa demarca el inicio de la frontera entre Perú y Bolivia.
Fuente: Hamilton, John, y Daniel Lizars. 1831? The Edinburgh geographical and historical atlas, comprehending a sketch of the history of geography... and history of each continent, state, and kingdom, delineated. And a tabular view of the principal mountain chains in the World. Edinburgo: John Hamilton, Daniel Lizars, Whittaker, Treacher, and Co., y W. Curry, Jun. and Co.




Fuente: http://blogs.izquierdaperu.com/category/uti-possidetis-juris-de-1810/

sábado, 18 de julio de 2015

¿La historia empieza con nosotros?: "Kullasuyu, Muxus, Grigotá, Chaku, Charkas, Bolivia y a los antecedentes del Estado Plurinacional"

6 libros al hilo

‘Bolivia, su historia’ resulta una obra abierta, reflexiva y bien editada, que evita las visiones convencionales

La Razón (Edición Impresa) / Raúl Calderón - historiador
00:00 / 12 de julio de 2015
 
Como la segunda fase del transporte por cable en Chukiyawu Marka-La Paz, ojalá con Línea Blanca por la ladera este. Así, sorpresivamente, se difunde una impactante obra de historia. Es el trabajo de un equipo profesional, referido al Kullasuyu, Muxus, Grigotá, Chaku, Charkas, Bolivia y a los antecedentes del Estado Plurinacional.
Ya desde la década de 1830, cual mostraron José de Mesa y Teresa Gisbert y ratificó Juan Miguel Arroyo, existía interés por elaborar una historia de Bolivia que destacase los acuerdos y la prosperidad logrados, una inquietud que será saciada a mediados del siglo XIX. Además, se cumple ahora con creces, en la época de los centenarios y los bicentenarios. Esto, sin duda, constituye una señal fehaciente de que ha habido, y hay, proyectos y país con futuro.
Ahora, la Coordinadora de Historia confirma aquello mediante la colección de libros Bolivia, su historia. Ésta es, en todo caso, una obra de notable concepción, ejecución, síntesis y revisión. Palabras especiales merece la impecable edición, clave en esta obra de varios/as autores/as. Se entiende que no ha sido nada sencillo hacer coincidir ritmos, capacidades e inclinaciones para dar como resultado la unidad que muestran esta media docena de volúmenes.
Los libros cuentan con un complemento adecuado en la distribución y en la campaña de motivación de las que este periódico de vasta trayectoria se ha encargado de manera apreciable en los puestos de venta: una cooperación inapreciable.
Han conformado el equipo de investigación y redacción 29 investigadores/as. Más allá de agrupaciones y corporaciones, existe una institución que es la articuladora e inspiradora: La carrera de Historia de la UMSA (creada en 1966). Del total de autores 21 estudiaron, ofrecieron u ofrecen docencia en dicha unidad. 22 son historiadores de profesión. Obviamente, en este trabajo se han realizado estudios complementarios o de apoyo de arqueología (3), antropología (4), sociología (2), economía (2), derecho (2), educación (1) y literatura (1).
ETAPAS. El primer volumen de Bolivia, su historia trata los procesos culturales y políticos, de los que se enfatiza la coexistencia de la población y la geografía en las épocas previas a la conquista-invasión, en la puna, los valles y los llanos. En dicha visión era pertinente insistir, siguiendo a Ramiro Condarco Morales, respecto a los desplazamientos, interacciones y complementariedades. Las dinámicas coloniales de los siglos XVI y XVII ocupan el segundo libro de la serie. Sobre ellas, ciertamente, hay que tratar de evitar las polarizaciones reduccionistas; se deben considerar en su complejidad, que comprende desde las alianzas, los mestizajes y la producción hasta las pugnas aún persistentes.
La tercera entrega se centra en las crisis y conflictos del siglo XVIII en conexión con la Independencia del XIX, cuyas tensiones y debates —según ha sugerido Andrés Eichmann— pueden remontarse al siglo XVII, más allá de los cortes didácticos, y se expresaron también en términos propios y escolásticos junto a los del iluminismo.
La primera centuria republicana —de importantes cuanto diversas inquietudes, búsquedas, proyectos y acciones— ocupa el cuarto libro. En aras de comprender este periodo de nuestra historia habrá que dejar de lado las tipologías y visiones caudillistas convencionales.
Las raíces del nacionalismo se analizan en el quinto volumen, que describe una amplia gama de luchas y propuestas. Ellas, en la interpretación se tendrán que vincular más con las expresiones de las culturas, pensamiento, educación y artes.
El sexto y último libro se ocupa del periodo transcurrido desde el nacionalismo revolucionario a la actualidad. Una época de quiebres subrayados, empero de resurgimientos y nuevos retos —véase Jonathan Kelley y Herbert S. Klein—. Asimismo, se hace necesario algo más de énfasis en la vitalidad y matices de las propuestas originarias.
REFLEXIONES. Generalmente, partiendo del pensamiento y manejo de conocimientos históricos se apunta a construir hegemonías. Pero también, a veces, desde éstas últimas se conciben y ejecutan trabajos históricos. Aún nos cabe la esperanza que así fuera con mayor frecuencia. De esta forma se generarían más sensibilidad y comunicación.
Para ponderar el carácter abierto y reflexivo de esta obra en seis volúmenes hay que reconocer que —en lugar de la versión autorizada, oficial e irrebatible— pretende abrir diálogo, invita a la investigación. Asimismo, puede servir de empalme cuando los esfuerzos investigativos se encuentren vacíos. Tal sería el papel de referencia de una historia macro como ésta.
Esito, o esingo, nomás. En tiempos de ilusiones satelitales, si hubiera, redes de cables —no cruzados y que sigan “trazo original”—, Amazonía petrolera, marraquetas de 50, Mara Taka/solsticio/Inti Raymi, trenes y otras rutas interoceánicas, visita del Papa y bicentenarios, sea permitido a este comentarista volver a las historias aplicadas y memorias cuanto legados propios. Que, con perspectivas, corresponde preservar.
Todo sucede en las condiciones del presente
Cecilia Salazar - historiadoraA fines de los 70 se produjo un gran momento para las ciencias sociales y humanas porque se dieron las condiciones para que se abriera un amplio escenario de debate acerca de la libertad del sujeto y de su capacidad para actuar. El concepto de la determinación inexorable de las estructuras sobre los sujetos fue relativizado y se visibilizó la agencia, esa propiedad de la que todos disponemos para salir de las sujeciones normativas, imponer nuestros esquemas interpretativos e influir sobre la realidad. Las ciencias sociales y humanas se vieron expuestas a su necesaria renovación epistemológica por el reconocimiento de que la actividad académica e intelectual cumple ciertas funciones que van más allá del plano cognoscitivo.
En ese contexto, si la historia ha sido tradicionalmente definida como una relación unilineal y ejemplificadora entre pasado y presente, ahora se la concibe como un acto reflexivo sobre nuestro acontecer actual. A ello apunta que sea objeto de constantes revisiones, en la medida de los requerimientos políticos del presente. Y que lo que en su momento fuera instituido como hecho histórico, en otro deje de serlo.
SENTIDO. Así, la historia ha asumido la función de darle consistencia a la relación Estado-sociedad, tarea que devino en estructuras institucionales para crear y recrear el conocimiento, de acuerdo con el desarrollo de la infraestructura económico-productiva moderna y que, en lo cultural, pasa por el capitalismo impreso y la comunidad de lectores. Es decir, por la creación de sentido que se enraíza en el tiempo y el espacio de la sociedad actual. El vehículo es la escritura especializada.
Si esto es así, es inevitable que la función política de las ciencias sociales esté fuertemente interpelada por la comunidad imaginada o nación, ante la que posicionamos nuestra vocación intelectual.
La Coordinadora de Historia, que nos ofrece la monumental Bolivia, su historia, es una asociación académica surgida en 1992, en un contexto de ampliación de las posibilidades cognitivas gracias, por ejemplo, a ese extraordinario acto de voluntad pública que alentó Gunnar Mendoza al organizar el Archivo Histórico de Bolivia. Aun en condiciones precarias, la disponibilidad de materia prima para otra historia estaba parcialmente dada, tanto como ciertas condiciones para su procesamiento profesional y especializado, a lo que se suman sujetos con voluntad de politizar sus preocupaciones a través de la investigación.
MOTIVADORES. Pero el contexto del trabajo de la Coordinadora de Historia ha estado señalado por los avatares de nuestra naciente democracia, en la que se enmarcó la caída del Estado de 1952 y sus fallidos propósitos unificadores que auspiciaron la caída del movimiento de los trabajadores mineros. Como resultado de ello vivimos la reemergencia de las culturas subnacionales y, dentro de ellas, las autorreferencias étnicas, revitalizadas por la vigorosa conciencia katarista y luego por los accidentados episodios de la Asamblea Constituyente y el gobierno del MAS.
Esos fueron los motivadores para hacer ciencias sociales y para reescribir la historia, teniendo como foco central —aunque no esté siempre explicitado así— la heterogeneidad estructural del país, elemento distintivo de nuestra configuración. Esto derivó en la larga y continua reflexión sobre la gran masa indígena que, para algunos, resiste las políticas de homogeneización y, para otros, las busca como soporte de su integración.
Haciéndonos eco de ello, volvemos a la idea de que a las ciencias sociales y humanas las interpela la comunidad imaginada, lo que hace imprescindible referirse constantemente al problema colonial como fase constitutiva e irresuelta de la nación boliviana y de sus posibilidades de unificación, objetivo que es el mejor logro de la colección, por la sistematicidad y amplitud del debate que nos ofrece, haciendo un llamado a la complejidad.
DESTINO. Como es imposible abarcar toda la colección en un artículo, valga solo señalar la imposibilidad de hacer una historia que complete al país, como se pretendía. Esta cuestión nos conduce al concepto de totalidad nacional-estatal que hace alusión al conjunto de formas productivas y expresivas existentes, que convergen en un destino —y un pasado— común aún no manifiesto en la estructura ni en la superestructura boliviana. Si la historia privilegia unos hechos y no otros no es porque haya lugares sin historia o sin sociedad, sino porque no existen agentes ni instituciones que adopten una posición política ante sus problemas y los conviertan en objeto de atención pública. Es decir, que los saquen de las penumbras y los publiciten como relevantes.
No es un hecho menor que la Coordinadora de Historia tenga como su primera y más fecunda referencia institucional a la carrera de Historia de la UMSA, plataforma local, que dejaba anunciada la posibilidad de esta otra historia. Habrá que esperar iniciativas equiparables en otras regiones del país, tarea que le compete de manera especial a la universidad pública, la única que tiene las condiciones para optar por campos no mercantilizados desde los que trascender hacia el nombramiento de nuestra profundidad histórica, bajo la tesitura de la autonomía intelectual.
 http://www.la-razon.com/suplementos/tendencias/libros-hilo_0_2304969596.html

lunes, 6 de julio de 2015

Ni los Estados Unidos se gasta las ínfulas imperiales que Chile bajo un gobierno que se dice "socialista" y pretende hablar de hermandad latinoamericana tras su papel durante Malvinas

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Con deshielo EEUU-Cuba, litigio entre Chile y Bolivia pasa a primer plano

El conflicto boliviano-chileno es mucho más antiguo que el que Estados Unidos y Cuba se proponen desactivar. Se remonta al siglo XIX, a una guerra en la que Bolivia perdió una vasta extensión de territorio (120.000 kilómetros cuadrados) y con ella su condición de país ribereño del Pacífico.
Sede. El Palacio de la Paz, donde esta semana Bolivia y Chile presentaron sus alegatos sobre la incompetencia de la Corte.
El Palacio de la Paz, donde Bolivia y Chile presentaron sus alegatos sobre la incompetencia de la Corte. AFKA.
La Razón Digital / Ana Mengotti, EFE / Bogotá
18:53 / 02 de julio de 2015
Con el anunciado restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, que permitirá reabrir las embajadas este mismo mes, las diferencias entre Chile y Bolivia por la demanda marítima pasan a ser el conflicto más enconado en América, sin que se aviste una solución en el horizonte.
Aunque seguirá habiendo fricción entre Washington y La Habana mientras esté vigente el embargo estadounidense a Cuba, la reapertura de las embajadas prevista para el 20 de julio es vista como un paso decisivo hacia la normalización de las relaciones, algo que Bolivia y Chile están por ahora lejos de emular.
Los lazos cubano-estadounidenses, reforzados por la ayuda que EE.UU. prestó a Cuba para independizarse de España en 1898, quedaron rotos en 1961 a causa del alineamiento cubano con el bloque soviético, en plena guerra fría.
Al año siguiente, por motivos muy distintos, Bolivia y Chile suspendieron sus relaciones diplomáticas a nivel de embajadores y, salvo por un paréntesis de tres años (1975-1978), se han mantenido así hasta la fecha.
El conflicto boliviano-chileno es mucho más antiguo que el que Estados Unidos y Cuba se proponen desactivar.
Se remonta al siglo XIX, a una guerra en la que Bolivia perdió una vasta extensión de territorio (120.000 kilómetros cuadrados) y con ella su condición de país ribereño del Pacífico.
Hasta 1879, cuando según su versión tropas chilenas invadieron el país sin una declaración previa de guerra, Bolivia tenía 400 kilómetros de costa.
Ciento treinta y cuatro años después, el Gobierno boliviano sigue reclamando una salida soberana al mar y desde 2013 tiene planteada una demanda ante la Corte Internacional de Justicia en busca de un fallo que "obligue" a Chile a negociar de buena fe una solución.
Sin embargo, Chile no ha cambiado su postura de que el asunto de los límites bilaterales quedó totalmente definido por un acuerdo de paz suscrito libremente por ambos países en 1904 e incluso en su alegato oral ante el tribunal internacional en mayo pasado le ha pedido que se declare incompetente en este caso.
Según la opinión generalizada el proceso de deshielo cubano-estadounidense va a permitir una nueva era en las relaciones de EE.UU. con América Latina, en las que el antagonismo de la superpotencia con el único país comunista del continente ha gravitado de manera notoria.
El expresidente boliviano Carlos Mesa, representante y portavoz oficial de la demanda marítima de su país ante la CIJ, opina que también el litigio de su país con Chile es un obstáculo en las relaciones entre las naciones americanas.
"Si hay una piedra que está entorpeciendo el proceso pleno de integración suramericana es el tema del enclaustramiento forzado de Bolivia", consideró Mesa esta semana precisamente durante una visita a Cuba con el fin de exponer los argumentos bolivianos para reclamar el fin del enclaustramiento geográfico.
Mesa no cree que haber recurrido a la CIJ sea un acto "inamistoso" hacia Chile y apuesta a resolver las cosas por la vía pacífica del diálogo y la negociación.
El regreso a la presidencia de Chile de la socialista Michelle Bachelet en 2014 no ha supuesto una mejora del clima entre los dos países, pese a que ideológicamente ella está más cerca del presidente boliviano, Evo Morales, que su antecesor en La Moneda, el conservador Sebastián Piñera.
Durante su primer gobierno, de 2006 a 2010, Bachelet acordó una agenda con Morales para mejorar las relaciones entre los dos países en la que se mencionaba la necesidad de mantener un diálogo bilateral sobre el tema marítimo desde una perspectiva constructiva.
Sin embargo, no hubo grandes avances y en 2013 Bolivia decidió elevar el asunto ante la Corte de La Haya.
Las diferencias por cuestiones territoriales entre países latinoamericanos han dado pie en los últimos 20 años a numerosas demandas en la CIJ, lo que indica que la región apuesta por las soluciones pacíficas y no por el uso de la fuerza.
Sin embargo, la última guerra librada en América Latina fue por límites. Perú y Ecuador se enfrentaron en enero y febrero de 1995 por una zona de selva de la cordillera del Cóndor, sin que hubiera una declaración formal de guerra.
El conflicto se resolvió con la intervención de los países garantes de un protocolo de paz entre ambos países (Argentina, Chile, Brasil y Estados Unidos) y se zanjó definitivamente con la demarcación definitiva de la frontera.
Tras subrayar que "lo que demanda Bolivia es justicia", el vicepresidente de ese país, Álvaro García Linera, señaló hoy en Santiago que el problema con Chile por el acceso al mar "es una herida que sangra en el cuerpo latinoamericano" y que "ya es tiempo de cerrar esa herida con las herramientas del siglo XXI".


García dice que las autoridades chilenas quieren 'tapar el sol con un dedo' y que la demanda ‘estará siempre presente’

Elo Vicepresidente fue entrevistado por el diario La Tercera en Santiago, donde cumplió una agenda académica a invitación de dos universidades. Reiteró que Bolivia decidió acudir a la CIJ luego de constatar que el diálogo bilateral iniciado en la gestión de Michelle Bachelet no conduciría a ninguna parte.
García Linera durante su presentación con los medios de Chile
García Linera durante su presentación con los medios de Chile Foto: ABI
La Razón Digital / B. Montero / La Paz
08:17 / 03 de julio de 2015
El vicepresidente Álvaro García Linera consideró que las reacciones de las autoridades chilenas respecto a la demanda boliviana de iniciar un diálogo bilateral para tratar la demanda marítima son un intento de “tapar el sol con un dedo” y anticipó que Bolivia acatará el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre este asunto, aunque la demanda “estará siempre presente”.
Hizo las afirmaciones en una entrevista concedida al diario La Tercera de Santiago, donde además  ratificó que Bolivia decidió optar por los tribunales internacionales luego de constatar que el diálogo bilateral con el gobierno chileno no llevaría a ninguna parte.
“Comprendimos que no iba a llegar a nada real, no iba a llegar a nada práctico. Entonces recurrimos a un mecanismo que forma parte de las reglas del siglo XXI, como La Haya. Ya que el diálogo no se dio de manera sincera ni de buena fe, acudimos a La Haya. Podríamos haber tenido el mismo diálogo, pero sin ellos (La Haya). Vimos una dilación cuando tratamos el tema. Nosotros lo planteamos de buena fe”, afirmó.
Cuando La Tercera preguntó a García Linera cómo recibía el gobierno boliviano las reacciones de La Moneda y la cancillería chilena respecto a la insistencia boliviana de diálogo e integración, la autoridad respondió: “Como un intento de tapar el sol con el dedo. No ganan nada con esas reacciones”.
Y dijo que opinaba ello porque con esas actitudes aparecían más agresivos “y cuando uno de enoja, pierde”, advirtió.
García Linera también reiteró que Bolivia acatará el fallo de la CIJ, aunque luego apuntó: “Pero está claro que es un tema histórico que siempre va a estar presente”.
El Vicepresidente viajó ayer a Santiago para cumplir una agenda académica a invitación de dos universidades.



Embajador asegura que el Papa sigue 'atentamente' el curso del diferendo entre Bolivia y Chile

El embajador de Bolivia ante el Vaticano, Armando Loaiza, recordó que en el pasado la Santa Sede se ofreció en la mediación en 1978 y detuvo una guerra entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle. En 2013, gracias a la labor diplomática del Vaticano, se logró el histórico acercamiento entre las autoridades de Cuba y Estados Unidos.
El embajador de Bolivia en el Vaticano, Armando Loaiza. Foto: La Razón
El embajador de Bolivia en el Vaticano, Armando Loaiza. Foto: La Razón
La Razón Digital / Angel Guarachi / La Paz
19:01 / 06 de julio de 2015
El embajador de Bolivia en el Vaticano, Armando Loaiza, afirmó hoy que el papa Francisco sigue “atentamente” el curso del litigio marítimo entre Bolivia y Chile y consideró que su posible mediación en la resolución del diferendo solo es posible si ambos Estados lo aceptan.
“El Vaticano está siguiendo muy de cerca la problemática marítima boliviana, pero eso no quiere decir que estemos envueltos en una mediación. Para que haya mediación tiene que haber un acuerdo entre ambas partes”, señaló tras su posesión como nuevo embajador ante la Santa Sede.
Francisco tiene, dijo, “perfecto conocimiento histórico, incluso desde la Guerra del Pacífico, del diferendo con Chile” y sigue, añadió, la evolución del diferendo que hoy se ventila en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
"El Papa sigue atentamente el curso de este diferendo que tiene Bolivia y Chile por la cuestión marítima”, sostuvo el diplomático.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, señaló a El Deber que la posición del Pontífice es instar a los gobiernos de Bolivia y Chile a encontrar una solución pacífica al litigio, que es arrastrado desde 1879 tras la invasión chilena y posterior Guerra del Pacífico.
“El señor Lombardi ha dicho que la presencia del Papa acá, posiblemente, no trate temas políticos, pero el Vaticano está atento -por su trayectoria histórica y conocimiento de este problema irresuelto entre Bolivia y Chile- que debe arreglarse y definirse por principios de la concordia, la solidaridad y complementariedad y conforme al derecho internacional”, indicó Loaiza.
Recordó que en el pasado la Santa Sede ofreció mediar en 1978 y detuvo una guerra entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle. En 2013, gracias a la labor diplomática del Vaticano, se logró el histórico acercamiento entre Cuba y Estados Unidos.
Pese a esos antecedentes, Loaiza ve “difícil” que la administración de Michelle Bachelet pueda aceptar una mediación en el conflicto, ya que su país –sostuvo- lo  considera de carácter bilateral.

domingo, 5 de julio de 2015

Perú y Paraguay, la importancia de la mención del ‘tema mar’ - La Razón

"La normativa internacional que otorga derechos a los países sin litoral da aún mayores facilidades que el libre tránsito del Tratado de 1904, Chile incumple ambas cosas para con Bolivia, como se ha venido probando no solo los últimos meses, sino desde hace décadas."


Perú y Paraguay, la importancia de la mención del ‘tema mar’

Las dos declaraciones conjuntas del país, una con Perú y otra con Paraguay, hacen menciones al tema marítimo, ¿cuál es la importancia de ambas?
La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont
00:06 / 05 de julio de 2015
Cuando Evo Morales, en el mirador de isla Esteves (Puno, Perú), agradeció el “apoyo” peruano en el “tema del mar” nadie sabía en qué consistía, pues aún no se había firmado y menos hecho público el contenido de la Declaración de Isla Esteves. Luego se hizo público que el documento dice: “32. La República del Perú mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia.
En ese contexto, los mandatarios reafirmaron la significación de las normas del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en particular, el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias. El Presidente del Perú expresó sus fervientes votos para que pueda alcanzarse una solución satisfactoria a la referida situación de mediterraneidad”.
En el caso del Paraguay, la mención es la siguiente: “(Los presidentes de Bolivia y Paraguay) Convinieron en reafirmar la vigencia de los derechos acordados por la ‘Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar’ en favor de los Estados sin litoral, en la efectiva aplicación del Programa de Acción de Viena, de 2014, el Llamado a la Acción de Livingston, de 2015, y el Acuerdo sobre
Facilitación del Comercio de la Organización Mundial del Comercio, e invocaron a los países de tránsito, los países desarrollados y las organizaciones internacionales a garantizar su derecho de acceso al mar y desde el mar, incluidos los relacionados con la libertad de la alta mar y con el patrimonio común de la humanidad, así como la libertad de tránsito, por todos los medios de transporte sin restricciones de ninguna naturaleza; asegurando su cooperación en la construcción y mejoramiento de las vías de transporte; adoptando medidas a fin de evitar y subsanar retrasos y dificultades, por medio de, entre otras acciones, la armonización, la simplificación y la normalización de los reglamentos y la documentación exigidos en frontera y en el tránsito de mercancías”.
En el caso peruano se trata de la expresión de la “comprensión” y la “solidaridad” con la “situación de mediterraneidad” de Bolivia (si bien una palabra más precisa habría sido “enclaustramiento”). El segundo párrafo puede ser interpretado de manera más importante para el país, ya que el Perú hace votos porque se alcance una “solución satisfactoria”. Esto contradice a Chile que intenta decir que todo estaría solucionado con el Tratado de 1904. Al indicar Perú que desea que haya una “solución”, está manifestando  que existe un problema.
En el caso del Paraguay se trata de una acción de apoyo conjunto para exigir el cumplimiento de los derechos que tienen los Estados sin litoral. El tema del enclaustramiento está ausente. En relaciones internacionales pesa mucho el manejo de la opinión pública, expresa el internacionalista Daniel Agramont. “Esa solidaridad (del Perú) ha sido muy bien manejada por Bolivia. A las dos horas hubo una reacción del Perú hablando de neutralidad, pero claro, en Chile hay mucha molestia porque Bolivia está ganando solidaridad”.
Según Agramont, que Perú exprese su solidaridad hace que Chile ya no tenga un escenario  para decir que Lima siempre se opuso a una salida para Bolivia. “Ésa es una de las razones por las que causó tanta molestia en Chile. Esta declaración rompe su esquema de que (el diferendo marítimo) sea un problema bilateral”.
En efecto, en Chile hubo reacciones contradictorias, mientras unos agentes de gobierno de La Moneda sostuvieron que no existía ningún apoyo en esa declaración, otros (Sebastián Piñera) la consideraron inaceptable.
En los alegatos preliminares en La Haya salió el tema del Perú en repetidas ocasiones a causa del artículo 1 del Protocolo Complementario que indica que para la cesión territorial a una tercera potencia (Bolivia) de una superficie que en el pasado fuera del Perú, Chile debe contar con el consentimiento de Lima.
“La mención específica que se hace del mar es el reconocimiento de un problema y Perú manifiesta toda su solidaridad y comprensión. Esto ya no solo afecta a Chile, sino también al Perú. El momento que necesitemos pedir su solidaridad, vemos que eso ha quedado plasmado en esta declaración, y no es que tengamos que exigir su cumplimiento, sino que al tener buenas relaciones como las actuales, se tiene un escenario mucho más favorable. La internacionalista Karen Longaric, sin embargo, tiene una lectura distinta, pues sin menospreciar la importancia de la mención considera que es “tímida”.
“Perú muestra cierta timidez para hacer una declaración de apoyo expreso y categórico”, dice. “ La mención es cautelosa, hasta tímida. Perú ha cuidado de no comprometerse expresamente con la causa marítima, su declaración menciona ‘solidaridad y comprensión’, que son expresiones un tanto difusas”, interpreta.
La declaración —precisa— es importante, pero si se revisa expresiones de Perú formuladas en el pasado se ve que “hay otras mucho más claras” al respecto, “como cuando indica que no va a ser un obstáculo para alcanzar una solución”. “Esto no trata de restar méritos a este documento, ya que es muy difícil que en este momento Bolivia pueda obtener un respaldo más categórico del Perú. Creo que más de lo que se ha obtenido tampoco podía ser posible”, concluye.
Para Agramont, Bolivia busca apoyo en la demanda en La Haya. “Si bien sabemos que se falla en base a derecho, es muy importante poner el tema en la agenda de la región”. Con Paraguay esto es “más simple” por ser mediterráneo y por participar con Bolivia en las conferencias de países sin litoral. “Es una posición conjunta para lograr avances en la normativa multilateral en este tema y Paraguay tiene la misma visión que nosotros”, apunta.
La normativa internacional que otorga derechos a los países sin litoral da aún mayores facilidades que el libre tránsito del Tratado de 1904, Chile incumple ambas cosas para con Bolivia, como se ha venido probando no solo los últimos meses, sino desde hace décadas.
Otro tema relacionado al tema marítimo fue el del puerto de Ilo en la Declaración de Isla Esteves. El acuerdo de uso temporal del puerto se halla en el Congreso peruano, esperando su aprobación desde 2010 (si bien el primer acuerdo que no llegó a implementarse data de 1992). La declaración apunta a que los presidentes subrayaron la importancia de que esos acuerdos entren en vigencia “en el más breve plazo”, además reiteraron su voluntad de establecer una agencia aduanera en Ilo.

Bolivia desideologiza sus relaciones internacionales - La Razón

Bolivia desideologiza sus relaciones internacionales

Hace pocos años era impensable  un acercamiento con Perú o Paraguay, hoy la diplomacia boliviana parece abrirse y  comienza unas relaciones fluidas con países con los que no coincide en materia de política económica.
La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:07 / 05 de julio de 2015
Después de meses de trabajo de las comisiones bilaterales, iniciado en diciembre, se llevó a cabo el Gabinete Binacional y el encuentro presidencial Bolivia-Perú en Puno. La cita produjo un documento de 36 puntos y siete convenios firmados, los cuales involucran un plan de cerca de 90 acciones acordadas, en un inédito acercamiento plasmado en la Declaración de Isla Esteves. Una semana después, Bolivia y Paraguay firmaron una declaración conjunta de 30 puntos con un plan de acción de 14 compromisos.   
Es difícil imaginar que cualquiera de estos dos acercamientos bilaterales hubiese podido suceder años atrás en el gobierno de Evo Morales. Esto demuestra un giro de timón en la diplomacia boliviana, hace poco reacia a una relación fluida con sus vecinos que sostenían modelos económicos disímiles al boliviano. Hay que recordar que tras el golpe al mandatario exsacerdote y sociólogo Fernando Lugo en Paraguay, Bolivia rompió relaciones con ese país. El hoy electo Horacio Cartes está muy lejos del discurso de Evo Morales.
Con el presidente peruano, Ollanta Humala, sucedía algo similar, que ya se arrastraba desde la gestión de Alan García, por la firma del Perú de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos (implementado en 2009) y su adhesión a la liberal Alianza del Pacífico. La relación no era de las mejores. Esto demuestra, en palabras de la internacionalista Karen Longaric, que Bolivia “ha comprendido que la integración está más allá de las cuestiones ideológicas”.
En el caso del acercamiento con Perú, éste fue calificado de “histórico” porque nunca se había abordado una agenda con decenas de técnicos de ambos países, encarando con más o menos entusiasmo (dependiendo del tema) cada aspecto de interés común de la relación bilateral. Con Paraguay, si bien no hubo una confrontación verbal (salvo en tiempos del golpe a Lugo), tampoco se conoce de un diálogo fluido, por lo que la firma del “Comunicado Conjunto de los Presidentes de la República del Paraguay y del Estado Plurinacional de Bolivia” el 29 de junio, cobra mayor significación.
“Se está viendo una mayor apertura en las relaciones internacionales de Bolivia, se quiere volver a tener un relacionamiento fluido con los vecinos, ya no estamos pensando que la región está dividida en dos de acuerdo con la ideología. Esto va a ser muy fructífero para Bolivia”, interpreta el internacionalista Daniel Agramont.
En efecto, el giro parece darlo Bolivia, que ocupaba algunos de sus esfuerzos en fortalecer la plataforma política de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), al menos esto se puede concluir de la opinión de Agramont, que atribuye el cambio a una apertura de la diplomacia nacional: “Creo que ya pasó este rompimiento que tenía que darse en la región. Bolivia es el principal exponente en esto. Ya no estamos entendiendo: ‘eres de izquierda o eres de derecha y no nos relacionamos’. Ya pasó esa etapa en que se veía si se sumaban o no al eje del Alba”.
VECINDAD. Para Longaric, es importante y “hasta cierto punto elemental” que Bolivia mantenga relaciones de respeto y buena vecindad con los países fronterizos. “Esa relación debe trascender a lo ideológico y a los intereses que se generan de un modelo de mercado que cada país elige de forma soberana, por eso las declaraciones firmadas tanto con Perú como con Paraguay recogen temas de interés mutuo y adoptan políticas de apoyo recíproco para la concreción de los objetivos comunes como países vecinos”, señala.
Tanto la analista como Agramont, leen esta desideologización de las relaciones bajo un signo positivo, para este último, el acercamiento con el Perú ha sido “un golazo de la diplomacia del canciller Choquehuanca”. El distanciamiento con Perú, como se dijo, comenzó con el TLC que ese país firmó con Estados Unidos. Esto devino en un rompimiento con la Comunidad Andina de Naciones y el modelo con que Bolivia y Venezuela pensaron que iban a ganar adeptos, es decir el Alba.
“Ha sido un rompimiento que creo tenía que darse, hoy vemos un nuevo escenario de relacionamiento. El eje del Alba entendió que llegó hasta donde llegó, lo que no significa que no podamos llevarnos bien con el Perú mientras siga aplicando el liberalismo en su economía. Podemos seguir teniendo gabinetes binacionales y acuerdos para varios temas. Eso ya no va a afectar y distanciarnos”, dice el analista internacional.
Sobre la misma lógica, Longaric insiste en que el Alba “no es un proceso de integración, sino un proceso de carácter político” entre países de similar línea ideológica. “Bolivia sabe que requiere consolidar su posición en los procesos de integración, por eso es que en la declaración con el Paraguay pone énfasis, por ejemplo, en el tema de la integración cuando se refiere al Mercosur, a la integración a través de las hidrovías, la Celac, etcétera. Bolivia es consciente de que debe fortalecer su presencia en los procesos de integración, los cuales están más allá de la cuestión ideológica”.
Queda claro, al menos por las señales dadas desde Lima, que Perú (con o sin Humala) no va a cambiar su modelo económico vinculado al libre mercado, por lo que sostener una posición cerrada respecto de las relaciones con este país solo retrasaría una agenda bilateral urgente, eso es lo que parece entender el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia. Aún más, un escenario post La Haya con malas relaciones con el Perú sería indeseable.
En cambio, sobre la relación con Paraguay se escucha poco en los medios desde hace varios lustros. No es algo que interese a los medios de comunicación, sin embargo, el compartir una frontera hace que existan tareas que deben ser completadas con la cooperación de ambas partes.
ISLA ESTEVES. Durante el gobierno de Alan García, el intercambio de declaraciones de ambos lados llegó incluso a los insultos. En julio de 2008, a raíz de una declaración de Morales en sentido de que Estados Unidos estaría instalando una base militar en Perú, el Mandatario incaico llamó a consultas a su embajador en Bolivia para “revisar” la relación; Alan García acusó a Evo de fomentar la división interna en Perú y lo mandó a callar o “asumir las consecuencias”; Morales respondió enseguida calificando al Jefe de Estado peruano de “soberbio” y “antidemocrático”.  Con todo, cuando García estaba de salida, en 2010, hubo un encuentro presidencial que derivó en la firma del Protocolo Complementario y Ampliatorio a los Convenios de Ilo que tienen el objetivo de poner en vigencia el Convenio de Amistad, Cooperación e Integración Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz (1992).
La reunión de 2010 no es desde ningún punto de vista comparable con lo sucedido en Isla Esteves, dice Agramont. “El gabinete binacional es de otra magnitud, no ha sido una reunión cualquiera. Bolivia y Perú vuelven a la senda de ser países hermanos. Aunque estamos con modelos diferentes ha bajado el nivel de conflictividad que incluso llegó a insultos. Ahora hay acuerdos concretos.”
La Declaración de Isla Esteves tiene 34 puntos. Los cuatro primeros responden más bien a una forma retórica que explica qué ha llevado a los mandatarios al momento de esa firma. Así, se habla del lazo histórico que une a los dos países, de los desafíos del futuro en beneficio de los dos “pueblos”, para concluir en el convencimiento de que el formato de los gabinetes binacionales es lo más apropiado para la ejecución de la agenda trazada.
En realidad, el modelo de los gabinetes binacionales viene de la experiencia peruana, pues el Perú tiene ese mecanismo tanto con Ecuador como con Colombia. Esto puede constituir un aprendizaje para las relaciones bilaterales de Bolivia, si bien el país cuenta con otros mecanismos de relacionamiento que están en funcionamiento todo el tiempo.
Siguiendo con la declaración, desde el punto 5 se abordan las tareas concretas. Así, sobre el lago Titicaca, se expresa un “firme compromiso” de poner en práctica todas las medidas que estén al alcance, con el fin de restablecer sus capacidades ambientales. Para ello se crea una comisión binacional para que en 90 días se definan los lineamientos y acciones para tal efecto.
En este mismo sentido se establece que se fortalecerá a la Autoridad Binacional Autónoma del lago Titicaca (ALT). Otros temas del sistema hídrico compartido son mencionados en ese mismo sentido, hasta el punto 10.
Del 11 al 15 se abordan temas de seguridad con el compromiso de asumir tareas para la lucha contra el narcotráfico, contrabando y la trata de personas. El punto 15 hace de bisagra para pasar de los temas de seguridad a los sociales, como los vinculados a la lucha contra la pobreza, la salud, los derechos laborales, la educación, la cultura. Esto se lee hasta el punto 20 con excepción del 18 que, un tanto aislado en el lugar que ocupa, habla de la integración económica y acceso mutuo a ambos mercados. Posiblemente ese punto 18 debió estar al lado del 21 y los que le siguen, los cuales hablan de la integración hidrocarburífera, “incluyendo exportación de GLP y gas natural al sur del Perú”, la indicación por parte del Perú de estudiar el proyecto ferroviario central boliviano, el corredor vial central, entre otros. Todo esto hasta el punto 24.
Del punto 25 al 26 se ve el tema portuario de Bolivia en Ilo, reiterando la importancia de su implementación (hoy este convenio se halla en el Congreso peruano esperando su aprobación). Se ratifica la voluntad de abrir una agencia aduanera boliviana en la ciudad de Ilo.
Luego viene lo que se llama “otros temas de interés”. Un punto importante es el 28, que resulta en el compromiso de fortalecer la Comunidad Andina y enfrentar su reingeniería; se saluda la integración mediante la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El punto 32 sirve al Perú para expresar su comprensión y solidaridad con la “situación de mediterraneidad” de Bolivia. El 34 se dedica al anuncio del hallazgo arqueológico de dos soldados bolivianos muertos en la batalla del Alto de la Alianza (1880) y se siguen con puntos protocolares. En conclusión, se puede decir que se abre la agenda bilateral posiblemente más completa con el Perú.
BOLIVIA-PARAGUAY. Una semana después de Isla Esteves, en Asunción, los presidentes de Bolivia y Paraguay firmaron un comunicado conjunto. Este versa sobre temas esencialmente fronterizos y comprende 30 puntos. Si en el documento con Perú se mencionaba la Batalla del Alto de la Alianza, acá se menciona el alto el fuego del 14 de junio de 1935, que puso fin a las hostilidades de hecho de la Guerra del Chaco, si bien la guerra continuó en derecho por unos años más hasta que se firmó la paz definitiva.
Se destaca la importancia de una alianza que impulse acciones para “ampliar y diversificar el intercambio comercial”; coordinar políticas que prioricen la producción de bienes con valor agregado; optimizar el tránsito de mercadería por la hidrovía Paraguay-Paraná. El punto cuatro es una reafirmación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar y un llamado a su cumplimiento.
Se resalta el acuerdo de intenciones para que Bolivia venda gas al Paraguay, así como se señala que se estudiará la interconexión para una integración energética (vinculada a la electricidad) entre ambos países. Ambas naciones además se comprometen a desarrollar infraestructura para conectarse (corredores carreteros y ferroviarios que sean parte de vías bioceánicas).
Se coincide en seguir promocionando los derechos de los pueblos indígenas. Se reitera la necesidad de reactivar el plan binacional en materia de seguridad y lucha contra el crimen transnacional, además de otras medidas de asistencia conjunta para luchar contra el narcotráfico y otros delitos.
Como un punto especial, los dos países acuerdan apoyarse mutuamente en sus respectivas candidaturas a ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En el caso de Bolivia, su postulación para la gestión 2017-2018 (hay voces enteradas que señalan que Bolivia ya tendría el consenso regional para asumir un papel en el Consejo de Seguridad esa gestión; este punto del comunicado conjunto ratificaría como cierta esa pretensión boliviana); Bolivia a su vez apoyará la candidatura paraguaya para el periodo 2028-2029.
El acuerdo con Paraguay también facilitará el ingreso de Bolivia al Mercado Común del Sur (Mercosur): el miércoles 1 de julio, el diario paraguayo ABC informó que el Gobierno de ese país “acordó finalmente firmar el próximo 17 de julio en Brasil, durante la reunión de jefes de Estado del Mercosur, el protocolo de adhesión del país andino al bloque”; con esto, solo falta que el congreso de Brasil ratifique el ingreso boliviano al organismo internacional.
La casi sincronía de la firma de dos declaraciones conjuntas con dos países que no son afines al modelo económico boliviano, acaso sea el inicio de un patrón de comportamiento de la diplomacia boliviana en un nuevo escenario de relacionamiento; habrá que esperar y observar qué sucede con Estados Unidos. El año pasado, Bolivia daba la primera señal para la restitución de las embajadas (dentro del marco de la dignidad y la soberanía) solicitando una reunión presidencial con ese país. Estados Unidos respondió favorablemente enviando una delegación al acto de posesión de Evo Morales en enero, sin embargo no se supo más. Habrá que esperar para ver si esta desideologización llega al punto de restablecer embajadas con el país con el que más se ha subido el volumen de las declaraciones.