miércoles, 29 de mayo de 2013

Como quien siembra pruebas en la escena del crimen... La historia no se escribe hacia atrás, sino hacia adelante

Correos de Chile lanza una estampilla conmemorativa por los 100 años del ferrocarril Arica- La Paz

Según publicó en su página digital el diario El Mercurio de Chile, en el acto que se realizó hoy se destacó que el pleno funcionamiento del ferrocarril Arica-La Paz confirma el permanente cumplimiento del tratado de 1904.

Foto: Correo de Chile

La Razón Digital / La Paz
18:26 / 29 de mayo de 2013

La Empresa de Correos de Chile lanzó hoy una estampilla conmemorativa por los 100 años de la inauguración del Ferrocarril Arica-La Paz, en momentos en que Bolivia lleva adelante un juicio contra ese país por la demanda marítima.
De acuerdo a una publicación de la página digital del diario El Mercurio, la ceremonia de lanzamiento del sello postal estuvo encabezada por la máxima autoridad de Ferrocarril Arica-La Paz, Rafael Aldunate, y con la presidenta del directorio de CorreosChile, Susana Carey.
Hace poco más de dos semanas, el 13 de mayo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, había presidido en Arica un acto conmemorativo por el centenario del tren, donde ratificó su voluntad de "defender el mar, el territorio y la soberanía" se su país y de respetar los tratados internacionales.
El 24 de abril Bolivia presentó la demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, argumentando derechos expectaticios y sin descartar la posibilidad de acudir a futuro a otros tribunales.
En el acto que se realizó hoy, según Emol, se destacó que el pleno funcionamiento del ferrocarril Arica-La Paz no sólo confirma el permanente cumplimiento del tratado de 1904, sino que también es una muestra del constante esfuerzo para devolverle a los trenes su rol estratégico en Chile.
Aldunate dijo que "con este sello se podrá revivir la historia y comenzar a escribir el futuro de este ferrocarril que ha marcado la vida de la región y su gente, ya que después de 100 años hoy día estamos destacando nuevamente que el tren se encuentra renovado y con proyectos importantes a ejecutar".
El ferrocarril Arica-La Paz tiene su origen en el Tratado de Paz y Amistad de 1904, que fijó los límites territoriales entre los dos países tras la Guerra del Pacífico de 1879-1881, en la cual Bolivia perdió su salida al mar.
Dicho tratado establecía que "con el fin de estrechar las relaciones políticas y comerciales de ambas Repúblicas, las Altas Partes Contratantes convienen en unir el puerto de Arica con el Alto de la Paz por un ferrocarril cuya construcción contratará a su costa el Gobierno de Chile".

http://www.la-razon.com/nacional/Correos-Chile-conmemorativa-Arica-Paz_0_1841815891.html

martes, 28 de mayo de 2013

Maris Pacifici, 1589


Maris Pacifici de Ortelius (1589). Uno de los primeros mapas impresos que muestran el Oéano Pacífico. Como "países" costeños de Sudamérica aparecen claramente señalados: Quito [Ecuador], Perú, Charcas [Bolivia], Chile y Patagones [Argentina].

COMO AUDIENCIA DE CHARCAS, BOLIVIA NACIÓ CON MAR Y EL OCÉANO PACÍFICO NACIÓ CON BOLIVIA Puertos, ríos, islas, bahías y cabos enumerados entre Perú, Charcas y Chile a partir de Lima ("la cividad de los reiz" por La Ciudad de Los Reyes, como era conocida la capital virreinal): Pachacania, Garico, Laguna, Ifolas de cuervos, La anasca, Machate, Ifleo de arecife, R. de Montagnas, R. Decumana, R. de arecipo, Tambopale, C. de Fortuna, R. de buena madre, Cunhamuco, R. de mi pirao, Arboledas, C. Blanco, Las Arenas, Badia dangellaes, Badia de Chili. Es de notar que para el autor del mapa Tierra del Fuego figura como otro continente, unida a Australia.

El Virreinato del Río de la Plata aún no había sido creado y la Audiencia de Charcas figuraba con personalidad propia gracias a Potosí y su fama de riquezas, además de su papel cultural e importancia militar para la conquista; la ciudad de Los Reyes (Lima) y La Plata (Sucre) fueron las dos capitales desde las cuales partieron las empresas de conquista hacia Chile lo mismo las persecuciones de filibusteros y piratas como el celebrado Francis Drake. Es muy probable que la ciudad de Buenos Aires ya existiera como puerto sobre el Atlántico, aunque aquí no figura por tratarse de la descripción del Pacífico.  La distinción entre el Alto y el Bajo Perú fue posterior -de uso común sobre todo durante la guerra de indepencia- y aunque los cartógrafos del siglo XIX no siempre fueron conscientes de ello, se empleó para diferenciar al actual Perú de Bolivia.
  
Acerca del mapa en sí vale la pena destacar los siguientes datos:
a) Título completo: MARIS PACIFICI (quod vulgo Mar del Zur) cum regionibus circumiacentibus, infulisque in eodem pafsim fsparsis, novissima descriptio.
b) Dedicatioria del autor: SPE ET METV/ GENIO ET INGENIO NOBILI DN. NICALAO ROCCOXIO, PATRICIO ANTVERPIENSI, EIVSDEMQUE VRBIS SENATORI, Abrahamus Ortelius Regiae Mts. geographus sub. merito dedicabat. 
c) Inscripción a pie del dibujo de la embarcación: "Prima ego velivolis amivi cursibus Orbem, Magellane novo te duce ducta freto. Ambivi meritoqz vocor VICTORIA: sunt mi Vela, alae; precium, gloria; pugna, mare." 
d) Curiosamente las islas de Japón están descritas en castellano, el autor no emplea el lenguaje científico que era el latín. La confusión de Colón de haber arribado a las Indias subsistirá a pesar de la circunnavegación del globo terráqueo y el José de Acosta realizará estudios comparativos entre la escritura ideogramática china y los códices mexicanos, por ejemplo, para terminar de precisar la naturaleza de los descubrimientos y conquistas. Más que precisión científica (la cartografía) en esta parte del mapa se expresa interés por el mineral de plata en Japón, ¿interés por descubrir otra Charcas?: "Isla de Plata" llama a una de las cuatro islas y señala unas "Minas de plata" reales o imaginarias en la isla principal (Japón no destacó por la minería entonces ni después) además de un punto de piratas señalado así: "y. de Ladrones". 
e) Inscripción junto a China, principal mercado de la plata proveniente de Indias Occidentales (Américas): "In China regione, Iapania alijsque infulis vicinis, mefsis multa Chriftianorum: quorum indies novae coloniae ducuntur, patribus Societatis Iesu fidis operarijs."



lunes, 27 de mayo de 2013

1825: Misión de Francisco Burdett O'connor al Litoral del Alto Perú [Bolivia]

El "Potosí", barca alemana de 5 palos construida en 1895 por Tecklenborg. Características especiales: palos machos y masteleros de gavia enterizos, y cangreja doble en el palo mesana. Esta forma de aparejar la cangreja con dos picos fué exclusiva de los veleros alemanes. En 1921, la barca danesa "Kobenhavn", fué puesta en servicio con cangreja doble, pero más tarde fué suprimido uno de los picos, estableciéndose la vela en la forma corriente. Medía el "Potosí” 4.026 tons. de reg. br. y tenía 366 pies de eslora total. (Fuente: Historia y arqueología marítima)


RECUERDOS
de
Francisco Burdett O'connor
de la orden de Libertadores de Venezuela, Cundinamarca y el Perú; Coronel de los ejércitos de Colombia, General de Brigada de los del Perú y General de División de los de Bolivia.
TARIJA
Imprenta de "La Estrella" 15- San Juan de Dios-15
1895
308 pp.


[...]
Pasé todo el mes de Octubre en Tarija, con la Lejion Peruana. Llegó el correo del 4 de Noviembre, y me trajo dos notas oficiales del General Sucre: en la una de ellas ordenándome, por disposición del Libertador, desocupar inmediatamente la plaza de Tarija, por haber cedido dicha provincia al gobierno argentino, en el arreglo hecho con su Legacion encabezada por el distinguido General argentino don Carlos Maria de Alvear, y despachar la Lejion Peruana a Potosí. La otra nota empezaba en éstos términos: "Al Señor Coronel Jefe de Estado Mayor General, Francisco Burdett O'connor -Señor: Su excelencia el Libertador ha tenido á bien conferir á Usia una comisión de suma importancia, la cual, verificada con buen suceso, le granjeará no solo honra, sinó gratitud de todos los pueblos del Alto-Perú" y seguía diciéndome: que esta nueva república, carecia [sic] de un puerto de mar; que me dirijiese á la costa de Atacama, levantase un mapa del Loa, Cobija, Mejillones y Paposo y habilitase para el comercio el que encontrase mejor.

Pocos dias después, en cumplimiento de esta órden, salí de Tarija, y me dirijí á la villa de Tupiza, llevando de mi ayudante al cadete Matilde Rojas, tarijeño, y un sirviente mio, colombiano. [128]



CAPÍTULO XIII

Mi marcha al Litoral del Alto Perú - En Atacama - En Cobija - El Correjidor Maldonado - Me embarco á bordo del "Chimborazo" - El capitan Wright - Reconocimiento de los puertos de Cobija, Loa, Mejillones y Paposo - Regreso del Libertador á Lima - Mi permanencia en Quillagua - La línea divisoria entre el Alto y Bajo Perú - Me convierto en herrero - Regreso de mi reconocimiento - Soy nombrado Preefcto y Comandante General del departamento de Potosí - No acpeto el cargo y me paso á Chuquisaca - Mi entrevista con el general Sucre - La gratificación á los vencedores de Ayacucho - Proyecto de establecimiento de un cuerpo de Ingenieros - Resuelvo marchar á Buenos Aires.

La marina de guerra de las tropas libertadoras de Bolívar y San Martín estuvo compuesta mayormente por embarcaciones y marinos ingleses. Aquí, una balandra de guerra británica de tres palos y velas bermudianes (circa 1831). La vela mayor y la vela del trinquete son muy similares a la vela de un Patín a vela actual.
Despues de pocos dias de permanencia en Tupiza, salí de allí por la Rinconada de Salta y por la quebrada de Calahoyo que divide la República Argentina de la Costa de Atacama, y llegué á las minas de oro de Santa Rosa. Aquí encontré á una señora Valdiviezo, que hacía trabajar en esas minas. Me dió por vaqueano un peon suyo, llamado Fermín Torres, que hablaba castellano, hombre racional, de quien tendré que hablar posteriormente. Este me  acompañó hasta Toconao, el primer pueblo de la Costa de Atacama, pasando por la cordillera, debajo del elevado cerro de Licancaur.

De Toconao, en cuyo pueblo me dejó Fermin Torres, pasé al pueblo de Atacama, capital de la provincia, distante diez leguas de Toconao, camino muy llano.

En Atacama encontré de guarnición al capitan Casanova, con la compañía de Cazadores del batallón 2° del Ejército del Perú, cuyo cuerpo dejé de guarnición en Potosí, cuando marché para el Sud.

Pasé dos dias en Atacama, buscando burros fletados para llevar algarrobo y cebada en grano para mis mulas [129]



Pescadores bolivianos de la etnia changos, sobre balsas hechas con cueros de lobos marinos inflados,
retratados por el naturalista francés Alcide D'Orbigny a su llegada al Litoral, 1830. 
hasta la Costa. Dejé á mi cadete y mis petacas con mil pesos en ellas, con el Capitán Casanova, y emprendí mi marcha de reconocimiento en dirección á Calama, con mi asistente y los arrieros de las cargas de forraje. Pasé por Calama, Chacance y Culupo y Llegué á Cobija sin novedad. Mucha falta de agua, pero esto me molestaba muy poco, porque no he conocido lo que es sed -y ésto me sirvió mucho en las marchas de travesia sin agua en la Costa Firme de Colombia.

En Cobija no encontré mas que un hombre, cochabambino, llamado Maldonado. Este me dijo que habian muerto de virhuela todos sus changos, pescadores de lobos, que no habia mas viviente en el puerto que él y su hermano -que habia traido todos los santos de la iglesia, que se hallaba abajo en la playa, á su casa, para que no se apestasen, y dormí esa noche en su casa con todos ellos.

Al dia siguiente llegó al puerto el Bergantin de Guerra "Chimborazo", con el jefe de la escuadra Colombiana en el Pacífico abordo [sic] de orden del Libertador para llevarme en él con el objeto de reconocer todos los puertos que tenia anotados en mi nota de instrucciones.

La primera noche que pasé á bordo del "Chimborazo" fué la del 9 de Diciembre, primer aniversario de la victoria de Ayacucho [1824], y el Comodoro que mandaba el Bergantin "Chimborazo" era el Capitan Carlos Wright del batallon Rifles de Bomboná primero de la Guardia. -Habia servido con su batallon en la batalla de Ayacucho, y sabiendo el Libertador que habia sido guardia marina en el servicio inglés, que equivale á cadete en el ejército, le nombró Comodoro de la escuadra Colombiana en el Pacífico -y esto por necesidad- tan escasos eran los hombres aptos de quienes el general Bolivar tuvo que valerse para el servicio.

Al dia siguiente emprendimos el reconocimiento de todos los puertos mencionados en mis instrucciones, y hallamos que el de Cobija tenia el mejor fondo para ancla y el puerto mas cómodo tambien, aunque escaso de agua, pero de poder aumentar la cantidad.

Me separé del Comodoro en el puerto de Loa, que no es mas que una rada, y con agua del Loa, tan salada que no se puede beber. El puerto de Mejillones es hermoso, pero carece de agua. El de Paposo tiene rio con pescado que le entra, pero el tránsito desde Paposo por tierra á Atacama no tiene una gota de agua ni pasto, y por esta[s] razones [es] inverificable.

Empero, si yo hubiese podido penetrar en lo futuro, hubiese habilitado los dos puertos, el de Paposo y el de Atacama; pero el primero con almacenes, para el desembarco de mercancias, y el segundo para punto de partida hasta Potosí, disponiendo que los fardos [130]



"MAPA que contiene una parte de las repúblicas del ECUADOR, PERÚ y BOLIVIA para servir á la Historia de las CAMPAÑAS del ejército de Colombia en el alto y bajo Perú, sacado de otro publicado en 1826 y corregido según las observaciones é itinerarios de los oficiales facultativos que acompañaron los ejércitos en sus diferentes operaciones." Lith. de Thierry Fréres á Paris, probablemente de autoría peruana. Para el tema que interesa a Bolivia, este mapa señala como hitos geográficos entre Perú y Bolivia el Cerro Carapacho y el Río Loa, sobre el paralelo 22°, con el Desierto de Atacama como territorio de Bolivia. Esto es, sin frontera común entre Perú y Chile al momento de nacer los tres vecinos como países independientes, libres y soberanos. Fuente: Wikipedia
y demas cargas, se transportasen del un punto al otro en lanchas, arrimándolas á la Costa, sin peligro alguno. De este modo se hubiese evitado las posteriores pretenciones infundadas de Chile y su usurpacion de la provincia mas rica de Bolivia.

Habia encargado al correjidor Maldonado llevar mis mulas por tierra hasta la boca del rio Loa, con mi asistente y cuando me separé del Comodoro, seguí mi camino rio arriba hasta el pueblo de quillagua á donde llegué la misma tarde. El Comodoro se dirijió al puerto de Arica, á tomar á su bordo al Libertador de regreso de Chuquisaca y llevarlo á Lima.

Demoré algunos dias en Quillagua. Este pueblo tiene una calle larga que corre de Naciente á Poniente y se decia que esta calle era la línea divisoria entre el Alto y Bajo Perú; pero que, habiendose dado parte al rey, que la guarnicion que se mantenia en Arica, y que se relevaba mensualmente, se enfermaba de una terciana muy mortífera, se dió una real órden para que se retirase esa guarnicion y que no se relevase mas.

Este puerto de Arica era el en que se embarcaban para España todas las encomiendas procedentes del Alto Perú. El primer cargamento que se embarcó en Arica, despues de la retirada de la guarnicion, fué apresado por los filibusteros, y esta ocurrencia motivó otra real órden, disponiendo la separacion del Alto y Bajo Perú, la incorporación del Alto Perú á la Capitania general de Buenos Aires, y que en adelante todas las encomiendas para España, se remitiesen por tierra y se embarcasen en el puerto de Buenos Aires.

La línea divisoria entonces se determinó desde la abra de Santa Rosa, por el norte, el morro de Zama en la Costa y desde dicho morro hacia el sud hasta el Hueso parado, que se halla á pocas leguas de Copiapó -y por el interior hácia el sud, hasta el rio de la Quiaca.

Al poniente del pueblo de Quillagua, en la Costa hay un puerto que tiene por nombre Mamiño, entre Cobija y Loa. Lo reconocí con el Comodoro. Tiene agua buena, contenida en el hueco de una peña en la Costa. El puerto no sirve, ni hay tampoco terreno inmediato sobre que formar una población.

Desde Quillagua despaché á mi asistente á Atacama á traerme los animales y petacas y mi cadete que habia dejado allí; y entre tanto me ocupé de reconocer todas las inmediaciones del pueblo y de dirijir al general Sucre mi primer aprte del resultado de mi comision hasta aquí. No sé si recibió el pliego, pero lo cierto es que no tomó providencia alguna sobre los datos que le dí relativos á al demarcación entre el Bajo y el Alto Perú. -Lo que puedo [131]



asegurar con confianza, es que si yo hubiese acompañado al Comodoro hasta Arica, si me hubiese visto allí con el Libertador que pasaba á Lima y si le hubiese hecho sabedor de los datos que habia tomado de los ancianos en Quillagua, el Libertador, á su llegada á Lima, hubiera arreglado todos los linderos entre el Alto y Bajo Perú, por un decreto, el cual hubiera aumentado el territorio de Bolivia, con todo el collado del Cuzco, desde el abra de Santa Rosa, y por la Costa desde el rio de Tambo, entre Torata y Arequipa, y como se reconocia al Libertador por Presidente de ambas repúblicas, jamás hubiera habido oposición la más pequeña á su decreto.

Es de advertir que hasta el presente año de 1869, en que estoy escribiendo estos Recuerdos, todo el collado del Cuzco, desde Santa Rosa, pertenece al obispado de La Paz, en lo eclesiástico.

Llegó á Quillagua mi asistente, con mi cadete, petacs y animales, y con una carta del Capitán casanova, en la que me decia que en atacama se habia celebrado el primer aniversario de la vistoria de Ayacucho con un banquete y un baile.

De Quillagua emprendí mi marcha por la tarde para Manin [sic], en direccion á Huatacondo, adonde me dijeron en Quillagua que habia fragua y buen herrero, pues mis animales estaban despeados, y como habia sacado fierro del Chimborazo y era necesario herrar las mulas antes de salir de la Costa para Potosí, emprendí esta marcha fuera de mi camino. Despues de caminar una noche entera llegué á Manín [sic] por la tarde del siguiente día. Este lugar habia sido un potrero con alfalfares, pero dejado por la falta de agua -sin embargo se hallo algunos brotes de pasto, y como supe que en Huatacondo no habia forraje ni pasto de ninguna clase, dejé los animales en Marin [sic] y me diriji á Huatacondo, un miserable lugar. Me alojé en una casa que me proporcionó el cura. La primera mañana entró éste á saludarme. Me dijo que si no habia almorzado, le dije que sí -que no almorzaba mas que un jarro de té con galleta- "Señor, me dijo el cura, hace mas de una hora que le mandé esa canasta de peras para su almuerzo, y veo que no las ha tocado -yo me he comido dos canastas esta mañana para mi almuerzo, pues aquí no tenemos otra cosa para mantenernos." Mas tarde ví llegar un cargamento de diferentes cosas, desde Pica y salir los habitantes del pueblecito á cambiar con peras las cosas que se habia traido.

El herrero me tajo las herraduras y con ellas me dirijí á Marin, adonde habia dejado todas las mulas con mi cadete matilde Rojas y un indio que me servia de guia. Me puse yo mismo á herrar las mulas, por primera vez en mi vida que habia emprendido semejenate oficio, y me fué [132]



muy bien. Tenia toda la herramienta necesaria.

De Marin me dirijí á Chiuchiu, punto de partida en la Costa, para emprender mi marcha en direccion á Potosí, fijándome en los puntos mejores para hacer construir casas de posta, corrales y potreros. Pasé por el cerro de San Pedro á la mano derecha y el cerro Cebollazo á la izquierda, los dos de la Cordillera de los Andes, á Polape -de aquí á Viscachillas, hasta San Cristóbal. De aquí al campo de Avilcha, con mucha piedra iman en todo el campo, y llegué á Potosí por el cerro de Mauqui y Cebadillas, tardando en todas las pascanas para dar el debido cumplimiento á mi comision. [continúa]

Argentina-Bolivia: la identidad nacional






Hernán Brienza: La identidad nacional, proceso posterior a la independencia

El argentino Hernán Brienza ofreció importantes aportes.
Un coloquio en La Paz debatió las características de la historia común, como una revisión necesaria para la profundización de las identidades nacionales.

La Razón / Jorge Soruco / La Paz
00:02 / 26 de mayo de 2013
El historiador y periodista argentino analiza la historia común que su país y Bolivia comparten. Considera que es necesario que las naciones latinoamericanas se replanteen la forma en que se estudia la construcción de las identidades nacionales y la creación de mitologías particulares que limitan la comprensión de los diversos procesos que definen la realidad actual. En ese sentido, enfatiza las similitudes existentes a lo largo de los 204 años de existencia. La semana pasada estuvo en La Paz.
Con motivo de la revolución del 25 de mayo, fecha importante para Argentina y Bolivia, el historiador y periodista Hernán Brienza participó en un coloquio sobre la historia compartida y la construcción de identidades. Considera que este proceso, por la historia común de los países de la región, fue posterior a la independencia.
Así, cree que las luchas por la emancipación tuvieron más convicción regionalista (latinoamericanista) que nacional, en todos los casos. Por ejemplo, “la argentinidad no es superior a la americanidad; surgió después, fue construida”.
— ¿Qué planteó el coloquio “Argentina y Bolivia: 204 años de historia compartida”?
— Fue la oportunidad de buscar un nuevo paradigma en la historia de Latinoamérica, en estos 200 años en común. Creo que hay que pensar seriamente si realmente tenemos una historia en común, no solamente entre Bolivia y Argentina, sino en la mayoría de los países que conforman la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). Si uno analiza nuestra historia, se dará cuenta de que hay momentos en los que pareciera que el continente se puso de acuerdo en sus políticas públicas, en las elecciones de los gobiernos y en varios otros procesos.
— ¿Qué momentos?
— Me refiero a periodos como el proceso de emancipación, la llegada del positivismo liberal de finales del siglo XIX, la supuesta “descolonización” de las décadas de 1960 y 1970, las dictaduras militares de esos mismos periodos, con las diferencias según cada país; también el regreso de las democracias y el ingreso del neoliberalismo, desde México hasta la Argentina. También incluyo en la lista este nuevo proceso de gobierno que podría denominar, lo más ampliamente posible, nacional y popular, para no caer en estereotipos académicos, ya que no es populismo ni tampoco corresponde a sistemas de la izquierda ideológica de los 60 y 70.
Asimismo, me parece una gran oportunidad para analizar las diferencias que se han manifestado en las naciones y cómo eso afectó al mismo desarrollo de la identidad. Son estas características, que parecen indicar que nuestros países han tenido un desarrollo común, que me obligan a pensar que debemos replantearnos la manera en que vemos nuestra historia.
— ¿Cómo entran Bolivia y Argentina en esto?
— Tenemos un pasado en común, una integración territorial en común de prácticamente 30 años (en el siglo XIX), si uno une el Virreinato del Río de la Plata y la independencia. Creo que las historias nacionales han logrado construir mitologías locales que no terminan de comprender los procesos.
— Teniendo en cuenta que todos los países de Latinoamérica han sido enemigos en algún punto, ¿cómo se puede abordar eso frente a los mitos locales?
— Es muy difícil, porque tiene que ver mucho con el enfoque. Mira que ustedes hablan de la dictadura de (José Manuel) Rosas y nosotros no tenemos tan claro que haya sido tal. Sí que hubo una serie de gobiernos muy fuertes en la región —como el de Santa Cruz en Bolivia, Gaspar Rodríguez en Paraguay o el de Rosas (en Argentina)—, que fueron, con sus problemas y contradicciones, procesos de solidificación de la identidad nacional. Creo que América Latina ingresó en un proceso de construcción de nacionalidades que combina algo de identidad cultural y algo de mitología.
Yo podría hacerte una pregunta que no sabrías responder: ¿qué diferencia hay entre un tupiceño y un jujeño? ¿Por qué deben estar enfrentados? ¿Qué diferencias culturales, idiomáticas, ideológicas tienen esas dos personas? Las construcciones geográficas, las construcciones de límites entre países, incluso de experiencias compartidas, nos obligan a repensar las construcciones que la historia hizo con relación a las élites.
Posiblemente, al pueblo de Buenos Aires le convenía más un país centralizado en esta ciudad que una nación que tuviera la posibilidad de exportar el estaño por el norte de Chile o Perú. Entonces decidió deshacerse de   Bolivia como parte de una integración mayor. Y eso lo pensó la burguesía porteña. Posiblemente al puerto de Valparaíso en Chile le convino más mantener la exportación de cobre hacia el Reino Unido, sin tener que negociar o pasar por otras burguesías, sean bolivianas o peruanas, más que discutir su propia identidad latinoamericana.
Lo que pasa es que esas experiencias son resultados de procesos posteriores al de la independencia. ¿Qué hace la nacionalidad boliviana? ¿Qué constituye un argentino? ¿Por qué hablamos de uruguayos, chilenos, peruanos? ¿Qué hace que el sueño americano de los principales líderes de la emancipación —Bolívar, San Martín, Artigas, Murillo— que hablan de lo americano se transforme en lo regional? No había una esencia nacional en sus inicios.
— ¿Entonces no hay diferencias?
— Claro que hay diferencias culturales. Argentina ha tenido un desarrollo cultural con mucha presencia europea. Yo creo que el fracaso  del Congreso de Panamá de 1826 es el fracaso de la independencia, del sueño americano.
— ¿Se puede decir que somos víctimas de nuestra historia?
— La política de parcialización del continente fue una política que benefició al Reino Unido. Para Londres era mucho más fácil negociar con cada una de las oligarquías regionales que con un Estados Unidos del Sur, o como quieras llamarle. Siempre es más fácil tratar con gobiernos locales que con una potencia. Las experiencias de la independencia uruguaya o lo que pasó con la Confederación Perú Boliviana nos hablan de esa política británica de división.
— ¿Cuáles son los puntos álgidos de la historia compartida?
— Yo creo que el gran problema es que Argentina siempre le dio la espalda a América Latina y que siempre miró a Europa. Y para mí, en eso Bolivia es esencial, ya que la ruptura de 1826, en la cual Bernardino Rivadavia, presidente argentino, dice que no se reclaman derechos sobre Bolivia, puede ser vista como una mirada de reconocimiento de la libertad de ese país, pero, fundamentalmente, el desdén de la élite porteña.
En el caso de Bolivia, lo que podía ser un gran país quedó desmembrado en naciones más pequeñas. Yo no digo que no soy argentino, sino que la argentinidad no es superior a la americanidad; surgió después, fue construida...
— ¿Es artificial?
— Todas las nacionalidades son artificiales, producto del siglo XIX. Italia y Alemania comenzaron sus procesos de unidad en 1870.
— ¿Qué opina de la tendencia a la revisión histórica? ¿A qué se debe esta escuela?
— Yo creo que es necesaria una revisión histórica, una nueva mirada sobre el pasado. La historia es una mirada desde distintos presentes. En Argentina tenemos dos grandes miradas: la liberal oficial y la popular, y esto influye en cómo se estudian los procesos. Asimismo, creo que es importante hacer una revisión de la revisión. Yo creo que la necesidad de revisar la historia tiene que ver con el descontento que tenemos con nuestro pasado y presente. Y, fundamentalmente, con la posibilidad de construir un futuro diferente.
Esto que parece una obviedad no lo es tanto en cuanto se abre un proceso en Latinoamérica, que está revisando su política y busca legitimarse. En Argentina, este proceso se basa en las críticas a las oligarquías locales, al positivismo del siglo XIX, al desmembramiento de las unidades nacionales... Supongo que en el caso de Bolivia debe ser diferente por el factor de los pueblos originales y su relación con los mestizos y criollos. Digo esto en función de lo poco que he leído.
— ¿Cuál es la utilidad de este tipo de encuentro?
— Mucha, ya que las estructuras oficiales parcializadas nos hacen creer que no somos parte del mismo proceso, además de aparentar que cada historia es única y específica, y que no tiene nada que ver con lo que pasa en el continente. Y, como dijimos al principio, esto falso, ya que compartimos muchos procesos. No es casual que (Juan Domingo) Perón se sentara con (Víctor Paz) Estenssoro, ni que las dictaduras más cruentas se hayan dado en la misma década.
Perfil
Nombre: Hernán Brienza
Nació: 11-02-1971, en Buenos Aires
Profesión: Periodista e historiador
Ocupación: Escritor y columnista
Carrera
Es politólogo y periodista, miembro de grado del Instituto de Revisionismo Histórico Iberoamericano Manuel Dorrego. Es editorialista del diario Tiempo Argentino. Escribió, entre otros, los libros El Caso Von Wernich, El Loco Dorrego y Éxodo Jujeño.
Argentina celebra el 25 de mayo con historia y cine
En lo que ahora es Bolivia, en 1809, una revolución destituyó al gobernador y presidente de la Real Audiencia de Charcas o Chuquisaca, Ramón García de León y Pizarro, acusado de apoyar al protectorado portugués. El mando militar recayó en Juan Antonio Álvarez de Arenales. En este lado de la región fue considerado como el primer levantamiento de este tipo en Latinoamérica. Fue seguido por la revuelta en La Paz.
En Argentina se conoce como la Semana de Mayo al periodo entre el 18 y el 25 de mayo de 1810, que se inició con la confirmación de la caída de la Junta Suprema Central de Buenos Aires y desembocó en la destitución de Baltasar Hidalgo de Cisneros y la asunción de la Primera Junta.
Pese a la importancia de ambas fechas, Hernán Brienza reconoce que en Argentina se tiende a considerar la revolución de Charcas como un simple preludio a la iniciativa independentista porteña. El periodista participó junto al boliviano Gustavo Rodríguez Ostria en el coloquio “Argentina y Bolivia: 204 años de historia compartida”, que se realizó el 22 de mayo en la Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Se trataron temas como la revisión histórica,  el éxodo de poblaciones y la construcción de las identidades nacionales en los dos países.
Ayer, en Sucre, en el marco de la conmemoración del Primer Grito Libertario de América, la Embajada de Argentina tenía previsto  realizar un acto en conmemoración a la revolución de mayo y con motivo de cumplirse diez años de la asunción del presidente Néstor Kirchner, ya fallecido.
Para el 28 de mayo se ha programado el inicio del Encuentro sobre Diversidad Cultural Argentina-Bolivia. En ese marco se emitirá el documental Davueltando: Música y fiestas en los altos Valles de Altura de Jujuy. Ese mismo día se podrá disfrutar de una ejecución de instrumentos andinos, canto de coplas y charla sobre la cosmovisión musical andina, llevada a cabo por el músico jujeño Wálter Ábalos. Las actividades se realizarán en la Casa de la Cultura de La Paz, a las 19.00.
El 29 de mayo, por su parte, se emitirá el documental Tocaña: Historia de un pueblo y habrá un espectáculo de cantos y danzas de   la Saya Afroboliviana.

viernes, 24 de mayo de 2013

Mundos paralelos: recuento de poesía 2012

2012, crónica del año poético

Un paseo por la poesía boliviana y por sus alrededores que confirma que en este género la tradición y la innovación siguen dialogando fecundamente



Poesia, Mensile internazionale di cultura poetica.
Il numero di Settembr: Cinque poeti boliviani
Oscar Cerruto, Jaime Saenz, Pedro Shimose,

Jesús Urzagasti, Eduardo Mitre
di Luis H. Antezana J.
a cura di Claudio Cinti e Giampietro Pizzo
 La Razón / Rubén Vargas - periodista
00:00 / 30 de diciembre de 2012

2012 fue el año del centenario del nacimiento de Óscar Cerruto y de Hilda Mundy. Fue el año en el que anti- poeta Nicanor Parra recibió el premio Miguel de Cervantes —al que los españoles gustan llamar el Nobel de las letras en lengua española—. A lo largo de este año, algunos poetas bolivianos acabaron por extender la presencia e influencia de su trabajo publicando en editoriales extranjeras. También fue el año de la muerte del peruano Antonio Cisneros (1942) y en el que, finalmente, aparecieron en Bolivia unos cuantos libros que confirman la buena salud de la poesía.
A esta altura, ni la historia, ni la crítica —menos aun los lectores— tienen dudas sobre el lugar central que ocupa la obra de Óscar Cerruto (La Paz, 1912-1981) en la literatura boliviana del siglo XX. Su novela Aluvión de fuego (1936) es un referente ineludible; su libro de cuentos Cerco de penumbras (1958) establece un antes y un después en la narrativa boliviana. Y su obra poética, recogida con ejemplar rigor por él mismo bajo el título de Cántico traspasado en 1975, es imprescindible no sólo en el ámbito boliviano sino de la lengua española. Pues bien, ni las instituciones culturales ni las académicas —por debilidad o por simple ignorancia— repararon oportunamente en el centenario de su nacimiento. Una lástima, pudo haber sido un año dedicado a leer y a hablar sobre Cerruto.
En cambio, Hilda Mundy (Oruro, 1912-La Paz, 1982), autora de un único libro de poemas —Pirotecnia (1936, reeditado en 2004)—, ocupa un margen de la historia de la literatura boliviana, pero desde ese margen ha echado y sigue echando luces sobre la presencia de las estéticas vanguardistas en nuestras letras. PARRA. Nunca antes como en 2012 la entrega del premio Cervantes resultó tan divertida. Primero porque el premiado fue un poeta pero no cualquier poeta sino un antipoeta: el chileno Nicanor Parra. Segundo porque el antipoeta, casi centenario —nació en 1914—, no estuvo presente en la entrega del galardón a) porque le da miedo volar y b) porque no había ni siquiera empezado a escribir su discurso de agradecimiento. Entonces mandó a España a su nieto, el Tololo, a) para recoger el premio y b) para pedir a sus graciosas majestades peninsulares la prórroga de un año para pergeñar un discurso que esté mínimamente a la altura de Miguel de Cervantes.
Mientras tanto, Galaxia Gutenberg publicó este año el segundo tomo —casi mil páginas—de la Poesía completa de Parra.

MITRE. En España también, bajo el sello de la editorial Pre-Textos de Valencia, en septiembre de este año, apareció la Obra poética (1965-1998) de Eduardo Mitre (Oruro, 1943). El volumen de más de 400 páginas recoge desde Elegía a una muchacha (1965) hasta Camino de cualquier parte (1998). Pre Textos ha venido publicando los libros de Mitre posteriores a 1998: El paraguas de Manhattan (2004), Vitrales de la memoria (2008) y Al paso del instante (2009). De esta forma, toda la poesía de Mitre hasta la fecha ya está publicada por el sello español.
Contemporáneo de Mitre, Jesús Urzagasti (Gran Chaco, 1941) este año también publicó su poesía completa. El árbol de la tribu titula el esperado volumen. En marzo salió la edición italiana —L’ albero della tribú, traducción de Claudio Cinti y Silvia Raccampo— y en mayo la edición boliviana (Plural) que, a diferencia de la italiana, incluye el libro Frondas nocturnas.
Mitre y Urzagasti encarnan poéticas de muy distinto talante. El primero tiende —leer su obra reunida permite precisamente seguir esas constantes— a la luz, a la celebración y a los mundos inmediatos: el pan, la casa, el cuerpo de una mujer. Y sus formas son estrictas pero buscan una música también luminosa. Urzagasti viene de otra parte y va a otra parte.  No es un poeta de la oscuridad —como Jaime Saenz— pero su poesía está arraigada en el misterio y tiene la fuerza irracional de los árboles y los animales que pueblan su provincia natal pero también sus sueños y sus versos. Y sus formas son amplias, abarcadoras y buscan una música que se confunde con el rumor del habla de los hombres.     

ANTOLOGÍA. Blanca Wiethüchter (La Paz, 1947-2004) pertenece a una generación posterior a la de Eduardo Mitre y Jesús Urzagasti. Este año, La Cabra Ediciones de México publicó El festín de la flama, una amplia antología de su poesía seleccionada y prologada por Rodolfo Häsler, un poeta y traductor nacido en Cuba pero avecindado desde hace muchos años en Barcelona, España. (De paso, se puede señalar que     poemas de Häsler pueden leerse en el último número de la revista La mariposa mundial.)  La selección de la poesía de Blanca Wiethüchter que propone Häsler es resultado de una lectura generosa pero también rigurosa. Esto queda claro en su convincente prólogo titulado Blanca Wiethüchter: la poesía y la vida en su forma más insólita. El volumen de 225 páginas tiene la virtud, además, de incluir una serie de impactantes poemas hasta ahora inéditos.   
Antonio Cisneros nació en Lima en 1942 y murió en esa misma ciudad en 2012. Vivió 70 años. Como muchos de los poetas de su generación —comenzó a publicar a inicios de los 60— sintió el apremio de la historia tocando la puerta, pero supo darle a esa demanda un lenguaje que no cedió ni a la proclama ni a la profecía. La suya fue una poesía inteligente, irónica, un testimonio de su época con todos sus pelos y señales: las de la historia y la cultura pero también las íntimas y personales. En 1968 ganó el premio Casa de las Américas de Cuba con Canto ceremonial contra un oso hormiguero, un libro que entonces como ahora vale la pena visitar, lo mismo que su Libro de Dios y de los húngaros (1978) y Crónicas del niño Jesús de Chilca (1981).      
2012 fue un año generoso para los lectores de poesía boliviana. Entre los muchos títulos publicados este año, unos cuantos permiten confirmar su diversidad y calidad.

CHÁVEZ. Benjamín Chávez (Santa Cruz, 1971) en Historia de las invasiones perdidas (Plural) —su séptimo libro— ha dado cuerpo, finalmente,  a una de sus antiguas obsesiones: pensar y sentir los días de la vida como un campo de batalla. Pero resulta que —y esto es lo interesante— esa batalla ya ha sucedido y lo que tiene el poeta ante sí son sus restos. Entre ellos hay que caminar y con ellos hay que vivir.  Así es este libro, algo sombrío, pero sin duda confirmatorio del lúcido e incesante trabajo del poeta.
A Paura Rodríguez Leytón (La Paz, 1973) le han bastado tres breves libros para construir una poética que se distingue con nitidez de la de sus contemporáneos —Mónica Velázquez y el propio Benjamín Chávez, por ejemplo—. Estos libros son: Ritos de viaje (2002), Pez de piedra (2007) y el que ha publicado este año: Como monedas viejas sobre la tierra (La Hoguera).
Juan Cristóbal Mac Lean (Cochabamba, 1958), Vilma Tapia Anaya (La Paz, 1960) y Gustavo Cárdenas (Vallegrande, 1961) pueden alinearse, por lo menos cronológicamente, en una misma generación —a la que también pertenecen, por ejemplo, Cé Mendizábal (Oruro, 1956) y Eduardo Nogales Guzmán, (Oruro, 1958)—, aunque sus escrituras marchan por senderos marcadamente diferentes.
Mac Lean publicó este 2012 Tras el cristal (Plural), libro que refleja muy bien la incesante curiosidad que mueve su poesía. Mac Lean es, sin duda, un observador privilegiado del mundo y las cambiantes formas que ensaya en sus poemas son igualmente producto de esa mirada. Tras el cristal recoge también —algo inusual en la poesía boliviana— una selección de las traducciones que a lo largo del tiempo ha realizado. Mark Strand, Shakespeare, Philip Larkin, René Char y otros conforman entre otros, ese heterogéneo catálogo, una muestra más de la curiosidad que mueve la escritura del poeta.     
Desde Luciérnagas de fondo (2003) pero especialmente desde La fiesta de mi boda (2006) resulta claro que la    poesía de Vilma Tapia Anaya es una suerte de ascesis del alma pero también del lenguaje. Mi fuego tus dos manos (Plural) es una continuación de ese jardín de los senderos que se depuran: poesía de la levedad y la transparencia, pero no por falta de sustancia sino más bien por la transfiguración de la substancia.   
Finalmente, para poner término a este repaso, cabe apuntar que en Con versos (La Hoguera), Gustavo Cárdenas Ayad ejercita con felicidad —como ya lo hiciera en Andamios (2005)— la poesía celebratoria de las cosas cotidianas, del amor y de la propia escritura. En la vertiente del Mitre de Morada (1975) y Mirabilia  (1979), pero con un gesto muy propio, Cárdenas escribe poemas limpios, despojados, intuyendo que hay algo esencial en el acto de nombrar.   

miércoles, 22 de mayo de 2013

Memorias del general Miller, cap. XXIX (prefecto de Potosí 1825)


William Miller (1795-1861)




























CARTA PRESENTACIÓN PARA EL GENERAL MILLER FIRMADA POR BOLÍVAR
"A los que la presente vieren, salud.
"Certifico que el general de división D. Guillermo Miller ha estado á mis órdenes en toda la campaña del año veinticuatro, en la cual ha cumplido con su deber de un modo digno de admiración. En el combate de Junín quedó mandando nuestra caballería con el valor que siempre le ha distinguido. En Ayacucho tuvo el mismo mando, y lo desempeñó con aquella intrepidez y acierto que tanto contribuyeron á la victoria.
"El general Miller fué de los primeros que emprendieron la libertad del Perú, y es de los últimos que la ha visto triunfar. Su actividad, su moderación y su conducta moral lo han hecho recomendable á los ojos de sus jefes, y los pueblos que ha mandado lo han respetado como á un buen magistrado.
"El general Miller no ha participado jamás de ninguna de las facciones que han tenido en el Perú; por el contrario, los gobiernos sucesivos y los diferentes generales que han mandado el ejército han puesto entera confianza en su fidelidad. Por consecuencia de estos servicios, el gobierno del Perú ha recompensado dignamente al general D. Guillermo Miller.
"Dado en el cuartel general de Potosí, á 29 de Octubre de 1825.
BOLÍVAR
(firmado)
Por O. de S.E.
Felipe Santiago Estenós,
Secretario general."


Tapa de la edición argentina, Emecé editores.
"Memorias del General Miller recoge las andanzas de Guillermo Miller, oficial británico que combatió en España con el duque de Wellington contra las tropas napoleónicas y que, con posterioridad, pasó a América acompañando al general San Martín en la conquista del Perú. Su hermano, John, de profesión historiador, se encargó de ordenar las vivencias, apuntes y documentos del primero y proceder a la redacción final de la obra./ Este libro tiene el valor de haber sido traducido al español por el general José María Torrijos (1791-1831) durante su exilio en Londres, y retrata el final del Imperio español y del Antiguo Régimen en los territorios americanos." 






Memorias del general Miller
al servicio de la república del Perú
escritas en inglés por Mr. John Miller
y traducidas al castellano por el general Torrijos
Tomo II y último
Editorial América
Madrid, 1910



CAPÍTULO XXIX
Potosí.- Sus minas.- Edificios públicos.- Bancos de Rescate.- Tesorería.- caxchas.- Gobierno departamental.- Policía.- Casa del Gobierno.- Sociedad de Potosí.- Agentes de las asociaciones de minas.

Terminada felizmente la guerra, fué nombrado el general Miller prefecto (1) del departamento de Potosí, compuesto de las provincias de Porco, Chayanta, Lipes, Chichas y Atacama, que contiene una población de 300.000 almas, de la cual son los dos tercios indígenas y el resto blancos y mestizos de varios colores.

La villa de Potosí, capital del departamento, está situada 15.000 pies sobre el nivel del mar, dentro de la provincia de Porco y á los 19°5'' latitud Sur, y 60°31'' longitud Oeste de Cádiz. Al descubrimiento casual, en 1545, de sus riquezas minerales, fué nombrado asiento ó establecimiento de minas; pero con el progreso del tiempo subió al rango de villa y fué elegida capital de una intendencia. Según el censo formado por orden del intendente Bejarano, contenía la ciudad, en 1611, ciento cincuenta mil habitantes; pero este número debió compo- [241]

(1) Los prefectos de los departamentos del Alto Perú tenían el título de presidentes; pero usaremos aquel título para evitar confusión.



nerse principalmente en aquel tiempo de mitayos (1) de las diferentes tribus que hay entre Potosí y Cuzco, distancia que abraza cerca de trescientas leguas. Aquellos seres desgraciados estaban generalmente acompañados en sus labores por sus mujeres y familias, que iban más bien para participar de sus penosísimos sufrimientos que para establecerse en lás áridas montañas de Potosí. No es extraño, por lo mismo, que su población se haya reducido en 1825 á sólo 8.000 almas, tanto por la abolición de la mita, como por los golpes que durante la revolución recibieron los establecimientos de esta especie.

Al aproximarse el viajero al Potosí, por cualquiera dirección que sea, sale de los profundos barrancos de las montañas y descubre la villa al pie del célebre argentado cerro, cuya forma es un cono de tres leguas de circunferencia en su base. Su cúspide está elevada más de 2.000 pies de la villa, y, por consiguiente, 17.000 (2) sobre el nivel del mar. Su apariencia es de origen volcánico, y sus laderas tienen pedazos de diversos colores, como verde obscuro, de color de naranja, gris y encarnado.

Las vetas principales del cerro son: La Ensima ó Chacapolo, Polo, Mendieta, Veta-Rica, estaño, Corpus-Christi, Sapatera y san josé. La siguiente relación contiene los nombres de las minas principales y la profundidad á que llegaban sus excavaciones en el año de 1825: [242]

(1) Indios obligados á trabajar en las minas, cuyo nombramiento se hacía por suerte.
(2) La altura de la ciudad y cerro de Potosí se da con arreglo á lo generalmente admitido y reconocido en el país.


NOMBRES                                                        Varas castellanas
Montoya................................................................     800
Arcobarreno..........................................................     700
Marverias...............................................................     700
Joaquín Prudencio..................................................     600
Rosario...................................................................     400
Chaquello................................................................     250
Sojo........................................................................     200
Sobato....................................................................     600
San José..................................................................     600
Antona....................................................................    1.000
Purísima...................................................................     700
San Miguel...............................................................     500
San Juan de Dios......................................................     450
Escarterilla................................................................     300
Carmen....................................................................      400
Pimentel....................................................................    1.000
Guadalupe.................................................................     230
Oñate........................................................................     400
Sacramento...............................................................     260
San Jerónimo.............................................................     300
Guaillaguari................................................................     900
San Rafael..................................................................    100
Boguilla......................................................................     150
San Luis.....................................................................     400
Flamencos..................................................................     300
Santa Rosa.................................................................     420
Misericordia...............................................................      420
San Bartolomé............................................................     310
Esperanza...................................................................      250
Mercedes...................................................................      300
Auxilios.......................................................................     400
San Antonio.................................................................     350

Hay abiertas en la montaña más de 5.000 boca-minas; pero sólo se trabajan actualmente de 50 á 60; las demás están paradas, se han inundado ó se han cegado.

La parte superior de la montaña está de tal manera agujereada, que puede considerársela ya como obovedada; pero en la parte inferior, y hasta un tercio de su altura, han trabajado poco, por el gran número de manantiales de agua que lo impiden.

Muchos socavones se han principiado, pero generalmente no han producido efecto ó los han abandonado, antes de concluirse, por falta de fondos. El socavón principal de San Juan Nepomuceno costó al gobierno 560.243 duros; tiene 2.200 varas de largo, seis pies de [243]


alto y sesi piesde ancho en la parte inferior; está abovedado y revestido interiormente con piedras toscas sin labrar y sin mezcla: debajo hay un contra-socavón para dar salida al agua.

Los realistas forzaban á los prisioneros de guerra á trabajar en el socavón, el cual está aún sin acabar, y por consiguiente sin prestar ninguna utilidad. Esto no sorprenderá á ninguno que sepa la manera con que las obras reales se convertían en aquel país en meros monopolios y especulaciones particulares. El hombre que tenía más influjo ó que daba peso á sus razones por ciertos argumentos bien conocidos, bajo pretexto del bien público, podía alcanzar que le abriesen un ramal de mina en el punto en que quería beneficiarla, y de este modo se sacrificaban los caudales públicos en intereses privados, y frecuentemente hasta sin la menor ventaja de parte del que intentaban favorecer.

El país inmediato abunda también en metales; en un monte inmediato al Cerro, llamado Guayna-Potosí, se halla plata purísima y engran cantidad pero no puede trabajarse en él respecto á que se encuetra agua á corta distancia de su superficie. El mineral se pulveriza en molinos molidos por el agua de arroyos que conducen de pantanos construídos en las montañas, ó lagunas naturales distantes desduna á diez millas de  la villa. Los pantanos principales los construyen con presas ó grandes paredones que cortan las quebradas ó barrancos, y detienen y acumulan las aguas,á las  cual dan salida económicamente  por una compuerta durante el día, pero jamás de noche, y algunas veces sólo dos o tres veces por semana, según la cantidad de agua que hay recogida. Algunos de los pantanos mayores reciben el gua de otros construidos detrás de ellos, en puntos más elevados de las mismas montañas. Una porción de gente está empleada constantemente en cuidar de abrir y cerrar las compuertas y en reparar las averías que courre. En tiempos muy secos ha sucedido que los moli- [244]



nos han tenido que parar por falta de agua; pero este inconveniente podría obviarse si las acequias estuviesen revestidas con pavimentos proporcionados y se limpiasen bien los pantanos.

En el año 1572 construyeron una Casa de Moneda, cuyo coste ascendió a 11.000 duros; y aunque fué en clase únicamente provisional, hasta el año 1751 no construyeron la que actualmente existe. Antes de la última fecha mencionada, las diferentes clases de monedas acuñadas en Potosí eran piezas llanas y angulares, de oro ó plata, con las armas de España y un número que denotaba su valor.

Las operaciones de extraer la plata del mineral se ejecutaron del modo más tosco y engorroso, hasta 1751, en que Velasco introdujo la amalgamación con el azogue. Antes de esta época se empleaban millares de hornillos para fundir los metales. La vista que hacían á la noche desde el Cerro, la describe Acosta y otros viajeros antiguos, como la iluminación tan preciosa y simétrica como extraordinaria.

Si se obtienen ocho marcos de plata en piña de cada cajón, que contiene 50 quintales, se considera que el propietario no pierde trabajando sus minas en el cerro del Potosí. En otros puntos se requieren 10 ó 20 marcos por cajón para cubrir los gastos, que se aumentan por hallarse situadas las minas en montañas de difícil acceso, distantes de parajes habitados, provisiones, combustibles y agua para mover los molinos. Las minas que actualmente se explotan en el cerro del Potosí no producen en general más de 10 marcos por cajón. En muchos sitios, en la ladera del Cerro, hay grandes montones, llamados rodados, formados por los desechos de las minas, cuando eran tan productivas que hacían considerarlos como indignos de ocuparse de ellos; sin embargo, los aprovechan actualmente, y han producido desde tres hasta 15 marcos por cajón. Las vetas más ricas y las minas más grandes y productivas están en el día inundadas y [245]



requerirían los conocimientos europeos y capitales para desaguarlas. Las minas de Portugalete, en la provincia de Chichas, sesenta y cinco leguas de Potosí, producen mineral que da de 60 á 80 marcos el cajón, y el que da la gallofa, en la provincia de Chayanta, deja 40 marcos por cajón.

El clima de Potosí es desagradable; los rayos del sol abrasan al mediodía, y á la sombra y á la noche el aire es penetrante y frío. El país, en tres leguas alrededor, es de tal modo estéril, que no se ve una sola muestra de vegetación, á excepción de una planta llamada quinuali, que sirve de remedio contra la puna. La villa está construída sobre un terreno desigual; tiene en el centro una plaza espaciosa, de la cual la Casa de Gobierno, la municipalidad y la cárcel, todo bajo un mismo techo, forman un frente; la tesorería y oficinas del gobierno, otro; un convento y una casa sin concluir, otro, y casas de particulares, el que resta. Antiguamente tuvo grandes arrabales, que ocupaban indios y mineros, los que en el día están sin habitar, y tan arruinados, que sólo se conservan los vestigios de las calles. Entre los edificios públicos que merecen mayor atención se cuenta la Casa de Moneda, cosntruída de piedra sillería y bajo un plan admirablemente adaptado á su objeto. Su coste ascendía á 1.148.000 duros, inclusa la maquinaria, y contiene habitaciones para el superintendente y unos cuantos de los principales empleados.

Las faenas más pesadas de la Casa de Moneda se ejecutan por el movimientos producido á la maquinaria por mulas y el resto por hombres. l acto de acuñar los duros se ejecuta por una fuerte presión producida por un volante de hierro que tiene grandes aletas ó palancas, y hace con su movimiento subir y bajar el punzón, el cual repite sus golpes tan inmediatos, que los dedos del obrero que pone y quita los duros están siempre en un continuo peligro. El cordoncillo de los duros se hace á mano, con una especie de gato cornaquí; los trabajadores [246]



ganan doce ó quince reales vellón por día; el carbón es el único combustible que se emplea.

La plata y oro se vende por los individuos al Banco de Rescate ó cambio, establecimiento del gobierno que revende los metales á la Casa de Moneda, y, por consiguiente, giran letras entre sí el Banco y la Casa de Moneda. El total acuñado en un año ascendió a 5.000.000 de duros en plata, y 4.600 marcos, ó 36.800 onzas en oro. En años tan productivos como el que se cita, la Casa de Moneda, después de pagar sus empleados y cubrir sus gastos, dejaba líquidos al gobierno 212.000 duros.

Los empleados en la Casa de Moneda son en total 38: el superintendente, que tiene 6.000 duros al año; el contralor, tesorero, dos maestros ensayadores, el inspector de pesos y el veedor de ensayo y peso, llamados todos ministros, reciben cada uno desde 3.000 hasta 4.500 duros al año. Los empleados del Banco de Rescate se componen de un administrador, un contralor y un tesorero, que todos son también ministros; á sus respectivas oficinas están destinados dos fundidores y nueve escribientes.

La tesorería del departamento tiene un tesorero y un contralor, que también son ministros, y son superiores á los de la Casa de Moneda y del Banco.

Los otros empleados son:
Teniente asesor
Promotor fiscal
Alaclde veedor de minas
Ensayador
Fundidor y balanzario
Escribano de Hacienda.
También había 14 escribientes en este establecimiento.

En 1825 se incorporó la oficina de aduana á la tesorería. El correo tiene un administrador, un interventor, tres escribientes y seis conductores. Todas las personas empleadas en las oficinas y ramos expresados anteriormente, tienen y usan uniformes civiles, que manifiestan sus empleos y rangos. [247]



El Banco de Rescate y la Casa de Moneda ocasionan gran afluencia de oro y plata en Potosí, independientemente del que sus minas produce. Además de ser el mercado general de metales en aquella parte del mundo, su posición geográfica le hace al mismo tiempo la factoría de las mercancías auropeas que van desde Buenos Aires para el consumo del Alto Perú y el Cuzco.

Las provisiones para uso de la villa las traen de puntos distantes y de las provincias vecinas, y el mercado es uno de los mejores abastecidos de la América del Sur. El vino, aguardiente y aceite lo traen desde los Puertos Intermedios; la harina, de Cochabamba, y todo lo conducen á lomo con mulas, borricos ó llamas.

Los artículos de primera necesidad, así como los de lujo, están excesivamente caros. Los dueños de las minas y los trabajadores en ellas rara vez fijan su atención en economías, y generalmente gastan su dinero tan pronto como lo reciben. Las casas de los dueños de minas contienen algunas veces muebles y adornos de casa, más costosos que los que se hallan en las casas más respetables de las grandes ciudades en el Perú.

Muchas familias indígenas se han establecido en chozas y cuevas cerca de las minas, en el cerro, y bajan á la villa únicamente el sábado á la noche, para recibir su jornal y comprar provisiones para toda la semana. Muchos permanecen frecuentemente á gastar lo que han recibido en extravagancias, borracheras ó al juego; otros pasan gran parte de la noche tocando la guitarra y cantando en las puertas de las tabernas.

Una costumbre singular, que debió tener origen en la condescendencia de los primitovos propietarios de las minas, prevalece aún en el día. En el espacio de tiempo que media desde la noche del sábado hasta la mañana del lunes, queda el cerro hecho absolutamente la propiedad de los que quieran trabajar las minas á su cuenta, y durante aquel tiempo el propietario de ellas más atrevido no osaría ir á visitar las suyas. Los trabajadores que han tomado [248]



posesión de este derecho los llaman Caxchas, y generalmente venden el producto del domingo á sus amos; pero además del mineral que extraen de esta manera, los Caxchas producen perjuicios considerables descuidando las preocupaciones debidas cuando escavan; y si encuentran en el curso de la semana con una veta más ricas de lo ordinario, pasan sin trabajar en ella y la reservan para el domingo inmediato. En su consecuencia, se adoptaron medidas fuertes para cortar este abuso; pero cuanto hicieron fué inútil, porque los Caxchas defendieron su privilegio con la fuerza de las armas y rodando grandes peñascos sobre los que iban á atacarlos. Tan celosos observadores son de lo que llaman su derecho, que una vez se apoderaron de quince ó veinte llamas ricamente cargadas de mineral de plata al tiempo que bajaban del cerro, porque habían salido de la mina después de la hora en que principia el privilegio de los Caxchas. Ni de las llamas ni de los que las conducían se ha oído hablar más.

Al general Miller le confirieron el mando militar y político del departamento, en el cual estaban acantonados tres mil quinientos hombres de tropas peruanas. También fué nombrado superintendente de la Casa de Moneda y director del Banco. El general Sucre delegó en él especialmente, en clase de jefe supremo del Alto Perú, los poderes de vicepatronato de la iglesia, en la comprensión de su departamento, y fué autorizado además para deponer de sus destinos á aquellos clérigos que juzgase necesario remover en virtud de su conducta anterior y opiniones políticas, y proponer al arzobispo de Charcas los que creyese debían sucederles y cuyos nombramientos eclesiásticos no eran válidos hasta que los ratificaba el vicepatrono.

El general Sucre, á su llegada á Potosí la primera vez, nombró una comisión de tres individuos para formar una lista de las personas más capaces y beneméritas para optar á destinos, con objeto de proveer más de cien empleos civiles, que tenían de dotación anual, y en esca- [249]



las progresivas, desde quinientos á cuatro mil duros, los cuales habían quedado vacantes por retiros, ó dimisiones pro forma, al cambio de gobierno que se siguió á la batalla de Ayacucho. La lista que dió esta comisión causó un disgusto general; el general Sucre formó en seguida una junta con el mismo objeto y los mismos poderes en Chuquisaca; pero la segunda lista resultó tan impopular como la primera. Entonces mandó el general Sucre á Miller, que en el intermedio había sido nombrado para aquella prefectura, que formase otra tercera lista, la cual le fué devuelta con las otras dos, dejando enteramente á su discreción el nombramiento para los destinos. Estas facultades extraordinarias son un testimonio honroso de la cobfianza ilimitada depositada en la integridad é imparcialidad del general Miller; y el honor que de ella le resultaba fué mucho mayor, habiendo aprobado el Libertador y el general Sucre cuantos nombramientos hizo. Muchas plazas inútiles quedaron abolidas, y muchos sueldos fueron disminuídos, entre ellos el de prefecto, que de doce mil duros al año quedó reducido á siete mil. Los virreyes españoles gozaban sesenta mil duros de sueldo, y el presidente del Perú recibía treinta y seis mil al año; un general en jefe español tenía veinte mil duros, y el general Sucre recibió únicamente diez mil.

Todos los ramos de la administración del departamento estaban en un verdadero estado de desorganización cuando entraron los patriotas en Potosí. Desde el principio de la revolución en 1810 hasta 1825, acuñó la Casa de Moneda, un año con otro, á razón de medio millón de duros; pero durante los cinco primeros meses después de libertado Potosí acuñó más de un millón, y la población de la ciudad aumento de ocho mil almas á diez mil.

Los naturales del país y los comerciantes manifestaron una entera confianza en la buena fe del nuevo gobierno; la industria, un espíritu emprendedor, y la mejor inteligencia se difundió en todas las clases. lgunas veces ocurrió que el prefecto necesitaba dinero para mantener [250]



las tropas pagadas con exactitud, y en todas le hicieron préstamos temporales los comerciantes son la mayor cordialidad, los cuales, al reintegrarles sus adelantos, se negaron á adminit ningún interés. Don Andrés Argüelles prestó al Banco veinte mil duros sin interés alguno y sin recibo: esta cantidad se le devolvió á los tres meses de los productos del establecimiento.

Hasta el carácter indiano principió inmediatamente á hacer un cambio manifiesto. Acostumbrados á ser engañados, y por consiguiente á engañar, ni podían decir la verdad ni creerla en la boca de los demás. Aunque aquellos desgraciados habían obtenido por las leyes los derechos de ciudadanos, tal era aún su desconfianza en los crueles blancos, que se consideraban la abolición del tributo y la mita como una especie de trampa para hacerlos incurrir en alguna culpa. La mayor parte del clero no procuró desengañarlos de su error ni disipar sus temores, respecto que la libertad general de todos los individuos habría acabado de un golpe con el sistema de pongos, por el cual estos pastores, así como los caciques, alcanzaban las mayores ventajas. De este modo los decretos mejor extendidos en favor de los indígenas tardarán en producir el debido efecto; pues las preocupaciones y la timidez de su parte, y el interés de aquellos que los conservan aún en el error para aprovecharse del trabajo gratuito de otros, se combinarán para oponerse á las miras más benéficas de los gobiernos patrióticos. El tiempo mismo debe ser secundado por fuertes y filantrópicos esfuerzos de parte de los prefectos de los departamentos, gobernadores de las provincias, y demás autoridades principales, y deben conferirse á los indígenas ventajas y beneficios positivos y hacérselos sentir y conocer de modo que produzcan la debida impresión.

En conformidad al nuevo orden de cosas que regía, el general Miller publicó varias proclamas para dar fuerza á los decretos del gobierno, dirigidos á mejorar la suerte y condición de los indígenas; pero con poco efecto real ó [251]


positivo. Sin embargo, el pago puntual de los víveres y forraje tomado á los indígenas, la exacta remuneración á todos los que empleaba el gobierno, y una regular recompensa de cinco ó siete reales vellón al portador de cualquiera parte oficial, estableció la confianza á pesar de la recelosa disposición de aquellos desgraciados. Acostumbrados á verse obligados á la fuerza á llevar pliegos y ejecutar todos los trabajos públicos sin paga ni recompensa alguna, un pequeño premio dado invariablemente á sus fatigas les llamó á comparar lo pasado con lo presente, y quedaron tan sorprendidos como satisfechos de lo favorable del contraste. El mayor Ballejos, uno de los prisioneros libertados de las casamatas del Callao en 1820, era en aquella época mayor de plaza; el cual entró en las ideas de conceder protección á los indios, y su celo y humanidad ayudaron eficazmente á producir los más favorables efectos. El doctor Asín, secretario del gobierno departamental, se distinguió igualmente por su filantrópico celo é integridad de conducta.

Los soldados que montaban la guardia á la puerta de la Casa de Gobierno y uno de los propios criados del prefecto, fueron castigados por emplear á los indígenas en contradicción al espíritu de los últimos decretos á presencia de la parte ofendida. Había sido costumbre en el ejército real, y lo era aún demasiado entre los soldados patriotas, detener los primeros indígenas que encontraban en la calle y obligarles á limpiar los cuarteles, traer leña y agua y ejecutar los oficios más bajos y molestos. El hábito había familiarizado á los oficiales con aquella costumbre y rara vez corregían el mal; pero lo más digno de notarse es que los soldados indúgenas eran los más tiránicos en exigir estos servicios degradantes de sus hermanos.

Otro pequeño incidente produjo un efecto poderoso sobre los pobres oprimidos indígenas. Deseosos los azogueros de manifestar su patriotismo, acordaron en una [252]



reunión de la municipalidad en ayuntamiento pleno que se deducirían dos reales y medio vellón de cada marco de plata que se vendiera en él, como una suscripción general para cubrir los gastos de la recepción y manutención del general Bolívar en Potosí. Los oficiales del Banco hicieron una deducción semejante é indebida de los puches, ó pedazos de plata y oro llevados a vender por los indígenas. Tan pronto como el prefecto tuvo conocimiento de esta medida, fué personalmente al Banco, donde estaban una porción de ellos esperando el pago del metal que habían entregado. Hecha la información debida, resultó haberse deducido indebidamente noventa y cinco duros; pero como era imposible saber el tanto que cada indio había perdido, mandó el prefecto á su íntérprete que dijera, en lengua quichua, que los empleados del Banco habían incurrido en su desagrado por la deducción que habían hecho; que los indios podían acudir á él personalmente en caso que tuviesen en lo sucesivo algún motivo de queja, y que respecto á que los individuos propietarios de los noventa y cinco duros no podían conocerse exactamente, se iba á tirar aquella cantidad y cinco duros de su bolsillo, para que los que se hallaban presentes cogieran cada uno los que pudiesen. Cien duros en monedas pequeñas se extrajeron en su consecuencia del Banco, y el prefecto los tiró entre la multitud con sus propias manos. Desde entonces, en vez de disponer de contrabando de sus puches, como frecuentemente lo hacían antes, con pérdida considerable de las rentas del gobierno, llevaban constantemente su plata al Banco, sin temor que les defraudasen lo más mínimo.

Secundado por la buena voluntad de los habitantes, pudo establecer el prefecto una policía bien ordenada. Las calles se barrían en días determinados, las casas se blanquearon y la villa adquirió un aire de limpieza y conveniencias muy diferente del que tenía cuando entraron los patriotas. La posta y comunicación por tierra con [253]



Buenos Aires se estableció dos veces al mes; el camino desde Leñas á Potosí, y el de Potosí á los confines del departamento hacia Chuquisaca, uno de los peores del Perú, hasta la distancia de treinta leguas, se recompusieron é hicieron transitables. Aunque Potosí fué la última ciudad del Perú que se hizo independiente, fué la primera que levantó un monumento á sus libertadores, pues antes que llegase el general Bolívar, había erigido en la plaza principal un obelisco de sesenta pies de alto.

Un escritor superficial de viajes en la América del Sur ha preguntado: "¿Qué han ganado los indios con la revolución?" A esta pregunta contestamos que han ganado la abolición de las horribles opresiones siguientes:
La mita
La perpetua minoridad (1)
La servidumbre doméstica en calse de pongos, y
El tributo.

Efectuadas muchas reformas provechosas, la formación de instituciones útiles fué el objeto á que se dirigió la atención del prefecto. Habiéndose decidido que se estableciera en Potosí un colegio para estudiar mineralogía, fué autorizado el prefecto para adoptar las medidas necesarias á fin de procurar profesores, libros, instrumentos, etc., etc. después determinaron que la instrucción que se daría en él sería más general, dejando siempre la mineralogía como el objeto principal. El general Miller debía ser el patrono del nuevo colegio; entre otras medidas preparatorias que adoptó, fué ir á inspeccionar varios edificios públicos y eligió el convento de San Francisco como el más á propósito para convertirlo en colegio. Sus frecuentes visitas á él excitaron el temor de los frailes, y [254]

(1) Acorde á las leyes de Indias, ningún indio podía entrar en transacciones arriba del valor de cincuenta duros sin la sanción del protector de los naturales, empleado nombrado por el rey de España. En cada provincia había uno, y como estos "protectores naturales" tenían grandes oportunidades, engañaban á los pobres indios sin misericordia.



habiéndolo notado, dijo un día al prior: "Conozco que está usted alarmado con mis visitas y quiero poner fin á sus dudas, diciéndole mis intenciones. Yo pienso proponer este convento para que se establezca en él un colegio; si usted tiene algo que oponer á ello, puede usted escribir al Libertador, al general Sucre ó á quien quiera y decírselo. Doy á usted entera libertad para que lo haga; pero si tienen ustedes al fin que salir de él, yo prometo á usted que el cambio no perjudicará á ninguno de ustedes." Los frailes, que se habían preparado para oponerse, si era posible, á cualquiera propuesta que hiciese relación á su domicilio, parecieron quedar desarmados con esta franca declaración, y no pusieron dificultad alguna; pero el general Miller salió de Potosí antes que pudiese llevar a efecto su plan proyectado. Los frailes de este convento domrían rara vez dentro de él.

Algunos años antes de esta ocurrencia, en otro monasterio, una parte del cual empleaban los realistas como almacén de pólvora, sucedió la siguiente catástrofe. Una noche, á las doce, durante una tremenda tempestad cayó desgraciadamente un rayo en el almacén, lo incendió y su explosión destruyó casi todo el edificio. A la mañana siguiente, escasamente quedaban vestigios de aquel inmenso monasterio, y todos lamentaban la pérdida de los justos y bienaventurados frailes que lo ocupaban. Se dice que hicieron el examen más prolijo y afanoso para ver si hallaban sus santos restos; pero mientras las gentes estaban ocupadas tan piadosamente fueron sorprendidas de tiempo en tiempo, primero, por uno de los monjes del convento, que se llegó á ellos, y luego otro y otro, hasta que, después de haber trabajado por cerca e dos horas, tuvieron la satisfacción de descubrir que ninguno de los santos padres había padecido por auqella terrible desgracia. Cada uno de ellos hizo relación de la causa de su ausencia, sin comprometer la santidad de su carácter, y parece que todos ellos habían estado empleados en obras de caridad cristiana y de general beneficiencia. [255]



Habiéndose anunciado oficialmente la proyectada visita del general Bolívar á Potosí, el general Miller preparó la Csa de Gobierno (1) para aoljar al Libertador, y la cual es una de las casas mejor construídas que se hallan entre Lima y Buenos Aires. Los cuartos son bien proporcionados y están bien repartidos y adornados profusamente con florones dorados, grandes espejos y elegantes arañas. Como no podían encontrarse alfombras, se cubrió el suelo con rico paño carmesí y se amuebló la casa de nuevo con toda la apariencia de decencia y comodidad. Hallándose la villa de Potosí destituída de la mayor parte de los artículos de lujo conocidos en Europa, mandaron una porción de mulas á Tacna por servicio de mesa, quincalla y cristal, y procuraron cantidad de vinos, licores, cerveza fuerte y sidra inglesa y otros varios articulos. El prefecto tenía costumbre de convidar á comer todos los domingos á los jefes de los diferentes ramos y algunos de los principales habitantes. Estas personas se reconciliaron bien pronto con el Champaña, cuyo vino hasta entonces no se había visto jamás en Potosí, y el Burdeos y el Oporto rara vez pasaban sin el saludo correspondiente; pero pocos se animaban á los licores producto de la cebada fermentada, hasta que la repugnancia fué gradualmente desapareciendo por la fuerza del ejemplo, y el pale ale, ó cerveza fuerte, llegó á hacerse la bebida favorita (2).

Las manufacturas inglesas estaban al principio sumamente caras; pero su abundancia redujo pronto los precios y se difundió rápidamente el gusto por ellas. Los soldados que recibían su prest mensualmente empleaban [256]

(1) Ninguna otra casa de Potosí tiene la comodidad de una sola chimenea, pues, según la costumbre española, usan brasero en el invierno.
(2) Después que el general Miller salió de Potosí, descubrió que sus criados tenían costumbre de vender á los indios que venían de puntos distantes del país botellas vacías de cerveza ó vino, á duro ó á duro y medio cada una.



generalmente el sobrante que les quedaba en comprar artículos de fábrica inglesa. La población indiana, cuyo traje había estado antes reducido á telas groseras de lana hiladas y tejidas en el país, principió á comprar manufacturas inglesas.

La sociedad de Potosí, en la época á que se hace relación, era más numerosa y agradable que en lo ordinario, por circunstancias extraordinarias. Muchas viudas de oficiales realistas y empleados civiles se retiraron, naturalemente, al punto que por más tiempo se conservó á favor del rey; veinte ó treinta eran naturales de salta, donde la gracia y hermosura parece haber fijado su residencia. El Ayuntamiento, los comerciantes y los oficiales de la guarnición dieron bailes magníficos y sucesivamente al nuevo prefecto, el cual pagó estos obsequios dando otro no menos espléndido. En todos estos bailes, así como en funciones particulares, se hallaba tanta belleza, elegancia, gracia para bailar y quizás más alegría y jovial franqueza que se encuentra en muchas reuniones europeas.

La sociedad ganó mucho y recibió nuevo impulso por la llegada de una porción de caballeros, que acompañados de un numeroso estado mayor civil iban á comprar minas ó tomar posesión de otras compradas en Londres, algunas de ellas á personas que tenían tanto derecho de disponer de ellas como de otras tantas leguas cuadradas del Océano. Varias de las minas vendidas en esta forma habían sido declaradas vacantes (1). En Buenos Aires, Salta, Arequipa, etc., formaron otras asociaciones para tomar posesión legas de las minas, con el solo objeto de venderlas á especuladores europeos. estas asociaciones revendedoras contribuyeron también á aumentar la población de Potosí con la llegada continua de agentes, que [257]

(1) Las minas que por espacio de un año y un día quedaban sin trabajarse eran la propiedad del que las denunciaba, y pedía su posesión con objeto de explotarlas. El reclamante no tenía más que probar el hecho y pagar una pequeña cantidad por gastos de oficina. esta traslación de posesión se llamaba provisión de las vacantes.


movidos por halagüeñas esperanzas, eran de los miembros más festivos de la sociedad.

Mientras todos estos caballeros estaban afanosamente ocupados en pujarse unos á otros, ó en llevar á efecto sus multiformes contratos, ocurrió una circunstancia que paralizó todos los negocios y probó cumplidamente que las cabezas estaban tan atolondradas en Potosí como se veía lo estaban en otras partes. Esta circunstancia fué el anuncio de la llegada á Córdoba de un inglés, á quien nunca se daba título inferior al de GRAN COMISIONADO BRITÁNICO, y le anunciaban como representante de una reunión de pares y de príncipes , y con medios superabundantes y debidos poderes para comprar todas las minas del Perú. Por espacio de un mes, cada mañana se anunciaba lo que en su viaje había adelantado el gran comisionado; la Casa de Gobierno estaba llena de personas ansiosas de adquirir noticias, y hasta el prefecto mismo no estaba menos deseoso de saber quién era el personaje que iba á honrar el departamento con su presencia. La esperada llegada de Bolívar se hizo por algún tiempo un objeto de interés secundario; la curiosidad general sufría amargamente, pero el gran comisionado no parecía. El tiempo y la ansiedad, aumentando las ilusiones, suponían ya que varios subcomisionados, secretarios, sota-secretarios, mineralogistas, fundidores, químicos, dibujantes, agrimensores, ensayadores, batidores de oro, plateros, capellanes, cirujanos y sepultureros, con sus respectivas mujeres y familias, formaban parte de su numerosa comitiva. Mientras la mente de cada individuo vagaba por los espacios imaginarios, recibió el prefecto una carta, firmada únicamente por JOSEPH ANDREWS, la cual manifestó que el Gran Comisionado Británico era su buen amigo el capitán Andrews, nombrado agente de una asociación, cuyos directores, á semejanza de otros, habían llevado sus miras al más alto grado de extravagancia. Pero al fin se vió que la consecuencia natural de cabezas vacías era vaciarse los bolsillos, y grandes pérdi- [258]



das ocurrieron en el paraje mismo donde la naturaleza había provisto de los medios de grandes ganancias á empresas racionales, si hubiesen consultado á la prudencia, tenido previsión y obrado con economía. El capitán Andrews fué uno de los que economizaron los recursos de los que le habían empleado, y al mismo tiempo adquirió la confianza de los tenedores de minas más repetables. Si hubiese sido ayudado competentemente por la compañía que representaba, habría podido hacer más, con muy pocos gastos, que la mayor parte de la hermandad de busca-minas, que hicieron gastos tan enormes, principalmente enviando máquinas de que jamás hicieron uso. Aunque no nos consideramos capaces de dar una opinión decidida y terminante sobre el negocio de minas, diremos, sin embargo, que hay muchas minas en el Perú, particularmente en Puno, Guantajaya y Pasco, que, dirigidas con prudente economía, ofrecen el prospecto más ventajoso de una ganancia considerable y positiva; pero esperanzas fallidas, ó la ruina, serán siempre el resultado inevitable de establecimientos desproporcionadamente costosos.

Fuera difícil decidir si el mal manejo de klos directores ó la concupiscencia del público inglés merece mayor censura; lo cierto es que la muchedumbre, crédula y codiciosa, suministró solícita los medios para los gastos más extravagantes. Extraviadas por las ilusiones de la avaricia gentes que se habían guardado cautelosamente de entrar en tales especulaciones mientras los precios eran bajos, creyendo arriesgado mezclarse en ellas, no pudieron ver sin envidia que sus vecinos principiasen á recibir considerables sumas por el crecido aumento del valor de las acciones de las minas, y se precipitaron al mercado y compraron cuanto se les presentó á la vista, y cuanto más subían los precios más se aumentaba su frensí y el deseo de ser poseedores de ellas, sin que en ello mirasen siquiera el reslutado final de la empresa misma, sino únicamente ganar dinero en el momento. Acciones que al [259]



principio tenían un precio de 15 ó 20 libras, subieron en el corto espacio de seis semanas al premio [sic] enorme de 1.700 libras esterlinas cada una. Un frío paroxismo se siguió á aquella tremenda calentura; el terror pánico de 1825 ocurrió, y temores tan infundados como las anteriores esperanzas aumentaron el mal y causaron la ruina de cientos de individuos. La disolución de la mayor parte de las compañías de minas se siguió, y ésta se verificó precisamente en un momento en que algunas de ellas habían alcanzado ya un prospecto ventajoso para realizar su empresa. La odisea de estas transacciones recayó principalmente sobre los directores de las compañías, pero debió, con más razón, aplicarse al público, que después de haberse manifestado tan loco afán por estas empresas y especulaciones, privó repentinamente á los directores de los medios de poderlas llevar á efecto.

Los lavaderos de oro de Tipuani, en la provincia de Larecaja, están á setenta leguas al Noroeste de la ciudad de La Paz, y se encuentran en tres arroyos que bajan de la parte de la cordillera llamada Ancona, que está siempre cubierta de nieve. Estos lavaderos han sido labrados desde el tiempo de los Incas, como lo prueban los instrumentos que suelen encontrarse embebidos entre la tierra que las avenidas han acumulado, y lo que manifiesta el tacto é inteligencia de los antiguos peruanos es que esta clase de instrumentos se hallan siempre en los terrenos más productivos. Los lavaderos acaban donde el río Tipuani toma el nombre de Beni, y donde es ya navegable para botes hasta las Amazonas. A las diez ó doce varas de la superficie se halla oro en pepitas, en capas de arcilla de una hasta dos varas de espesor: su cualidad es de veintitrés quilates y medio. Todas las faenas de los lavaderos se ejecutan á brazo. Los hoyos ó excavaciones que hacen los achican con cubos, aunque las montañas están cubiertas de hermosos árboles, con cuya madera podían construir bombas de mano con mucha facilidad. El clima es muy ardiente y las tersianas muy generales.

Los habitantes indígenas del Perú van gradualmente experimentando los beneficios que les resultan de la abolición de las antiguas leyes opresivas. En los distritos que producen oro se redoblarán sus esfuerzos, puesto que en el día trabajan para ellos mismos; pueden obtener este precioso metal con sólo escarbar la tierra, y aunque la cantidad que cada individuo recoja sea muy pequeña, las sumas de estas pequeñas cantidades formarán una muy considerable. A proporción que los indígenas adquieran mayor riqueza, contraerán el deseo y la necesidad de las pequeñas comodidades de la vida; el consumo de las manufacturas europeas aumentará á un grado incalculable, y los efectos que producirán en el comercio general del globo se conocerán palpablemente. A la primera y más activa nación manufacturera del mundo corresponde sacar la debida ventaja de circusntancias tan favorables. Ya en el día se emplean, probablemente, las manufacturas inglesas el doble de toneladas, y quizás excedan veinte veces el valor de las importaciones de todas las otras naciones extranjeras juntas. Los vinos y cositas de gusto y caprichosas de Francia y la harina y muebles de casa de los Estados Unidos no pueden entrar en parangón con los percales de Manchester, los lienzos de Glasgow, los paños finos de Leeds, ó la quincallería de Birmingham; todo lo cual está probado por la mayor proporción de metales preciosos remitidos á Inglaterra, comparados con las remesas hechas á otras naciones. El solo envío de relojes de los Sres. Roskell y Comp., de Liverpool, puede contrabalancear la exportación de algunas de las naciones que comercian con la América del Sur.

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WIKIPEDIA:
William Miller (Wingham, Inglaterra, 12 de diciembre de 1795 - † Lima, Perú, 1861, también llamado Guillermo Miller en Latinoamérica), fue un militar británico que contribuyó de manera sobresaliente en la guerra de independencia de Argentina, Bolivia, Chile y Perú.
En 1824 El Libertador Simón Bolívar lo nombra general en jefe de la caballería independentista. Así combate en la Batalla de Junín y la Batalla de Ayacucho.
Su notable desempeño durante la guerra le valió ser ascendido al grado de Mariscal del Ejército del Perú. En 1821 había participado de la creación del regimiento de caballería Húsares de la Legión Peruana, los que, a consecuencia de haber intervenido heroica y decisivamente en la Batalla de Junín, fueron renombrados como "Húsares de Junín". Ese regimiento constituye actualmente la Guardia del Palacio de Gobierno del Perú.
Tras la capitulación de Ayacucho fue nombrado gobernador de la Villa Imperial de Potosí pero en 1825 viaja de regreso a Inglaterra para reponer su maltrecha salud luego de casi 10 años de lucha continua contra el Imperio español. En 1828 por intermedio de su hermano Jhon Miller publica en Londres la obra "Memorias del General Miller, al servicio de la República del Perú", publicación que tuvo gran acogida en las principales editoriales inglesas.
Regresó al Perú en 1831 para cumplir diversas responsabilidades militares y diplomáticas. En 1835 se vio envuelto en la guerra entre Andrés de Santa Cruz y Felipe Santiago Salaverry apoyando al primero en su proyecto confederacionista pero tras la derrota y fusilamiento de Salaverry, por quien Miller había intercedido para que le fuera perdonada la vida, se exilió del escenario político y militar no tomando parte de la guerra entre la Confederación Perú-Boliviana con Chile, la Confederación Argentina y los restauradores peruanos.
Por motivo de haber apoyado a Santa Cruz fue dado de baja y borrado del escalafón militar por las nuevas autoridades peruanas cuando la Confederación fue derrotada. Paso varios años como consul británico en Hawai hasta que pasadas las pasiones de la guerra el gobierno peruano le devolvió su título de Gran Mariscal
Pasó sus últimos años en Perú hasta que sintiendo la proximidad de su muerte solicitó ser llevado a un buque británico que se encontraba frente al Callao donde falleció poco después a la edad de 66 años.[2]
Después de su muerte se descubrió que todavía tenía (en su hígado) dos balas alojadas en su cuerpo, recuerdo de las más de veinte heridas que había recibido en sus batallas. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio británico de Bellavista y luego, en 1926, fueron transferidos al Panteón de los Próceres, en el Parque Universitario de Lima, donde todavía descansa. [Con datos parciales de Wikipedia]