domingo, 15 de mayo de 2016

Eduardo Mitre, homenaje

Eduardo Mitre: una vida poética

Homenaje al escritor boliviano

Nació en Oruro en 1943 Estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón y luego viajó a Francia donde realizó estudios de literatura francesa.
Nació en Oruro en 1943 Estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón y luego viajó a Francia donde realizó estudios de literatura francesa.
ADHEMAR MANJÓN
EL DEBER
14/05/2016
06:00
Eduardo Mitre, uno de los poetas y ensayistas literarios más importantes de Bolivia, llegó esta semana a Cochabamba para ser homenajeado por el Centro Cultural Simón I. Patiño. Vida y obra del autor orureño fueron reconocidas el miércoles, en una noche en la que Mitre pudo reunirse con amigos y colegas de siempre, como Luis ‘Cachín’ Antezana y Mónica Velásquez. Semanas antes, el autor de poemas imperecederos como Añoranzas respondió a Brújula una entrevista vía e-mail, en la que habló de su vida fuera de Bolivia, su amistad con autores como Jaime Sáenz y Jesús Urzagasti y de otros poetas bolivianos.

¿Cómo han sido estos años de vivir fuera de Bolivia? ¿Cómo ha vivido esta especie de exilio y cómo se inserta Bolivia en su obra en estos años? Pienso por ejemplo en ese verso que dice Entre el silencio y el ruido/abro un túnel de palabras/directo a Cochabamba.
Literaria y vitalmente muy favorables, pues he escrito varios libros tanto de crítica como de poesía. No, no me he sentido ni me siento exiliado pues resido en Nueva York por decisión propia, ahora en Brooklyn y poco antes en Manhattan. 

Desde luego, a menudo siento añoranza de amigos, y de paisajes nuestros, pero los mitigo en los retornos que hago periódicamente a la “Llajta”. Además, uno viaja con sus raíces, con sus recuerdos de la infancia, y de la adolescencia, como en mi caso consta en Vitrales de la memoria, escrito en Manhattan, y antes, en varios otros poemas de mi obra. El que citas: Manhattan transfer, traza un regreso imaginario a mi casa de entonces en Cochabamba, abriendo un túnel de palabras hacia la escucha de las voces familiares. 

Que el verso sea una llave/que abra mil puertas, dice Vicente Huidobro, un poeta al que usted le dedicó un ensayo. Ese poema finaliza con El Poeta es un pequeño Dios. 

¿Qué puertas le ha permitido abrir la poesía, desde que publicó su primer libro, en 1965?
En esos versos de su Arte poética, un Huidobro joven propugnaba una poesía regida por la libertad de la imaginación, opuesta a una estética mimética, simple espejo de la realidad. En su poesía esas puertas son las imágenes y metáforas que nos dan a ver una visión maravillosa. En mi poesía, con las mismas llaves, esas puertas se abren a la celebración de las cosas cotidianas: la mesa, la silla, la puerta, la ventana en Brooklyn. Pero la poesía es asimismo elegía y testimonio, es decir: historia; en mi caso, Razón ardiente, Yaba Alberto…

En su momento su poesía fue admirada por Octavio Paz, el propio Julio Cortázar también tuvo buenos comentarios de su obra. Además, hoy es considerado uno de los más importantes poetas de Bolivia ¿Cómo se siente respecto a este reconocimiento de su obra?
Siento gratitud por los escritores que mencionas y que nos dieron obras imprescindibles de la literatura universal. La atención prestada por ellos a mi poesía fue una suerte de confirmación y, sobre todo, un impulso para mi vocación de escritor. 

Recientemente se publicó la poesía completa de Jaime Sáenz. Él fue uno de los primeros que lo apoyó en su obra ¿Cómo fueron esos años de amistad con Sáenz y qué valor tiene su obra poética para la literatura boliviana?
No fue una amistad fluida, sino intermitente, limitada por mis residencias en el exterior. No nos escribimos sino un par de cartas. Lo visité varias veces en su casa. Nuestro encuentro fue motivado por Elegía a una muchacha, que llegó a manos de Jaime gracias a Jesús Urzagasti. 

En ese entonces, Jaime me escribió una carta elogiando esa elegía y acompañándola de un precioso obsequio: un ejemplar de Aniversario de una misión. En su carta me invitaba a visitarlo y a hospedarme en su casa. La rememoración del primer encuentro, una soleada tarde de agosto, en el andén de la estación de trenes de La Paz, a la que generosamente fue a recibirme, me inspiró no hace mucho un breve poema, que es asimismo una expresión de gratitud a su memoria. 

No conozco aún la edición realizada por Plural; la imagino de una calidad digna de la obra. Pero sí conozco bien la poesía de Saenz, sobre la que he escrito dos breves ensayos. A más de mi admiración por ella, puedo decir que, para bien y para mal, ha ejercido una gran influencia en varios escritores bolivianos. 

Usted ha manifestado que Pirotecnia, de Hilda Mundy; El occiso, de María Virginia Estenssoro; y Naufragio, de Yolanda Bedregal (los tres publicados en 1936) fueron importantes para iniciar las vanguardias en Bolivia ¿Qué le lleva a esta conclusión y cuán importante es que fueran tres mujeres las que las lleven adelante? 
He llegado a esa constatación después de un análisis de sus obras en el panorama de nuestra literatura. En breve y para no repetir lo expuesto en los tres ensayos dedicados a ellas: las obras que mencionas tienen un carácter innovador, si prefieres, fundacional: El occiso, de Virginia Estenssoro, prefigura temática y estilísticamente la poesía de Saenz. 

Yo cito un solo fragmento para mostrarlo sin caer en la redundancia, pero se pueden citar varios rasgos de ese libro presentes en la escritura de Jaime. En cuanto a Yolanda Bedregal, que cultivó varios géneros, su espíritu innovador destaca en el tejido metafórico de su poesía y en esa inserción de la poesía en la prosa, como en varios relatos de Naufragios.

La entrañable Hilda Mundy (“¿Quién me dirá cómo eras y quién fuiste?”), probablemente al influjo de Ramón Gómez de la Serna, introduce en nuestra literatura la greguería y, con esta forma, una poesía prosaica y urbana basada en la metáfora y el humor, como nunca antes.

Su obra ensayística y como antologador también ha sido muy destacada en nuestro país, y ha servido para entablar diálogos con las obras de diferentes autores. ¿Qué le dejaron a usted esos trabajos, qué conclusiones tiene hoy de los mismos? ¿Influyó su labor como ensayista en su obra poética?
La satisfacción de haber elaborado, a lo largo de varios años, un corpus crítico sobre obras de autores nuestros, concertando un diálogo entre ellas, sin olvidar su singularidad ni su enriquecedora relación con obras de la tradición latinoamericana y universal. En una palabra, he tratado de trazar un mapa parcial de la poesía boliviana desde el modernismo hasta algunos poetas contemporáneos. 

El sentido crítico interviene tanto en la elaboración de un ensayo como en la composición de un poema, pero acaso de un modo distinto, En ambos casos, es obvio que no deja de tener un carácter subjetivo, obediente a una sensibilidad, a una formación y a un criterio personales. 
Gran parte de la labor crítica que he realizado se gestó paralelamente a la de mis libros de poesía.

Usted ayudó a diseñar la carrera de literatura en la universidad de Cochabamba, proyecto que se vio truncado cuando acometió la dictadura. Actualmente en Bolivia solo existe una carrera de literatura, en la ciudad de La Paz ¿Cuál es la importancia de esta carrera para la literatura boliviana y por qué es importante que se imparta en las universidades de las distintas ciudades?
Fue un hermoso proyecto que Luis H. Antezana y yo elaboramos cuando trabajábamos en la Universidad de San Simón, Pero quedó en eso, en proyecto, debido al abominable episodio que mencionas. 

La creación literaria implica un aprendizaje, una formación. Yo debo mucho a los profesores que he tenido en la universidad de Pittsburgh. No dudo que sería muy conveniente implantar facultades de literatura en Santa Cruz, en Cochabamba o Sucre. 

La Facultad de La Paz ha albergado y alberga a escritores y críticos cuyos aportes a nuestra literatura son muy valiosos. En sus aulas enseñan escritores de relieve, y pasaron por ellas poetas como Julio de la Vega y Rubén Vargas Portugal. 
Los caminos de Eduardo Mitre, el poeta de las sensaciones
Los caminos de Eduardo Mitre, el poeta de las sensaciones

Sigue la poesía que se hace en este siglo en Bolivia ¿Cuál diría que son sus principales representantes y cuáles sus características?
Debo ponerme al día, y espero hacerlo pronto. Pero he leído con entusiasmo la poesía discursiva y sorpresivamente relampagueante de Benjamín Chávez, la de Gustavo Soto Santisteban, abriéndose paso a la celebración en la elegía, la sencilla y concisa de Gustavo Cárdenas. Me gustaría conocer más y mejor la poesía de Emma Villazón Richter, de Sergio Gareca, Claudia Peña Claros y Blanca Elena Paz, así como la de otros poetas.

¿Quiénes cree que son los grandes olvidados de la poesía nacional y por qué?Si los hay, ignoro las razones, y esperemos que pronto se repare en ellos. Lo evidente es que hay obras publicadas que merecen mayor atención crítica y, sobre todo, lectores. 

Más allá de las temáticas o las etapas que ha tenido su obra poética ¿se podría decir que las razones por las que escribía poesía en su juventud son muy distintas a por las que escribe hoy? ¿Para qué y por qué escribe hoy Eduardo Mitre?
Como para el adolescente que me contagió este saludable vicio de la lectura y escritura, sentir eso que llamamos poesía y plasmarlo en palabras, es un acontecimiento íntimo, compartido y completado luego por lector. 

Escribo por asombro y fascinación, por nostalgia, por indignación. ¿Para qué escribo o se escribe? En cada buen poema, si es bien leído y oído, se puede encontrar respuesta a la pregunta
http://www.eldeber.com.bo/suplementos/eduardo-mitre-vida-poetica.html