Bolivia contraataca
Equipo. Los abogados que representan a Bolivia junto a la delegación del país.
ABI.
Miércoles 6 de mayo, ocho de la mañana.
Fotógrafos, camarógrafos y periodistas chilenos llegaron hasta el
Palacio de la Paz para asistir a la anunciada prestación de Bolivia en
el litigio con Chile y que debe escuchar la Corte Internacional de
Justicia (CIJ). Había interés por observar al detalle al equipo jurídico
de un país mirado desde siempre con desdén por los ojos chilenos.
A las 10.00 “en todos los relojes”, siguiendo el solemne ritual, 13 de
los 15 jueces (uno se excusó y el jamaiquino Patrick Robinson no
apareció) tomaron sus sitios y sin preámbulo alguno el presidente del
tribunal, Ronny Abraham, invitó a la testera al agente Eduardo Rodríguez
Veltzé, quien luciendo traje y corbata azules, con aplomo y dignidad,
comenzó a recitar el alegato boliviano, en perfecto inglés y retórica
cabal.
ALEGATO. El exmandatario describió la Bolivia
actual, multicultural por Constitución y, con criterios sociológicos,
retrató a un pueblo amante de la paz y obediente del derecho
internacional. Rememoró la ocupación chilena de su litoral y refutó la
“prematura” acusación de querer contornar el Tratado de 1904, para
obligar a Chile a ceder parte de su territorio.
Reafirmó que Bolivia respeta el principio pacta sunt servanda (lo
pactado obliga), pero recordó que, paralelamente, existían otros
instrumentos diplomáticos a los que la oratoria chilena no se refirió en
absoluto. Ante el repudio de acuerdos que se arrastraban por más de 100
años, Bolivia no vio otra opción que acudir ante la CIJ, en busca de
justicia y como último recurso hacia la pacífica solución de esa
disputa. Armónico director de orquesta, Rodríguez Veltzé presentó a sus
cooperantes legales que en número de cuatro desfilaron sucesivamente por
el atril, cada cual predicando un elemento específico.
TRATADO. Contrariamente a su oponente, el colectivo boliviano era
notoriamente más fresco en edad y en dialéctica jurídica, como demostró
el primer orador de la jornada, el francés Mathias Forteau, que con
lógica aristotélica desmontó la argucia chilena acerca de la supuesta
incompetencia de la CIJ por el blindaje que se atribuye al artículo 6°
del Pacto de Bogotá. Más bien, señaló que el artículo 31 del mismo
documento abre la puerta a la Corte para arbitrar el desencuentro.
Demostró que la artesanía chilena había introducido ingredientes
malsanos para sembrar la confusión y desorientar al jurado en este
tópico. Causó asombro cómo un joven abogado aplanaba la postura de su
anciano compatriota Pierre Marie Dupuy, quien el lunes, con apuro,
pensaba que el Tratado de 1904 era la única herramienta de relación
entre los dos países. Forteau aseveró en ese marco que dicho convenio
dejó irresuelto el “acceso al mar” de la nación invadida.
AMNESIA. El jurista clarificó a la argentina Mónica Pinto cuando
explicó que no se trataba de “reabrir una cuestión ya arreglada”, sino
más bien de cerrar en justicia un problema pendiente. Citó sendas
declaraciones de dos cancilleres chilenos a la prensa, en sentido de que
Bolivia, en su demanda, no objeta el Tratado de 1904, sino que levanta
la noción de la “obligación de negociar”. Manifestó así que dicho
tratado se excluye del actual litigio porque ambas partes lo aceptan y
reafirman.
La profesora Monique Chemillier-Gendreau,
cual si estuviese en sus clases parisinas, dictó una cátedra de
procedimientos, salpicada de picantes calificaciones, para recordar a
sus contrincantes elementos fundamentales que “una amnesia colectiva”
los dejó en el cajón. Se refería a cartas, declaraciones, memorandos,
reuniones bilaterales y otros que se intercambiaron entre las partes por
más de 100 años. Fue categórica al expresar que aún en 1948 (Pacto de
Bogotá) el acceso al mar, dejado en suspenso desde 1904, continuaba
irresuelto. La tesis chilena —dijo— se parece a las ilusorias rosas del
desierto de Atacama que florecen una sola vez al año y que se pierden en
la imaginación del novelista Luis Sepúlveda.
El PACTO. El togado español Antonio Remiro Brotóns se encargó de rebatir
la interpretación chilena del artículo 6° del Pacto de Bogotá, que fue
la única base en que se asienta la objeción a la competencia de la CIJ.
Abundó en consideraciones acerca de ese renglón, haciendo analogía con
decisiones que al respecto la CIJ ya legisló cuando trataba el caso
entre Nicaragua y Colombia.
Más tarde, comentó la
alusión chilena a la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia,
que si bien estatuye su derecho irrenunciable a una salida al mar, en
ningún caso reclama la devolución de los territorios usurpados por Chile
y, en cuanto al artículo 9° transitorio, la renegociación de tratados
toca a otros convenios que, efectivamente, fueron modificados con la
anuencia de las partes involucradas.
Finalmente,
apareció el profesor iraní Payam Akhavan, cuyo inglés oxfordiano,
distante de su farsi maternal, halagó los oídos, por su impecable
dicción que aumentó la fortaleza de sus argumentos. En el marco del
artículo 79 del reglamento de la CIJ, sintetizó el alegato chileno en
sus erráticas aserciones y las destruyó una por una:
A) Bolivia no objeta el Tratado de 1904 y más bien respeta la vigencia de lo pactado (pacta sunt servanda)
B) No disputa fronteras fijadas.
C) La negociación que Bolivia reclama no se cierra, en ninguna fórmula preestablecida, dando lugar a varias opciones creativas.
D) Chile debería cumplir sus compromisos antelados.
E) La vigencia del Tratado de 1904 no entra en colisión con acuerdos paralelos sobre el acceso al mar por parte de Bolivia.
F) Bolivia, en su demanda, no tiene ninguna agenda oculta.
G) Preocupa que Chile hubiese repudiado acuerdos previos.
DUDAS. Después surgieron preguntas pertinentes: ¿Si en 1904, la
cuestión marítima se daba como arreglada, por qué se continuó negociando
por más de 100 años? ¿Por qué Chile durante las conversaciones de
Charaña tuvo que auscultar la posición del Perú con referencia a un
eventual acuerdo con Bolivia? ¿Y dónde quedan las numerosas resoluciones
de la OEA, signando el acceso al mar de Bolivia, como un asunto de
preocupación hemisférica?
Como se puede apreciar, la
arremetida boliviana fue sólida y completa. Pero aún faltan dos sesiones
orales, de terminal importancia. Me pregunto si fue conveniente quemar
todos los cartuchos en esta primera escaramuza o si hubiese sido más
útil guardar cierta cantidad de munición para los dos posteriores
encuentros.
Al terminar la reunión, el juez británico
Christopher Greenwood formuló una pregunta-trampa: “¿En qué fecha se
concluyó un acuerdo respecto a la negociación relativa al acceso
soberano al mar?” Este tipo de interrogantes reflejan en la Corte ya
una posición preconsabida y no son del todo ingenuas. (Recuérdese la
pregunta que el juez marroquí Mohamed Bennouna avanzó en ocasión del
caso librado entre Perú y Chile [2009-2014]).
PREGUNTA. Esta situación nos lleva a fotografiar el escenario entre las
distintas operaciones del pensar jurídico, en las que la lengua arrastra
la secuela de una cierta mentalidad. Especulemos que la pregunta del
juez Greenwood se inscribe en la composición del equipo legal chileno
(dos abogados ingleses, un australiano y un americano). Todos ellos, más
su agente, se expresaron en lengua inglesa, salvo el profesor francés
Pierre Marie Dupuy.
Por el contrario, en el conjunto
boliviano, aparte de su agente y del iraní Payam Akhavan, sus juristas
usaron el idioma francés. ¿En qué idioma escucharon los 13 jueces los
alegatos? Seis tienen el inglés como lengua materna, tres el francés y
el resto debió escoger entre uno y otro idioma. Entretanto, ingredientes
susceptibles de influir en el ánimo y en la buena recepción de los
argumentos, hay una fuerte dosis de subjetividad que atempera el frío
análisis jurídico de cada caso.
Chile reconoce en la CIJ los diálogos sobre el mar, pero niega que se constituyan en pactos de cumplimiento
Uno de los abogados de Chile durante su intervenciòn en el Palacio de La Paz en La Haya.
El equipo jurídico de Chile reconoció hoy durante su réplica a los
alegatos bolivianos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que
ciertamente se negoció con Bolivia una solución al diferendo marítimo,
pero sin que esto se llegue a constituir en ‘pactum de contrahendo’
(promesa bilateral). Además advirtió a los jueces de edse tribunal
internacional que aceptar la demanda boliviana “minaría la santidad de
los tratados”.
Hoy se cumplió el tercer día de alegatos en el marco del incidente
presentado por Santiago para evitar que los jueces internacionales
traten la demanda marítima boliviana orientada a obligar al demandado a
sentarse a iniciar un diálogo para negociar una salida soberana al
Pacífico. Mañana será el turno de La Paz para exponer la respuesta a la
réplica chilena.
La misión chilena, encabezada por el agente Felipe Bulnes, respondió a
los alegatos presentados ayer por Bolivia, que establecieron que el
Tratado de 1904 de límites no resolvió el conflicto del mar, como lo
demuestran los propios compromisos chilenos para zanjar el litigio y de
los que hoy se demanda su cumplimiento en el entendido de que se
constituyen en un hecho jurídico.
El abogado que representa a Chile, Samuel Wordsworth, enumeró
diferentes negociaciones chileno-bolivianas sobre la demanda marítima,
donde –efectivamente- reconoció se habla de negociar o buscar una salida
soberana al Pacífico. Mencionó diálogos bilaterales como los de 1920,
1950, 1975 y la resolución de la Organización de Estados Americanos
(OEA) para alentar la solución del diferendo.
Pero luego apunto: “El mero hecho de que sí hubo intercambio en esas
negociaciones no puede poner en tela de juicio la situación jurídica
existente (en el Tratado de 1904)”. Luego insistrió en que ninguno de
los documentos de esos procesos de diálogo se constituyen en un ‘pactum
contrahendo’.
“Es difícil pensar de algo más distante de un pactum de contrahendo”,
dijop en referencia a los argumentos bolivianos que precisamente
reclaman a Chile cumplir con los compromisos que asumió a lo largo de
la historia para resolver el conflicto arrastrado desde 1879, tras la
invasión chilena y la posterior Guerra del Pacífico.
Wordsworth negó que las negociaciones generen derechos como reclama
Bolivia y reiteró que está vigente el Tratado de 1904, que estableció
los límites fronterizos y otorgó facilidades a los bolivianos para
acceder al mar. Bajo esa lógica, insistió en que el Pacto de Bogotá
impide en su artículo VI llevar a jurisdicción de la corte asuntos ya
resueltos antes de 1948, cuando entró en vigencia.
Bolivia defendió ayer la competencia de la CIJ para tratar la causa
marítima asegurando que la demanda contra Chile está asentada en el
incumplimiento de los compromisos que ese país hizo para resolver el
diferendo marítimo al margen del Tratado de 1904, lo que a su vez
demuestra que ese documento bilateral no zanjó el conflicto.
Harold Koh, talmbién abogado de Chile, afirmó que no hay bases legales
para declarar la jurisdicción de la corte en la causa boliviana y de
hacerlo- advirtió- se abrirá el riesgo de que cualquier Estado de forma
unilateral recurra un tratado de límites. “L a teoría de Bolivia alentaría intentos unilaterales de volver a litigar la historia”, cuestionó.
“Aceptar la invitación de Bolivia minaría la santidad de los tratados”,
sostuvo en la jornada en la que concluyó Chile su participación en la
fase de alegatos.
Bulnes cerró la intervención del equipo de su país pidiendo a los
jueces declararse incompetentes para tratar el caso que los calificó
como artificial “para atraer la jurisdicción de la corte en temas donde
tal jurisdicción no existe”.
Chile declara su satisfacción con la réplica y dice que Bolivia ingresó en contradicciones
Chile, mediante su
canciller Heraldo Muñoz, declaró su satisfacción por los argumentos de
la réplica expuesta hoy ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de
La Haya en el caso de la demanda marítima boliviana y observó que el
país demandante ingresó en contradicciones.
“Hemos escuchado respuestas macizas que solo rafirman lo que se ha
expresado en el alegato anterior”, dijo a su salida del Palacio de la
Paz, tras la exposición de los argumentos de réplica que hicieron los
abogados que representan a su país, a la cabeza del agente Felipe
Bulnes.
Advirtió además
que “la demanda (boliviana) busca transformar a la corte en un mediador
obligatorio sobre una cuestión de soberanía que ya fue zanjada en el
Tratado de 1904”, argumento que fue mencionado insistentemente por los
abogados de Chile.
Según
Muñoz, Bolivia presentó “un caso artificial” e ingresó en
contradicciones, no solo en el caso de la demanda presentada en 2013 y
el primer alegato expuesto el miércoles, sino también dentro de los
mismos alegados.
“Hablaron en principio de derechos expectaticios, después pasaron a la
obligación de negociar y ahora han avanzado una nueva tesis: de
obligaciones paralelas”, dijo y consideró que el equipo jurídico chile
pudo poner ello en evidencia ante los jueces de la CIJ.
También se refirió a la pregunta que un día antes hizo a la delegación
boliviana el juez y exasesor del gobierno chileno, Christopher
Greenwood, y dijo que están “muy interesados” en conocer la respuesta
boliviana.
“¿En qué
fecha mantiene Bolivia que se concluyó un acuerdo respecto de la
negociación relativa al acceso soberano?”, fue la interrogante lanzada
por Greenwood.
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