Óscar Ugarteche: Acabaron las integraciones solo por ideas
El académico peruano, pero profesor e investigador en la UNAM (México), Óscar Ugarteche, llegó al país a invitación de la Vicepresidencia del Estado, para dictar un taller sobre geopolítica en la región. Es una autoridad reconocida en el estudio de las relaciones internacionales; así, un rasgo en su visión del mundo es su realismo, crudeza a momentos, al ver el estado de los actuales esquemas de integración; entre los países, grandes o chicos, advierte, no hay buenas o malas intenciones, sino un objetivo, descarnado y frío juego de intereses nacionales.
— Hay unas integraciones más ideológicas, políticas, que económicas. Una cosa es el Alba y otra el Mercosur, por ejemplo.
— Las integraciones son el cruce de las dinámicas económicas y políticas; si tienes nada más que integración política, no tienes integración; este es uno de los grandes problemas del hemisferio. Andamos creyendo que porque nos ponemos de acuerdo cuatro sobre un punto, eso constituye un proceso de integración, y no es cierto. Para que haya integración, tiene que haber una dinámica económica que la soporte. En la Alianza del Pacífico es evidente que esos países están más próximos a Washington que los del Mercosur o del Alba, pero no es evidente que haya un fuerte antagonismo entre la Alianza y el Mercosur o el Alba; lo que hay son intereses nacionales distintos. La etapa de las integraciones ‘idealistas’, por ideas, es una etapa que ha terminado, estamos en la era de las integraciones realistas; esto es más que un esquema ‘imperialista-antiimperialista’. En las dinámicas de integración, ahora hay muchísimo más realismo que hace 20 años.
— Usted dice que el acercamiento entre la Alianza para el Pacífico y el Mercosur en los hechos es un renacimiento del ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas).
— Sí, claro. Ese es el punto. Si tienes un conjunto de países con un esquema de integración panamericano (con Estados Unidos como socio), y otros con esquema regional (unión sin Estados Unidos), es porque cada uno tiene en la cabeza una forma de relación entre sí y con Estados Unidos; los de Mercosur no tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos; de la Alianza del Pacífico, todos tienen su TLC; si tú les pones a conversar, hay una cosa que se llama la ‘cláusula de la nación más favorecida’; entonces, tú te vas a ir, por esta cláusula, a un acuerdo con los países que tienen el arancel cero, con lo cual los del Mercosur bajan el arancel a cero, y así todos somos ALCA.
— También afirma que para países pequeños como los nuestros, integrarse es algo insustituible.
— Así es. Estoy convencido de que el regionalismo es nuestro único medio de construcción de una relación en un mundo globalizado, antes de caer absorbidos por su dinámica. Pero, hay países que han entrado en la dinámica solos y no les ha ido mal, Perú; y otros que han entrado en la dinámica solos y les ha ido mal, México. En un esquema regional, la región negocia, y sobre todo en situaciones asimétricas, esto les da a los chicos más palanca, y a los más grandes les da un cierto liderazgo en el mapa mundial.
— Hace poco se reunieron la Celac y la Unión Europea. ¿Qué futuro le ve a este encuentro?
— Parece interesante. La Celac es el esfuerzo por incorporar a Centroamérica y México a la dinámica sudamericana, porque crecientemente da la impresión de que Sudamérica termina en Colombia, y de Panamá para el norte es otro mundo, de Estados Unidos. Lo otro que trata de hacer la Celac es balancear la asimetría que impone Brasil: éste es el 50% de América Latina, tanto en población como en el PIB; con México presente, queda un poco más balanceado; para los países que no tenemos cien millones de habitantes, nos conviene un esquema más ancho.
— ¿Y Europa? Dicen que Europa es la mayor inversora en la región.
— Sí pues, la Unión Europea es la de mayor inversión en la región. (Pero) Europa es el conjunto de países ricos más altamente endeudados del mundo; y los más estancados también. La Unión Europea tiene muchísimo más que sacarle a América Latina, de lo que América Latina tiene que sacarle a la Unión Europea. Los pobres europeos están básicamente fregados, se les acabó el crecimiento, están con políticas de restricción del consumo, las tasas de inversión han bajado y están desmontando su Estado de bienestar producto de la Segunda Guerra Mundial; Europa está pasando por un muy mal rato y no hay ninguna evidencia de que vaya a tener una recuperación económica firme en la próxima década. Pero es importante (el encuentro Celac-UE), para no criminalizar los movimientos migratorios y para hacer un contrapeso a Estados Unidos.
— También trabajó mucho sobre la deuda, de cómo ésta es todo menos un acuerdo soberano.
— Hoy no existe ningún mecanismo de resolución de problemas que genera la deuda; y como no hay, la deuda se convierte en un instrumento de poder. Cuando el acreedor quiere que tú privatices el petróleo, te pone esto como condición para un próximo acuerdo con el FMI, si no, no te sueltan los cien millones de dólares prometidos. Se ha convertido en una herramienta para cambiar la política económica del deudor; así, es necesario tener un mecanismo distinto que sirva para no coercionar al deudor, y que se permita resolver la deuda. Esto lo trabajamos con Alberto Acosta en 2003, y planteamos la creación del llamado Tribunal Internacional de Arbitraje para Deuda Soberana, hace 12 años. La vida dio vueltas, vino el ataque de los fondos ‘buitre’ sobre Argentina, se evidenció que el mecanismo hace falta y ese documento salió a flote; es a partir de las ideas de este texto que se presenta la iniciativa a las Naciones Unidas.
— ¿Una Corte al nivel, digamos, de la Corte Internacional de Justicia?
— La idea de Acosta y yo era que debía ser un mecanismo global para resolver un problema global, y no un mecanismo nacional, no una corte estadounidense, sino una corte internacional, especializada en el tema, y que debería conformarse una jurisprudencia internacional que se utilice para ese tribunal. Esta idea por supuesto debilita a los acreedores, pero hoy estamos en una situación paradójica: los acreedores son los deudores más grandes del mundo; entonces, pueda que les interese, que les convenga. Hemos tenido 16 votos en contra, 140 a favor; esos 16 son el G7 más los paraísos financieros.
— A propósito de lo que vino a disertar, geopolítica...
— ‘Geoeconomía’, más bien.
— El tema de los intereses nacionales. El Mercosur parece más un acuerdo para Brasil y Argentina, o la Alianza para el Pacífico para Chile como ‘país puerto’...
— En ambos casos esos mandatos tienen 200 años; no hay nada nuevo. El que propone una unión aduanera en América Latina fue Diego Portales (1793-1837), su idea era que Chile se convirtiera en la potencia marítima del Pacífico. Al otro lado, el planteamiento de la Unión Aduanera del Sur es hecho en 1877, agarra pista en 1909, y luego en 1920, y es una unión aduanera que junta a Argentina con Brasil con los países de la cuenca del Plata, que son los mismos que están ahora (en el Mercosur). Se está volviendo a caminar sobre los propios pasos, a ver si se va un poco más lejos, y siempre los pequeños en las relaciones asimétricas sienten que la negociación entre los grandes los deja de lado; eso es inevitable.
— Por integración a veces se entiende, digamos, hacer ‘el Tractor Mercosur’, cuando cada país produce una parte del aparato; por otro lado, parece ser más de complementariedad de economías.
— El tema es cómo se integran, cómo es la integración y la articulación de las economías dentro de una nueva división internacional del trabajo; y ahí los países escogen si se quedan donde están o cambian su patrón de acumulación; eso no lo tiene que negociar, es un dato; el interés nacional de un país, por ejemplo, es desarrollar la rama azucarera y en consecuencia tomará tales y cuales medidas, eso es expresión del interés nacional de un país; es el país el que tiene que decir, eso no lo dice ni el ente regional, ni lo dicen los grandes, eso lo dice cada quien; porque los grandes no van a colocar su interés nacional por detrás del interés nacional de los chicos; cada quien coloca su interés nacional donde crea. Nuestro problema en América Latina es que no se nota cuál es el interés nacional, no se ve qué es lo que queremos, y porque no se ve qué es lo que queremos, las iniciativas han sido de muy corto aliento, truncas.
Perfil
Nombre: Óscar Ugarteche
Nació: En Lima, Perú en 1949
Profesión: Especialista en economía internacional
Cargo: Investigador y profesor en la UNAM.
Vida
Es administrador de empresas especializado en finanzas, tiene un doctorado en Filosofía e Historia. Durante 30 años se dedicó a la economía internacional; enseña en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); su libro más reciente es una Historia Crítica del Fondo Monetario Internacional. “Yo conocí al Fondo acá, en 1982, en plena crisis”, asegura; de hecho trabajó en el Banco Central de Bolivia durante el gobierno de Hernán Siles Zuazo. En 1982, participó en la fundación del Movimiento Homosexual de Lima. Escribió seis libros sobre deuda externa, tres sobre globalización y una novela
Bolivia tiene que desarrollar su ‘sistema universitario’
Para fines de integración con otros países, Bolivia debería prestar especial atención a su “sistema universitario”, a su capital técnico-intelectual, provoca el experto en relaciones internacionales Óscar Ugarteche.
— Ahora nuestro Gobierno enfatiza en ser el centro energético de la región y contener el principal corredor bioceánico.
— Bolivia tiene la ventaja de ser un país geográficamente grande en medio de Sudamérica. Eso le da una biodiversidad espléndida, pero para poder trabajar estos temas, necesitas de un sistema universitario público fuerte, grande y descentralizado; ése es un trabajo por hacer. Lo otro, como está al medio, por aquí pasa todo, y eso tiene sus ventajas, ser un poco la Suiza de Sudamérica: las carreteras, los trenes, pasan por acá; la cuenca del Plata comienza acá; eso exige tanto el desarrollo de una infraestructura de transporte relativamente fuerte, como una relación muy fluida con todos los vecinos.
— Su problema siempre fue su acceso al mar, a los mares.
— Bolivia tiene opciones de salir al mar; no lo hace por Ilo, cuando ya está la zona franca hecha. Yo hice el estudio de la zona franca, y lo hice porque estaba convencido de que era una buenísima idea. En todo caso, Bolivia debería utilizar todas sus salidas al mar, no una, todas, porque al margen del juicio en La Haya, el hecho de que sea centro de todas estas rutas le obliga a estar articulada con los puertos en todas partes; que la posición geográfica juegue a su favor, no en contra.
— Pero Ilo es una opción, parece, que requiere una gran inversión.
— El tema es que se generaría actividad económica en esa parte del país (Perú); y es el puerto, entiendo, más profundo de la costa pacífica de América, puedes meter los barcos de calado más grande ahí. Tienes razón, el muelle habría que extenderlo; pero no es hacer, es extender. Un muelle que hoy se puede usar así como está, pero si lo extiendes, puedes meter barcos muchísimo más grandes.
— ¿Cómo se ve a Bolivia de estos últimos años, su despegue?
— Desde lejos percibo que en el país hay un alto nivel de informalidad, que no parece haber voluntad de formalizar (las actividades económicas), y si no se formaliza, el Estado no tendrá los recursos que requiere. Se necesita formalizar la economía para fortalecer al Estado. No puedes jugar a tener un Estado fuerte cuando el Estado no está financiado.
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