domingo, 30 de agosto de 2020

La debacle de La Razón, el aparato cultural de "el proceso"

La Razón y la ley que viene

Rafael Archondo

https://brujuladigital.net/opinion/la-razon-y-la-ley-que-viene 

Este año, el periódico La Razón cumplió 30 años de vida impresa. Si nuestra memoria no flaquea, sus directores fueron nueve: Jorge Canelas, Raúl Garáfulic Lehm, Juan Cristóbal Soruco, Juan Carlos Rocha, Lorenzo Carri, Grover Yapura, Mabel Franco, Edwin Herrera y Claudia Benavente. Sus propietarios, en cambio, cuatro: los 10 accionistas fundadores, el grupo Garáfulic, el grupo español PRISA y Carlos Gill Ramírez.

La historia del periódico, que empezó en Miraflores y podría morir en Auquisamaña, se divide también en cuatro etapas, a nominarse como los años mozos, el gran consorcio multimedia, la españolización y el sometimiento al gobierno del MAS. Desde el punto de vista político, los periodos son en realidad tres: amor por Goni, apego y ruptura con el general Banzer y palmaditas con el “hermano” Evo.

Me consta personalmente que La Razón dio sus primeros pasos siendo un diario de oposición al gobierno de Paz Zamora. Ese temperamento la hizo grande en muy poco tiempo. Era el papel y la tinta que las autoridades más vigilaban y lamentaban. Sus textos e ilustraciones se pusieron en el centro de la controversia. Bajo el comando de Jorge Canelas,  se obró, en gran medida, la victoria de Goni aquel 1993. La línea editorial e informativa resultó bendecida por el consenso interno. A ninguno de los periodistas nos fastidiaba embromar a los poderosos.  Entre sus 10 primeros accionistas figuraban los dos Fernandos de Goni: Romero e Illanes, que luego juraron como sus superministros.

En 1995, el grupo Garafulic adquirió el 50% de las acciones del diario. Dos años después, todo. Llegaba Banzer a la presidencia. Apegado a sus costumbres de exmandatario incuestionable, el general exigió lealtad a la familia compradora de La Razón. Lo que pudo ser una historia de sumisión derivó en la rebelión de la redacción y el fin de la amistad con ADN. El momento más sonado de esa ruptura fue cuando La Razón embistió contra el entonces ministro Walter Guiteras. Todo un choque de trenes.

En 2000, Raúl Garáfulic Gutiérrez, que había sido embajador de Bolivia en España, consigue atraer inversión extranjera para sus empresas. Llega al país el grupo español PRISA. Los españoles también adquieren acciones en ATB. En 2003 se produce la quiebra del grupo Garáfulic. PRISA se queda con todo. Seis años más tarde, también cae en dificultades. Llega entonces otro extranjero, Carlos Gill Ramírez, empresario paraguayo de origen, venezolano de crianza y español por residencia. Gill dijo el año pasado que el gerente de Bolivia se llamaba Álvaro García Linera. Con su venia montó sus negocios ferroviarios, teleféricos, energéticos y de vigilancia aérea. Con su venia y solícito consejo, Gill designó a su directora, síndico, miembros de directorios, editorialistas, gerentes y demás personal de confianza. Todos eran y son abiertos o disimulados operadores del MAS en el seno de las empresas de Gill.

El buen periodismo siempre es y será de oposición. Pegarse al poder no solo es huérfano de ética, sino también de sentido práctico. La Razón hizo oposición entre 1989 y 1995, sus mejores años. Perdió el rumbo luego, por un tiempo breve. En cambio, entre 2009 y 2019 optó por embolsar millones en publicidad estatal y fingir demencia ante los síntomas crecientes de autoritarismo y control centralizado del poder. Cuando el avión de la Fuerza Aérea Mexicana despegó del aeropuerto de Chimoré en noviembre del año pasado, todo se puso color hormiga. El COVID-19 solo fue el tiro de gracia. De haber tenido 300 trabajadores, ahora tiene menos de cien.  Muchos han firmado su retiro y cobrarán sus beneficios sociales en una larga y paciente hilera de cuotas. Aquello nunca dejó de ser una “masacre blanca”.

El próximo gobierno electo tendrá que discutir y aprobar una ley que rinda cuentas a esta larga historia. De los 1.700 medios que existen en Bolivia, según el dato del exministro Manuel Canelas, 400 recibieron publicidad estatal durante la era del MAS. De ellos, La Razón fue favorecida de manera grosera. Eso debe acabarse. El Estado necesita comunicarse con la población, sí, es todo lo que requiere. No está en la obligación de alentar negocios de privados que le entreguen a cambio su complacencia informativa, asesinando de ese modo al periodismo, que es una actividad de contra-poder. Que surja entonces una ley que regule la entrega de publicidad estatal. Andrés Gómez ha redactado un primer borrador. A leer entonces y a mejorarlo.

Rafael Archondo es periodista.

José Luis Exeni, el poncho rojo, el intelectual cortesano, el árbitro electoral, el mil caras

Ayer fue la desaparición de la memoria virtual de La Prensa (2003); hoy es La Razón (2020). Una historia que se repite para "desaparecer" a adversarios y disidentes o para esconder los trapos sucios de las buenas conciencias de hoy (juzgan y condenan a medio mundo y nunca rinden cuentas). Los intelectuales cortesanos que ayudaron a los García Linera a edificar el ídolo con pies de barro llamado Evo y que todavía algunos reverencian como el gran acontecimiento de los últimos tiempos en Latinoamérica. -FFO


Estudio Delphi de José Luis Exeni: tirar la piedra y esconder la mano 

https://brujuladigital.net/opinion/estudio-delphi-de-jose-luis-exeni-tirar-la-piedra-y-esconder-la-mano 

Ricardo Aguilar


El viernes 21 de agosto publiqué en Twitter mis apreciaciones en relación a la encuesta Delphi 3, realizada por José Luis Exeni en el Foro que dirige en la Friedrich Ebert Stiftung (FES). Cabe, en justicia, separar el resto de los foros de la FES de las críticas que hago al que dirige Exeni.

El método Delphi (nombre en inglés tomado del oráculo de Delfos) es una técnica que se basa en opiniones de expertos, generalmente con intenciones prospectivas.

Pongo a continuación la argumentación que di sobre el estudio Delphi que dirige Exeni:

1. Cuando supimos que en los primeros Delphi de Exeni tenía por entrevistados, como “líderes de opinión”, a guerreros digitales del MAS, vimos que acompañaba con un relato de cifras, la línea estratégica de la campaña del MAS, que en ese momento era que ganaban la elección en 1ra vuelta.

2. Esa línea ya no es la misma, puesto que las evidencias muestran que hoy, el MAS, con esfuerzo, podrá ocupar un 2do lugar para luego ser apabullado en 2da vuelta. El relato de victoria en 1ra ya no es creíble, hay que hacer un viraje, dice la campaña del MAS y el nuevo Delphi acompaña.

3. La narrativa que se cocina ahora con el 3r Delphi, es otra. Eso sí, sigue la estrategia de campaña del MAS, por lo que podríamos presumir que, si antes se entrevistaba a Guerreros digitales, no sería poco creíble que Huarachi y Leonardo Loza estén entre sus “líderes de opinión”, hoy.

4. La nueva estrategia del MAS, con el Delphi de Exeni, es, en pequeñas dosis, echar basura al TSE, que antes presidió, pero renunció, creo, por no animarse a ejecutar [todos] los cimientos del fraude, pero tampoco denunciarlos. Alegó, en medio de los alegatos en La Haya, que estaba enfermo.

5. Viendo su nuevo Delphi, llama la atención que Exeni parece haber encontrado la Loma Santa, El Edén, el lugar donde los “líderes de opinión”, los opinadores, no quieren opinar porque dice que “no saben/no responden”. Exeni encontró la “tierra sin mal”. Que nos sople las coordenadas.

6. Acompaña la nueva estrategia del MAS: tirar gotitas con carga viral contra el TSE, para cuando llegue el momento. La función de los seres de mitología de Exeni, los opinadores sin opinión, es abultar la cifra de los que, jura, no ponen las manos al fuego en la credibilidad del OEP. (El estudio señala que el 29,9% de los entrevistados cree que el TSE no garantiza unas elecciones limpias o dice no saberlo).

7. El Delphi de Exeni, entonces, acompaña el relato de la estrategia del MAS para cuando llegue el momento... ¿Para cuando llegue el momento de qué? se preguntarán, para cuando llegue el momento de que intenten, otra vez, incendiar el país tras perder las elecciones.

8. Estamos ante la semilla del acompañamiento discursivo desde los intelectuales orgánicos del MAS, que insertan con disimulo, en cifras, el plan B del MAS de sumirnos otra vez en el terror y la violencia con el desconocimiento de los resultados de la próxima elección”.

Por supuesto que el posicionamiento comunicacional que apuestan a la convulsión no tiene nada que ver con el objetivo de la FES en el país, que es “contribuir al fortalecimiento del desarrollo y la democracia, ofreciendo un espacio plural para que diversos actores políticos, sociales e institucionales puedan reflexionar en torno a los problemas más relevantes para el país”.

¿Defensa a Exeni en un editorial escrito por él mismo?

Después de publicada mi argumentación, el 23 de agosto, “coincidentemente” La Razón publicó un editorial que defiende el trabajo de Exeni. El editorial primero se disfraza de democrático, pero acompaña la peligrosísima idea, artificialmente construida, de que hay gente que “cree” que habrá fraude. ¿También para preparar los ánimos para cuando llegue el momento?

En su último párrafo, el editorial intenta lavarle la cara al estudio Delphi, pero posicionando la cifra de gente que “desconfía” del OEP, haciendo coro a sectores ultraconservadores que andan en las mismas. El Editorial dice más o menos esto: “El OEP es confiable, pero miren este ‘estudio’ de la FES qué muestra que mucha gente dice no lo es”.

Se ha develado hace poco la composición del directorio de La Razón, del cual fue (¿es?) parte Exeni, quien además era (¿es?) uno de los editorialistas. Recibía, junto a los otros editorialistas, entre 500 y 1.000 bolivianos por texto, de una media página de extensión, según se informó públicamente.

Por ello irrumpe, claro, la duda razonable de si Exeni le cobra a la FES por realizar el Delphi y también le cobra a La Razón por escribir él mismo su propia defensa del Delphi, escondiendo la mano detrás de un editorial “anónimo”. También queda la duda de que el editorial lo haya escrito otro de los miembros del directorio o sus próximos. En cualquier caso ¿cobran los editorialistas debiendo la empresa meses de sueldo a los extrabajadores despedidos en media pandemia?

También penetra la duda sobre el papel jugado por otros miembros “pnudescos” de directorios anteriores de La Razón relacionados también con la elaboración de los Delphi en cuestión y con la cocción, a fuego lento, de una narrativa que legitima los 14 años de gestión fraudulenta del MAS en salud, en educación, en lucha contra la pobreza, etc.

Aquí hay que ser claros: La Razón no quebró por sí sola y es un compromiso pendiente con la historia reciente de la democracia sacar el velo de lo que realmente ocurrió. El cierre, o el encogimiento, de un medio de comunicación de tradición no es un hecho menor dentro de la historia política de un país.

Por otro lado, pero hablando ahora de la Historia de la Democracia Boliviana, con mayúscula, si descubrir qué es lo que realmente sucedió en La Razón para arribar a la descomposición moral en que se encuentra, entonces no se puede dejar de notar el nulo compromiso, la ligereza y la candidez de sus administradores para con la Historia de Bolivia, al haber borrado todos sus contenidos digitales anteriores. ¡Ya no figuran en internet!

De no repararse ese daño estamos ante un atentado no contra el trabajo de los extrabajadores de La Razón, ni del directorio, ni de las jefaturas de la empresa, sino contra un patrimonio colectivo documental de la historia del país, con documentación histórica cuyo acceso hoy está restringido a las hemerotecas tradicionales.

Sé que los aludidos escuchan lo que se les dice en este texto, aunque no quieran oír: la colaboración en la construcción del relato del MAS y el posicionamiento de sus ideas tiene y ha tenido consecuencias funestas. Por ejemplo, a causa de colocar la idea falsaria de “no fue fraude, fue golpe”, hay personas que hoy están muertas. El intento de implantar la idea de la “desconfianza” en el proceso electoral es nitroglicerina pura que debemos denunciar.

Ricardo Aguilar A. ensayista, trabajó en La Razón hasta septiembre de 2016 

Los intelectuales GarcíaLineristas

Los intelectuales GarcíaLineristas 

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Marco Gandarillas

La Paz es una ciudad peculiar, no solo por su geografía y rica cultura cosmo-bolita (crisol de la bolivianidad), aquí también reside la casta política que gobierna al país por generaciones. Una casta criolla endogámica que durante el masismo reajustó su estrategia de dominación estatal para mantenerse al mando (sin estar visiblemente al frente) desplegando una ventriloquia (diría Rivera Cusicanqui) sin límites para mandar usando y exponiendo los rostros de “los otros”.

Para comprender esta dinámica conviene prestar atención a las fundamentales revelaciones que ha hecho Rafael Archondo del manejo de los poderes fácticos de lo que podríamos llamar el GarcíaLinerismo: un grupo de élite criolla arrimada al nuevo bloque de poder tras la caída del viejo sistema de partidos.

Recordemos que García Linera llegó a la cúspide del MAS munido principalmente de su imagen de showman de tertulia televisiva. No tenía un aparato o un sector social como otros políticos de esa tienda. Pero rápidamente se hizo de uno.

De las entrañas de la vieja casta le brotaron oficiosos políticos profesionales; exasesores y consultores de los partidos y gobiernos neoliberales (¡alguna gente clave de la propia capitalización!); periodistas y gente del mundo de la opinión pública; académicos e intelectuales de buen nombre y jugosos honorarios; bolivianólogos argentinos; eminencias grises de todo tipo; profesionales de la intermediación entre los organismos internacionales y los nuevos inquilinos de palacio. Todos estos se le arrimaron o fueron convocados.

En la construcción de sus bases de apoyo el GarcíaLinerismo transformó un cargo (Vicepresidente) en una “institución-coalición de negocios”: Vicepresidencia o business-presidencia como irónicamente plantea Archondo. Para desde allí desatar una extensa “política de pegas” (tomando prestado el concepto de Malloy sobre la élite política post 52).

Ahora sabemos que la red de negocios construida incluyó a empresas y empresarios transnacionales (pilar de la burguesía azul como la que describió en su momento Amalia Pando) y medios de comunicación paraestales (de acuerdo con la caracterización de Raúl Peñaranda). Las revelaciones apuntan a que ningún nicho potencialmente rentable fue dejado de lado por la casta.

Por supuesto que no podían permitirse prescindir de los recursos de la cooperación internacional. Desde 2013, algunos/as ex ONGeros del MAS y entonces operadores directos del GarcíaLinerismo, Romero y Peña, pusieron de rodillas a la cooperación internacional expulsando a la ONG danesa IBIS, también emplearon la restrictiva ley 351 para controlar (vía la otorgación/renovación de personerías jurídicas y acuerdos marcos de cooperación) a las cotizadas financieras internacionales.

En cuestión de meses los fondos empezaron a fluir hacia, por ejemplo, el recientemente creado Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia. Con ello, se pudieron costear millonarios eventos para “pensar Bolivia desde el GarcíaLinerismo”. En la lista de nuevos financistas figuran ONG de alto renombre como OXFAM, el propio PNUD (una importantísima fuente de consultorías), embajadas, etc. El CIS les permitió vincularse con CLACSO para armar redes internacionales de propaganda política.

Como también ha evidenciado Archondo, conviene tener presente que los negocios de este grupo no son inocuos. Se forjaron sobre la destrucción de importantes conquistas y derechos. En este caso, mientras la sociedad civil y organizaciones de derechos humanos de reconocidísima trayectoria eran vapuleados por la casta (y sus brazos represivos administrativos), el CIS, entre otros, afloraban como referentes “intelectuales” al servicio del GarcíaLinerismo.

Algunos engendros eran a la vez medios y ONG como Abya Yala (del expresidente Morales) donde se cobijaban, con grandes espacios publicitarios, los GarcíaLineristas más recalcitrantes que actualmente fungen de analistas “antigolpe”.

Nuevamente fueron Amalia Pando y Raúl Peñaranda los que brindaron importantes revelaciones sobre los oscuros negocios de este canal. Fue la primera “fundación” en obtener la personería postley 351 aunque en su estatuto figuraba como entidad CON fines de lucro (directivos podían distribuirse las utilidades generadas). Esto es importante dado que recibió millonarios contratos estatales desde el momento de su creación y aun cuando no tenía audiencia. Siniestramente (al igual que La Razón) les adeuda pagos a sus trabajadores/as.

Entre las ONG surgió un grupo de “paragubernamentales” que, para empezar, gozaron de legalidad, situación que le fue arrebatada a las disidentes del régimen. Algunas de ellas mantuvieron tanta compenetración que eran la casa (¿o el motel?) habitual de proselitismo GarcíaLinerista: le organizaban presentaciones y cuanto evento público podían hasta la víspera de su caída (¡al señor que llegó a escribir contra el “ONGismo”!). En la actualidad, algunas oeneges internacionales son el refugio de exautoridades del Tribunal Electoral fraudulento. Ojo con eso.

La mayoría de ellas, tras años de silencio cómplice, a raíz de la caída del régimen, se acordaron de la existencia de los derechos humanos. Ahora dirigen cartas, presentan libros y hasta encuestas para dar cuenta de un estado de catástrofe racista y genocida que no se había visto desde la colonia. De no creer. 

El GarcíaLinerismo le debe al país muchos millones, pero también, en gran medida, la fractura social y democrática. Su impunidad en todos los planos, incluyendo el moral, es un lujo que no podemos permitirnos.