6 libros al hilo
Como la segunda fase del transporte por cable en
Chukiyawu Marka-La Paz, ojalá con Línea Blanca por la ladera este. Así,
sorpresivamente, se difunde una impactante obra de historia. Es el
trabajo de un equipo profesional, referido al Kullasuyu, Muxus, Grigotá,
Chaku, Charkas, Bolivia y a los antecedentes del Estado Plurinacional.
Ya desde la década de 1830, cual mostraron José de Mesa y Teresa
Gisbert y ratificó Juan Miguel Arroyo, existía interés por elaborar una
historia de Bolivia que destacase los acuerdos y la prosperidad
logrados, una inquietud que será saciada a mediados del siglo XIX.
Además, se cumple ahora con creces, en la época de los centenarios y los
bicentenarios. Esto, sin duda, constituye una señal fehaciente de que
ha habido, y hay, proyectos y país con futuro.
Ahora,
la Coordinadora de Historia confirma aquello mediante la colección de
libros Bolivia, su historia. Ésta es, en todo caso, una obra de notable
concepción, ejecución, síntesis y revisión. Palabras especiales merece
la impecable edición, clave en esta obra de varios/as autores/as. Se
entiende que no ha sido nada sencillo hacer coincidir ritmos,
capacidades e inclinaciones para dar como resultado la unidad que
muestran esta media docena de volúmenes.
Los libros
cuentan con un complemento adecuado en la distribución y en la campaña
de motivación de las que este periódico de vasta trayectoria se ha
encargado de manera apreciable en los puestos de venta: una cooperación
inapreciable.
Han conformado el equipo de
investigación y redacción 29 investigadores/as. Más allá de agrupaciones
y corporaciones, existe una institución que es la articuladora e
inspiradora: La carrera de Historia de la UMSA (creada en 1966). Del
total de autores 21 estudiaron, ofrecieron u ofrecen docencia en dicha
unidad. 22 son historiadores de profesión. Obviamente, en este trabajo
se han realizado estudios complementarios o de apoyo de arqueología (3),
antropología (4), sociología (2), economía (2), derecho (2), educación
(1) y literatura (1).
ETAPAS. El primer volumen de
Bolivia, su historia trata los procesos culturales y políticos, de los
que se enfatiza la coexistencia de la población y la geografía en las
épocas previas a la conquista-invasión, en la puna, los valles y los
llanos. En dicha visión era pertinente insistir, siguiendo a Ramiro
Condarco Morales, respecto a los desplazamientos, interacciones y
complementariedades. Las dinámicas coloniales de los siglos XVI y XVII
ocupan el segundo libro de la serie. Sobre ellas, ciertamente, hay que
tratar de evitar las polarizaciones reduccionistas; se deben considerar
en su complejidad, que comprende desde las alianzas, los mestizajes y la
producción hasta las pugnas aún persistentes.
La
tercera entrega se centra en las crisis y conflictos del siglo XVIII en
conexión con la Independencia del XIX, cuyas tensiones y debates —según
ha sugerido Andrés Eichmann— pueden remontarse al siglo XVII, más allá
de los cortes didácticos, y se expresaron también en términos propios y
escolásticos junto a los del iluminismo.
La primera
centuria republicana —de importantes cuanto diversas inquietudes,
búsquedas, proyectos y acciones— ocupa el cuarto libro. En aras de
comprender este periodo de nuestra historia habrá que dejar de lado las
tipologías y visiones caudillistas convencionales.
Las raíces del nacionalismo se analizan en el quinto volumen, que
describe una amplia gama de luchas y propuestas. Ellas, en la
interpretación se tendrán que vincular más con las expresiones de las
culturas, pensamiento, educación y artes.
El sexto y
último libro se ocupa del periodo transcurrido desde el nacionalismo
revolucionario a la actualidad. Una época de quiebres subrayados, empero
de resurgimientos y nuevos retos —véase Jonathan Kelley y Herbert S.
Klein—. Asimismo, se hace necesario algo más de énfasis en la vitalidad y
matices de las propuestas originarias.
REFLEXIONES.
Generalmente, partiendo del pensamiento y manejo de conocimientos
históricos se apunta a construir hegemonías. Pero también, a veces,
desde éstas últimas se conciben y ejecutan trabajos históricos. Aún nos
cabe la esperanza que así fuera con mayor frecuencia. De esta forma se
generarían más sensibilidad y comunicación.
Para
ponderar el carácter abierto y reflexivo de esta obra en seis volúmenes
hay que reconocer que —en lugar de la versión autorizada, oficial e
irrebatible— pretende abrir diálogo, invita a la investigación.
Asimismo, puede servir de empalme cuando los esfuerzos investigativos se
encuentren vacíos. Tal sería el papel de referencia de una historia
macro como ésta.
Esito, o esingo, nomás. En tiempos
de ilusiones satelitales, si hubiera, redes de cables —no cruzados y que
sigan “trazo original”—, Amazonía petrolera, marraquetas de 50, Mara
Taka/solsticio/Inti Raymi, trenes y otras rutas interoceánicas, visita
del Papa y bicentenarios, sea permitido a este comentarista volver a las
historias aplicadas y memorias cuanto legados propios. Que, con
perspectivas, corresponde preservar.
Todo sucede en las condiciones del presente
Cecilia Salazar - historiadoraA fines de los 70 se produjo un gran
momento para las ciencias sociales y humanas porque se dieron las
condiciones para que se abriera un amplio escenario de debate acerca de
la libertad del sujeto y de su capacidad para actuar. El concepto de la
determinación inexorable de las estructuras sobre los sujetos fue
relativizado y se visibilizó la agencia, esa propiedad de la que todos
disponemos para salir de las sujeciones normativas, imponer nuestros
esquemas interpretativos e influir sobre la realidad. Las ciencias
sociales y humanas se vieron expuestas a su necesaria renovación
epistemológica por el reconocimiento de que la actividad académica e
intelectual cumple ciertas funciones que van más allá del plano
cognoscitivo.
En ese contexto, si la historia ha sido
tradicionalmente definida como una relación unilineal y ejemplificadora
entre pasado y presente, ahora se la concibe como un acto reflexivo
sobre nuestro acontecer actual. A ello apunta que sea objeto de
constantes revisiones, en la medida de los requerimientos políticos del
presente. Y que lo que en su momento fuera instituido como hecho
histórico, en otro deje de serlo.
SENTIDO. Así, la
historia ha asumido la función de darle consistencia a la relación
Estado-sociedad, tarea que devino en estructuras institucionales para
crear y recrear el conocimiento, de acuerdo con el desarrollo de la
infraestructura económico-productiva moderna y que, en lo cultural, pasa
por el capitalismo impreso y la comunidad de lectores. Es decir, por la
creación de sentido que se enraíza en el tiempo y el espacio de la
sociedad actual. El vehículo es la escritura especializada.
Si esto es así, es inevitable que la función política de las ciencias
sociales esté fuertemente interpelada por la comunidad imaginada o
nación, ante la que posicionamos nuestra vocación intelectual.
La Coordinadora de Historia, que nos ofrece la monumental Bolivia, su
historia, es una asociación académica surgida en 1992, en un contexto de
ampliación de las posibilidades cognitivas gracias, por ejemplo, a ese
extraordinario acto de voluntad pública que alentó Gunnar Mendoza al
organizar el Archivo Histórico de Bolivia. Aun en condiciones precarias,
la disponibilidad de materia prima para otra historia estaba
parcialmente dada, tanto como ciertas condiciones para su procesamiento
profesional y especializado, a lo que se suman sujetos con voluntad de
politizar sus preocupaciones a través de la investigación.
MOTIVADORES. Pero el contexto del trabajo de la Coordinadora de
Historia ha estado señalado por los avatares de nuestra naciente
democracia, en la que se enmarcó la caída del Estado de 1952 y sus
fallidos propósitos unificadores que auspiciaron la caída del movimiento
de los trabajadores mineros. Como resultado de ello vivimos la
reemergencia de las culturas subnacionales y, dentro de ellas, las
autorreferencias étnicas, revitalizadas por la vigorosa conciencia
katarista y luego por los accidentados episodios de la Asamblea
Constituyente y el gobierno del MAS.
Esos fueron los
motivadores para hacer ciencias sociales y para reescribir la historia,
teniendo como foco central —aunque no esté siempre explicitado así— la
heterogeneidad estructural del país, elemento distintivo de nuestra
configuración. Esto derivó en la larga y continua reflexión sobre la
gran masa indígena que, para algunos, resiste las políticas de
homogeneización y, para otros, las busca como soporte de su integración.
Haciéndonos eco de ello, volvemos a la idea de que a las ciencias
sociales y humanas las interpela la comunidad imaginada, lo que hace
imprescindible referirse constantemente al problema colonial como fase
constitutiva e irresuelta de la nación boliviana y de sus posibilidades
de unificación, objetivo que es el mejor logro de la colección, por la
sistematicidad y amplitud del debate que nos ofrece, haciendo un llamado
a la complejidad.
DESTINO. Como es imposible
abarcar toda la colección en un artículo, valga solo señalar la
imposibilidad de hacer una historia que complete al país, como se
pretendía. Esta cuestión nos conduce al concepto de totalidad
nacional-estatal que hace alusión al conjunto de formas productivas y
expresivas existentes, que convergen en un destino —y un pasado— común
aún no manifiesto en la estructura ni en la superestructura boliviana.
Si la historia privilegia unos hechos y no otros no es porque haya
lugares sin historia o sin sociedad, sino porque no existen agentes ni
instituciones que adopten una posición política ante sus problemas y los
conviertan en objeto de atención pública. Es decir, que los saquen de
las penumbras y los publiciten como relevantes.
No
es un hecho menor que la Coordinadora de Historia tenga como su primera y
más fecunda referencia institucional a la carrera de Historia de la
UMSA, plataforma local, que dejaba anunciada la posibilidad de esta otra
historia. Habrá que esperar iniciativas equiparables en otras regiones
del país, tarea que le compete de manera especial a la universidad
pública, la única que tiene las condiciones para optar por campos no
mercantilizados desde los que trascender hacia el nombramiento de
nuestra profundidad histórica, bajo la tesitura de la autonomía
intelectual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario