El camino hacia Ilo: Paz Zamora, Alan García y Fujimori
El lunes y martes tendrá lugar una reunión binacional de alto nivel entre Perú y Bolivia en Puno. La reunión, que juntará a los gabinetes ministeriales de ambos países y sus mandatarios, contempla abordar todos los temas bilaterales de complementación. Esta reunión histórica tiene como antecedente los acercamientos realizados durante el gobierno de Jaime Paz Zamora y las administraciones del Perú de Alan García y Alberto Fujimori, que condujeron a los acuerdos de Ilo.
A continuación, se ven estos antecedentes históricos de las reuniones de 1989 y de 1991, que desembocaron en el acuerdo Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz o Acuerdos de Ilo. “La reunión histórica que me tocó llevar fue en el lago Titicaca con Alan García (que ya terminaba su gestión y yo comenzaba) en el barco Ollantay en aguas internacionales en noviembre de 1989”, cuenta el expresidente Paz Zamora.
Ahí, entre otras cosas, se puso en marcha la Autoridad Binacional para la Cuenca del Lago Titicaca. El gobierno y administración de esa cuenca quedaban enmarcados en el acuerdo.Adicionalmente, relata Paz Zamora, García se refirió de manera clara a la posición del Estado peruano respecto del artículo 1 del protocolo complementario del Tratado de Lima (1929), que habla de que una futura salida soberana al mar de Bolivia por territorios que antes fueron del Perú debe contar con el asentimiento de ese país.
Aquella vez, el presidente peruano dijo que su país no sería un obstáculo para la solución del enclaustramiento marítimo boliviano, al ser consultado al respecto por la periodista Cristina Corrales. Más de una década después, el presidente Alejandro Toledo (2001-2006) reafirmaría esa posición y la reiteraría el mismo García, en 2010, durante su segunda gestión presidencial.
Es innegable que las relaciones internacionales están atravesadas por las relaciones personales. Así, abordo del Ollantay, Paz Zamora y García recordaron un episodio íntimo de su pasado común, tratando de determinar el lugar exacto entre Yunguyo y Copacabana (que se extendía a su vista) en el que se despidieron en noviembre de 1979, después de una suerte de operativo con el que el partido del peruano, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), ayudó al binomio electo de la Unión Democrática y Popular (UDP) —compuesto por Paz y Hernán Siles Zuazo— a ingresar clandestinamente a Bolivia, que en esos días se hallaba gobernada por el militar golpista Alberto Natusch Busch.
García, joven militante del APRA, fue elegido por su partido para conducir a Siles y a Paz Zamora desde Lima hasta la frontera en Yunguyo y dejar al presidente y vicepresidente electos de Bolivia bajo la guía de un militante indígena aprista, para que los conduzca por senderos de contrabandistas y de noche hasta Copacabana.
Es difícil medir en qué medida este vínculo personal pudo influir en la declaración positiva de García en 1989 respecto de la reintegración marítima de Bolivia, exactamente diez años después del episodio de Yunguyo. Lo que sí se puede afirmar es que la reunión presidencial en aguas internacionales del lago Titicaca fue auspiciosa y “abrió el camino para el acercamiento con (Alberto) Fujimori”, según cuenta el expresidente.
“Ahí comenzó una etapa muy buena con el Perú. Después del encuentro con García, a un año y medio se comenzó el proyecto de Ilo con Fujimori”, dice el expresidente.
El momento cúspide del acercamiento durante el gobierno de Fujimori se dio en una reunión secreta en Beni, la cual —como sucederá en el encuentro de este lunes y martes— contó con la presencia de los dos gabinetes ministeriales y los dos mandatarios. Esa reunión, realizada a fines de 1991, concluyó con el Convenio de Amistad, Cooperación e Integración Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz, también conocido informalmente como los Acuerdos de Ilo.
Con ese convenio se determinó una suerte de cesión por 99 años renovables de una zona portuaria, otra industrial, comercial y otra turística en Ilo (Perú) para Bolivia. A cambio, el país ofreció al Perú iguales facilidades en Puerto Suárez (Santa Cruz, frontera con Brasil) para que ese país se conecte hacia el océano Atlántico por vía fluvial.
“Se trató de una unidad estratégica entre los dos países y de ahí el nombre de Andrés de Santa Cruz, presidente de ambos países (en diferentes momentos de la historia)”. En efecto, este acercamiento no solo culminó con los acuerdos portuarios mencionados, sino que se trató de un convenio integral que abordaba comercio, integración carretera y coordinación en diferentes campos.
“Hubo mucho interés por parte de Perú, que incluso hizo una carretera de más de 400 kilómetros del Desaguadero a Ilo. Estamos a tiempo. Además, Ilo no excluye nuestro proyecto de estar en el Pacífico de manera más completa. La estrategia de Ilo iba al meollo de nuestro problema, que es estar en el océano Pacífico. Mejor estar con soberanía, pero poner un pie es un principio”, evalúa.
Con el acuerdo Gran Mariscal de Santa Cruz se logró que, inmediatamente firmado, el Congreso chileno abrogue una “ley maldita” contra Bolivia que impedía la compra de bienes inmobiliarios en el norte de Chile a los ciudadanos bolivianos. Ese fue un efecto “carambola”, interpreta el exmandatario Paz Zamora. “Eso es una prueba de que la estrategia de Ilo es eficiente. Lo hicieron (Chile) para contrarrestar el acercamiento con el Perú”.
Paz Zamora saluda la reunión de mañana y expresa que fue preocupante que Ollanta Humala no haya asistido a la posesión de Evo en enero, pues fue la primera vez que un mandatario peruano no asistía a este acto protocolar, lo que le pareció una mala señal, que ahora queda negada con el encuentro de alto nivel.
“Me parece muy bueno que se retome, a través de esta especie de cumbre, la dinámica de estas relaciones. Porque preocupaba cierto distanciamiento”. Como se ve, el acercamiento pasado de Perú-Bolivia —que podría ser retomado mañana de acuerdo al contexto actual— tuvo una serie de consecuencias positivas que, sin embargo, quedaron inconclusas por razones cuyo análisis fue abordado en este suplemento en el pasado.
Queda esperar la lectura de la declaración binacional que se realice el martes al concluir las reuniones técnicas, que incluyen temas como recursos hídricos transfronterizos, preservación del medio ambiente y remediación (sic) de los daños ambientales producidos por la actividad minera, los temas vinculados a la seguridad y defensa (drogas, contrabando), desarrollo económico, infraestructura para la integración y el desarrollo, entre otros.
Con los antecedentes anotados de 1989 y 1991 —además de una reunión de similares características llevada a cabo en 2001— se espera un acercamiento auspicioso en las relaciones. El reto será igualar o superar los entendimientos logrados aquella vez.
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