Potosí, 29 de octubre de 1825.
A SIR ROBERT WILSON.Honorable general y señor:
Las honrosas letras con que Vd. se ha servido favorecerme me han llenado de una inmensa satisfacción porque ellas vienen de un sabio, de un héroe y del mejor amigo de la libertad. Muchas veces he dicho que estimo en más el concepto de un caballero como Vd. que el de naciones enteras. En el Parlamento Vd. ha querido relevar tanto mi conducta, que confieso con franqueza que Vd. más ha atendido, en semejantes oportunidades, a su pasión por la libertad, que a su respeto por la justicia. Mis servicios son muy inferiores a los de otros que se han consagrado a la buena causa de los pueblos; pero mi destino ha querido que una vasta porción del mundo haya aprovechado de mis combates para romper sus cadenas. Este es todo mi mérito; y, sin embargo, Vd. lo eleva muy alto y Vd. me atribuye sucesos a que no tengo derecho. Me parece que Vd., siguiendo a Alejandro en sus combates y en su generosidad, recompensa mil por uno.
El joven Wilson y yo estamos encantados los dos con las cartas que Vd. nos ha escrito. A la verdad ellas son muy capaces de llevar el más vivo gozo al fondo del corazón. El joven Wilson se conduce cada día más a mi satisfacción: su respeto y su amor al padre lo liga de tal modo a los sentimientos que me profesa, que algunas veces me parece tener en él un hijo.
Aprovecho esta oportunidad del bravo general Miller que marcha a Europa, para escribir a Vd., e igualmente me tomo la libertad de dirigir a Vd. un retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza. (*)
Es mi deber suplicar a Vd. se sirva mirar con toda consideración al bravo y modesto general portador de esta carta.
Acepte Vd. los sentimientos de mi distinguido aprecio.
Simón Bolívar
(*) Este retrato, obra del pintor limeño Gil, fué regalado por el coronel Belford Wilson al general Ballivián, presidente de Bolivia, y se halla en Chuquisaca. En el palacio federal de Caracas existe otro igual, del mismo autor, enviado por Bolívar a su hermana María Antonia. Fuente: Semana
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CAPÍTULO XXXI
Bosquejo biográfico del general Bolívar.- Su estado Mayor.- Doctor Moore.- Coronel O'Leary.- Teniente coronel Ferguson.- Coronel Belford Wilson.
La parte principal que ha tenido el general Bolívar en la revolución de Colombia, y la que tuvo en la conclusión de la del Perú, nos obliga á representar un bosquejo de la persona cuyo nombre está identificado con tan grandes y extraordinarios acontecimientos.
Cuando el Libertador estaba en Potosí, dijo un día, hablando casualmente sobre la materia, que de las muchas biografías que se habían publicado de él no había una que mereciese el título de exacta. Miller entonces manifestó que, como á su llegada á Europa le creían perfectamente informado de ella, celebraría infinito tener una que merecieseel título de exacta. Miller entonces manifestó que, como á su llegada á Europa le creían perfectamente informado de ella, celebraría infinito tener una relación detallada y correcta, para poder por su medio contestar á la infinidad de preguntas que le harían. En consecuencia de esta conversación, el general Sucre tuvo la bondad de extender una relación sucinta de la carrera del Libertador, y á pesar de sus imperfecciones, consecuencia de la rapidez con que la escribió, el origen de donde emana la hace sumamente interesante. Gran parte del bosquejo biográfico siguiente está extractado de aquel documento.
Simón Bolívar nació en Caracas el 25 de Julio de 1783. Perdió sus padres en edad muy tierna; á los diez y seis años pasó a Europa á completar su educación, y viajó por Francia é Italia. Habiéndose casado en Madrid, se embarcó para Venezuela, donde murió su esposa á los pocos meses de su llegada. Bolívar pasó por segunda vez á Europa, y se halló presente á la coronación de Napoleón. Regresó a Caracas en compañía de Emparán, nombrado capitán general de Venezuela por la Junta Central de Sevilla. Poco después de levantado el estandarte de la independencia en aquel país el 19 de Abril de 1810, fué enviado á solicitar protección de la Gran Bretaña, y fué muy bien recibido por el marqués de Wellesley, ministro entonces de Negocios extranjeros. El gobierno británico ofreció su mediación entre España y sus colonias; pero el gobierno español no admitió el ofrecimiento. Bolívar volvió á su país nativo acompañado del general Miranda, al cual dieron el mando de las tropas de Venezuela; pero el gobierno revolucionario era demasiado débil para dar consistencia á la fuerza militar. Se originaron divisiones,y la causa de la independencia sensiblemente iba retrogradando cuando ocurrió el horroroso terremoto de 1812, y la invasión que le siguió de una fuerza española al mando del general Monteverde, hicieron perder, por el momento, toda esperanza de buen éxito.
Alegando Bolívar que el general Miranda había hecho traición á su patria capitulando con Monteverde, arrestó á aquel general en La Guaira. Bolívar pidió entonces su pasaporte, y cuando le presentaron á Monteverde, este general dijo que se concedería la petición del coronel Bolívar como recompensa del servicio que había hecho al rey de España entregando al general Miranda. Bolívar contestó que le había arrestado para castigar un traidor á su patria (1) y no para servir al rey. Esta contestación
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(1) Parece que Bolívar incurrió en un grande error por el ardor de sus sentimientos. No sólo está reconocida la conveniencia de la capitulación por personas de la mayor respetabilidad que la presenciaron, sino también que Mirana no tenía otra alternativa. Los habi-
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atrevida estuvo cerca de hacerle comprender en la proscripción general; pero los buenos oficios de D. Francisco Iturbe, secretario de Monteverde, le procuraron el pasaporte y le permitieron embarcarse para Cucacao. Desde aquella isla fué a Cartagena, donde obtuvo el mando de una pequeña fuerza, con la cual subió por las orillas del Magdalena, y habiendo batido varias partidas de las tropas realistas en diferentes puntos de aquel río, continuó su marcha desde Ocaña á Cúcuta, y solicitó auxilios del gobierno de Cundinamarca. Este puso á su disposición quinientos hombres, y con ellos unidos á la pequeña partida que él tenía, empresndió Bolívar la grande obra de libertar su patria. Cuatro mil españoles, á las órdenes del general Correa, se hallaban entonces en aquella parte de la frontera de Venezuela; Bolívar batió una de sus divisiones y adelantó hasta Trujillo, derrotando en su marcha varios destacamentos realistas.
Desde el principio de la guerra condenaban á muerte los españoles á cuantos individuos hallaban con las armas en la mano; por el contrario, los sur-americanos daban cuartel á los realistas que caían en su poder, y por consiguiente los naturales del país preferían entrar en las filas de los realistas, puesto que en caso de ser prisioneros, tendrían la ventaja de salvar la vida. Conociendo Bolívar la gran desventaja que esto le producía, y como una represalia de las horribles matanzas cometidas por los españoles, publicó una proclama en trujillo, declarando que desde aquel momento en adelante haría una guerra de exterminio. Esta declaración de guerra á muerte de parte de los independientes, hizo igual el peligro en ambos partidos.
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tantes ricos y de influencia le rehusaron su ayuda, no porque sus sentimientos políticos hubiesen cambiado, sino porque vieron la inutilidad de sacrificar sus propiedades y vidas en una tentativa extravagante para contener el torrente de la opinión pública, habiéndose declarado la masa del pueblo decididamente por los principios realistas, y más aún después del terremoto; el cual habían presentado los curas como un castigo del cielo por la insurrección.
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Habiendo dividido Bolívar sus pequeñas fuerzas en dos divisiones, encargó el mando de la segunda al acttivo general Rivas. Bolívar penetró personalemente en los Llanos después de haber batido á los españoles en Niquitao, Carache, Barinas, Tahuana y Torcones; luego adelantó á Victoria, distante veinte leguas de Caracas, donde se le reunieron comisionados españoles que salieron á solicitar y obtuvieron una capitulación. El vencedor entró en triunfo en la ciudad de su naturaleza, pero no puso fin á la guerra aquel acontecimiento. Los españoles no observaron religiosamente la capitulación, y el general Monteverde desde las murallas de Puerto Cabello fomentaba la discordia que reinaba en las provincias del interior. Por este tiempo llegó un fuerte refuerzo de España, y Bolívar tuvo que evacuar á Caracas; pero los realistas fueron batidos en Virginia, Bárbula y Las Trincheras. Sin embargo, el general español Cevallos tuvo tiempo para sacar cuatro mil reclutas de la provincia de Coro, que siempre se había maifestado en contra de la causa de la independencia. Bolívar ganó en seguida la importante batalla de Araure, y tomó nuevamente posesión de Caracas. El 2 de Enero de 1814 reunió el general Bolívar las autoridades públicas de la ciudad de Caracas, y renunció en ellos la autoridad suprema que había ejercido, y con la cual le habían revestido sus triunfos y merecimientos. Las autoridades no admitieron su dimisión, le confirieron el título de LIBERTADOR DE VENEZUELA y le nombraron dictador.
Por este tiempo el español D. José Tomás Boves logró hacer una contrarrevolución en los Llanos, inmensa extensión de tierra llana que atraviesa el centro de Venezuela y llega á los confines de Nueva Granada. Boves organizó una fuerza compuesta, en su mayoría, de hombres elegidos entre los desalmados del país, á los cuales condujo con promesas de saqueo y prodigando las mayores recompensas á los perpetradores de las atrocidades más horrorosas. El camino que estos malvados llevaron hasta
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Calabozo, lo marcaron en todas partes con la sangre de ancianos y gente indefensa. El general Bolívar, que había destacado una parte de sus fuerzas en persecución de Cevallos, no conservaba más de dos mil hombres para oponerse á Boves, que tenía cerca de cinco veces más fuerza. Boves era dueño de los fériles valles de Aragua, y destruyó algunas divisiones enviadas para contener sus progresos. Bolívar tomó posición en San Mateo para defender á Caracas, y una serie de ataques casi continuos redujo en cuarenta días el número de las fuerzas de Bolívar á sólo cuatrocientos hombres. Cevallos había ya reparado los efectos de su descalabro en Araure, y reforzado por el general Cagigal, había penetrado hasta Valencia. Habiendo batido á Boves la división patriota de Oriente en Bocachica y habiéndole obligado á retirarse á los Llanos, se unió después esta división con los restos de las fuerzas del general Bolívar y marcharon contra Cagigal y Cevallos, cuyas tropas bien organizadas, ascendían á seis mil hombres. Bolívar las atacó y deshizo; en seguida destacó la mayor parte de sus fuerzas para someter la provincia de Coro, y personalmente marchó contra Boves; pero fué vencido por el número excesivo de sus contrarios, en La Puerta. Su división se dispersó y huyó á Cundinamarca, y se vió obligado á abandonar nuevamente á Caracas. El mismo día presenció el lastimoso espectáculo de millares de habitantes que dejaban sus casas y propiedades á la merced de crueles y bárbaros malhechores, huyendo á arrostrar el hambre, enfermedades y aun á hallar la muerte en provincias distantes.
El 17 de Agosto perdió Bolívar la batalla de Aragua; y las acciones de Maturín, Cumaná, Carúpano, Guiria, Urica y El Caris, que la sucedieron, tuvieron éxito variado por una y otra parte. Estando todo perdido en la parte oriental, Bolívar se dirigió á Cartagena y ofreció sus servicios á Nueva Granada, agitada entonces por los partidos discordes de provincialistas, centralistas, metropolistas, federalistas, realistas é independientes. Un Con- [281] greso reunido en Tunja confirió á Bolívar el mando de las fuerzas de Nueva Granada; Santa Fe de Bogotá se sometió, las provincias reconocieron al Congreso é hicieron un esfuerzo para establecer una forma de gobierno constitucional.
Habiendo propuesto Bolívar la toma de Santa Marta, aún en posesión de los españoles, fué autorizado por el gobierno de Santa Fe para extraer de los arsenales de Cartagena cañones, pertrechos, etc.; pero el gobernador de aquella plaza se negó á dar aquellos auxilios. Para forzarle á su cumplimiento puso sitio el general Bolívar á Cartagena, á cuyo frente permaneció largo tiempo, cuando supo la llegada á Margarita del general Morillo con diez mil hombres de tropas españolas. A esta noticia puso el general Bolívar las tropas sitiadoras á disposición de su rival el gobernador de Cartagena; y para evitar que su país sufriese por más tiempo por las disensiones originadas entre él y el gobernador, se retiró á Jamaica. El general Morillo puso poco después sitio á Cartagena, la cual se hallaba exhausta de provisiones en consecuencia del largo sitio que había sufrido de los mismos patriotas sus rivales.
Bolívar envió desde Jamaica algunos auxilios para la guarnición; pero antes de que pudiesen llegar, estaba ya en poder de los españoles aquella importante fortaleza, cuya toma les facilitó los medios de reconquistar á Nueva Granada, haciendo correr á torrentes en el patíbulo la sangre de sus habitantes.
En Kingston escapó difícilmente Bolívar de ser asesinado; y la circunstancia casual de haber cambiado de habitación con otra persona, fué la causa de que el puñal asesino se clavase en el corazón de uno de sus fieles compañeros en lugar del de Bolívar.
El autor de estas Memorias vivió casualmente unos cuantos días en la misma hospedería; algunos oficiales de un navío de línea inglés que no hablaban español, le rogaron invitase á Bolívar en su nombre para comer con [282] ellos. Esto ocurrió únicamente pocas semanas antes del proyecto de asesinato al general Bolívar.
Desde Jamaica pasó Bolívar á Haití, y fué recibido por Petión en Puerto Príncipe con bondadosa hospitalidad y asistido por él tanto cuanto se lo permitían sus recursos.
En Abril de 1816 dió la vela con trescientos hombres para la Margarita, cuya isla acababa de sacudir nuevamente el yugo español; y llegó á Juan Griego, donde fué proclamado jefe supremo de la República. El 15 de Junio dió la vela, y el 3 desembarcó en Campano, en cuyo punto batió á novecientos españoles; y entonces abrió comunicación con jefes de guerrillas patriotas que se habían mantenido en partidas aisladas, dispersas en los llanos de Cumaná, Barcelona y el Apure (1). Es un hecho notable que el aislamiento de varias de estas partidas fué tal, que ignoraron por muchos meses si alguien más que ellos empuñaban aún las armas por la libertad de su patria; y sólo por su encuentro causal pudieron conocer que había más de una guerrilla. Bolívar suministró armas á algunas de ellas, y al mismo tiempo aumentó sus propias fuerzas á mil hombres. Los españoles se reunieron en número superior para destruirlos; pero Bolívar se embarcó y desembarcó en Ocumare con intención de tomar á Caracas; mas habiendo regresado de Nueva Granada á Venezuela la mayor parte del ejército español, tuvo Bolívar que reembarcarse para Margarita.
En 1817 desembarcó cerca de Barcelona, donde reunió setecientos reclutas y marchó hacia Caracas; pero habiendo sido rechazado en una acción en Clarines, se retiró nuevamente sobre Barcelona, adonde se encerró con cuatrocientos hombres, é hizo una valerosa y feliz resistencia contra una fuerza muy superior.
Bolívar recibió algunos refuerzos desde el interior de la provincia de Cumaná, por lo cual resolvió hacer las
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(1) En honor de los llaneros, debe esta circunstancia ser detallada de un modo más detenido y minucioso.
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orillas del Orinoco el teatro de sus futuros esfuerzos. Habiendo aumentado aún más sus fuerzas, y adoptado las medidas correspondientes para mantener la guerra en los distritos de la costa, marchó al interior, batiendo diferentes pequeñas partidas realistas que halló en el camino.
Del ejército español, que había regresado de Nueva Granada, fué destinada una división, al mando del valiente general La Torre, para operar contra los patriotas en Guayana. Habiendo obtenido una división de éstos, al mando del general Piar, una victoria decisiva, pudo Bolívar embestir á Angostura y á la antigua Guayana, que tomó sucesivamente en los días 3 y 18 de Julio.
En Angostura fué juzgado y condenado por un Consejo de guerra el general Piar, por tentativas á excitar una guerra de color. Piar era hombre de color, el más valiente de los valientes, y adorado por cuantos le seguían; pero su ejecución extinguió el espíritu de anarquía de la muchedumbre.
El resto del año 1817 se empleó activamente en organizar una fuerza para operar contra Morillo, que había sido reforzado últimamente con dos mil hombres de tropas de refresco, enviadas desde la Península á las órdenes del general Canterac, el cual estaba de viaje desde España al Perú. Una abundante remesa de armas, recibida de Inglaterra, fué enviada á los cuerpos patriotas que se hallaban en las márgenes del Apure.
A principios de 1818, después de concentrar sus fuerzas el jefe supremo, marchó rápidamente á Calabozo, y llegó antes que Morillo supiese que había salido de Angostura. El general español se retiró á Aragua. El jefe supremo le alcanzó en La Usirrael; pero no pudo hacer impresión en el enemigo, en virtud de lo fuerte de la posición que ocupaba. En ombrero ocurrió otro encuentro; Morillo se retiró á valencia, y Bolívar tomó posesión de los valles de Aragua. desde allí destacó una fuerte división para tomar á San Fernando de Apure,
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con objeto de completar la conquista de los Llanos. Con este motivo avanzaron los españoles; los dos ejércitos se encontraron en Semen; Morillo fué herido, y el ejército realista puesto en huída; pero siendo indiscriminadamente perseguido por los patriotas, y llegando en aquel momento una división realista en apoyo de Morillo, la fortuna cambió, los patriotas fueron deshechos á su vez, y ambos ejércitos reunieron sus fugitivos para batirse nuevamente en Ortiz.
La división que logró posesionarse de San Fernando tuvo una acción sin éxito marcado de una ú otra parte de Cogedes; otras de igual naturaleza ocurrieron en El Rincón de los Toros y otros puntos, y al cerrarse aquella campaña, los españoles poseían á Aragua, y los patriotas á San Fernando. De este modo, los primeros eran dueños de las provincias más fértiles de Venezuela y de toda Nueva Granada, mientras que los últimos estaban reducidos á los Llanos y Guayana. El jefe supremo envió armas al general Santander, que estaba procurando formar una división en Casanare.
En 1819 se reunieron los diferentes cuerpos en San Fernando, donde el jefe supremo consagró sus desvelos á la regulación de los negocios civiles. Invitó á las provincias á que enviasen diputados á Angostura, para formar un Congreso general, y entonces delegó sus poderes en un Consejo de gobierno, para obrar en su ausencia.
El jefe supremo abrió la campaña contra Morillo con cuatro ó cinco mil hombres, el cual tenía seis ó siete mil. Mil doscientos hombres ingleses llegaron á Margarita desde Inglaterra, los cuales habían sido reclutados en Londres por el coronel Herring y Richardson. Además de este número llegaron á Angostura otros ochocientos hombres que fueron reclutados por el capitán Elson, y enviados por los señores Hurry, Powles y Hurry. La mayor parte eran soldados licenciados del ejército británico (1) á su re-
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(1) El coronel Macirone envió también sobre 2.000 hombres, que fueron empleados en la toma de Porto Belo y Río de la Hacha, lo
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regreso de Francia. Estos voluntarios fueron equipados del modo más completo, y con ellos llegaron grandes remesas de armas para auxiliar la causa de la independencia. El general Bolívar, en su discurso al Congreso, dijo:
"Somos deudores de estas importantes ventajas á la liberalidad sin límites de algunos extranjeros generosos, que oyendo los gemidos de la humanidad afligida, y viendo peligrar la causa de la libertad, de la razón y de la justicia, no pudieron permanecer indiferentes, y volaron á nuestro socorro con su magnánima ayuda y protección, y suministraron á la República cuantos recursos eran necesarios para hacer florecer sus filantrópicos principios. Aquellos amigos de la humanidad son los guardianes de la integridad de la América, y á ellos debemos una eterna gratitud, así como el religioso cumplimiento de las diferentes obligaciones que hemos contraído con ellos."
Bolívar dejó el mando del ejército al general Páez, y se presentó en Angostura, y como Morillo avanzó, Páez se retiró, según las órdenes que tenía, hacia el Orinoco, destacando unas cuantas guerrillas para hostilizar á los españoles por su retaguardia.
El general Urdaneta fué nombrado para mandar la legión inglesa recién llegada á Margarita, la cual debía operar por la parte de Caracas con objeto de separar á Morillos de los Llanos, donde tenía concentrada sus fuerzas.
El 15 de Febrero de 1819 se instaló el Congreso en Angostura. El jefe supremo pronunció un elocuente discurso, é hizo dimisión de su autoridad. El Congreso en al acto, y unánimemente, le eligió presidente de la República.
A principios de Marzo se reunió el presidente al ejér-
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cual produjo una favorable diversión á favor de Bolívar en Venezuela, respecto que llamaba la atención de los realistas, y á no haber sido por la conducta pusilánime de Mac-Gregor, que mandaba la expedición, pudieron haber producido inmensas ventajas.
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cito, el cual se había reducido considerablemente en consecuencia de las enfermedades que prevalecían. El 27 derrotó la vanguardia de los españoles; y adoptando un sistema de guerra de movimientos y estratagemas, les obligó á repasar el Apure, con la mitad de su fuerza primitiva.
Mientras Morillo permanecía en cuarteles de invierno, atravesó el presidente los llanos inmensos del Apure y Casanare, los cuales se ponen casi impracticables por las inundaciones, desde el mes de Mayo hasta el fin de Agosto. En Casanare se reunió el presidente con la división de Santander, de dos mil hombres de fuerza. El general Santander, desde el principio de la revolución, se había consagrado con admirable constancia en favor de la causa de su patria; y el cual había desalojado entonces á los españoles de su formidable posición de Paya, y abrió el camino para que el presidente atravesara la espantosa cordillera de los Andes; el cual, al efectuarla, perdió la cuarta parte de su ejército, por los efectos del frío y de la excesiva fatiga.
El 11 de Julio atacó en Gámeza al ajército real. Después de un reñido y largo combate, el general español Barreiro se retiró, y no volvió á ofrecer batalla excepto en posiciones casu inaccesibles. Bonza fué sitiado por los patriotas por espacio de algunos días, á la vista de los dos ejércitos. Por un movimiento de flanco atrajo el presidente á los españoles el 25 de Julio á una acción general en Vargas. Los españoles, aunque superiores en número y ventajosamente situados, huyeron al fin, y el presidente alcanzó una completa victoria. Sin embargo, la inferioridad de sus fuerzas y la naturaleza del terreno no le permitieron sacar todo el fruto que debía de triunfo tan glorioso; pero obtuvo mil reclutas y marchó á interponerse entre el general Barreiro, que había sido batido, y el virrey Sámano, que con todas las fuerzas disponibles del sur de Bogotá, se preparaba para socorrer á Barreiro. El resultado del atrevido y discreto movimiento del pre-
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sidente fué la batalla de Boyacá, ocurrida el 7 de Agosto, y que ha sido denominada el nacimiento de Colombia. En esta batalla las tropas inglesas, á las órdenes del mayor Mackintosh, se distinguieron muy particularmente. Su bizarro jefe fué ascendido por el Libertador en el mismo campo de batalla. A los tres días entró el presidente en triunfo de Bogotá, y en un corto espacio de tiempo once provincias de nueva Granada anunciaron su adhesión á la causa de la independencia.
Bolívar marchó nuevamente á Angostura, donde otra vez hizo dimisión de su autoridad en manos de los representantes del pueblo, y puso á sus pies los trofeos de la última campaña. El 25 de Diciembre de 1819 decretó el Congreso, á sugestión del presidente, que de allí en adelante Venezuela y Nueva Granada formarían una sola república, bajo el nombre de COLOMBIA. Al mismo tiempo confirió á Bolívar el título de LIBERTADOR DE COLOMBIA, y le reeligió presidente de la República.
En Marzo de 1820 llegó Bolívar á Bogotá, y se ocupó hasta Agosto en la reorganización del ejército acantonado entre Cúcuta y San Fernando de Apure.
La revolución española, principiada en la isla de León, dió á los americanos del Sur nuevas esperanzas, las cuales se aumentaron más y más, por la reclamación de Morillo para negociar un armisticio; pero negándose Bolívar á tratar sobre ninguna otra base que la de la independencia, marchó al departamento de la Magdalena, revistó las tropas sitiadoras al frente de cartagena, y reforzó la división del Sur destinada á operar contra Popayán y Quito. El presidente echó á los españoles de las provincias de Mérida y Trujillo, que ocupaban, y estableció su cuartel general durante el invierno en la capital de la última.
El 26 de Noviembre concluyó el presidente un armisticio de seis meses con el general Morillo, el cual se obligó entonces á continuar las hostilidades en lo sucesivo, conforme á las leyes de la guerra admitidas por las naciones civilizadas.
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A principios del año 1821 fué el Libertador á Bogotá para atender á los negocios del Sur; pero, habiendo sabido la llegada á Caracas de comisionados españoles para tratar de la paz, volvió á Trujillo; mas no convinieron en las condiciones. Mientras tanto, la provincia de Maracaibo sacudió el yugo español. Habiendo marchado á España Morillo, el general La Torre, hombre bizarro y eminente, le sucedió en el mando del ejército real, é hizo fuertes reclamaciones contra el movimiento de la provinicia de Maracaibo, que consideraba como una infracción del armisticio, y, en su consecuencia, se principiaron nuevamente las hostilidades. El Libertador concentró sus fuerzas en Barinas; destacó una división á la costa, á las órdenes del geenral Urdaneta, y otra á Levante, á las del general Bermúdez, para dividir la atención del enemigo, y marchó personalmente contra Caracas. El 24 de Junio el Libertador atacó y deshizo á los españoles que habían tomado una fuerte posición en Carabobo. El número de ambas partes era casi igual; y esta batalla decidió la suerte de Colombia. El victorioso Libertador entró en Caracas el 20, y el 2 de Julio se le rindió también La Guaira.
Dejando una división para sitiar á Puerto Cabello, el Libertador fué a Cúcuta, donde otra vez hizo dimisión del encargo de presidente de la República, cuyos representantes, admirados de su desinterés, le reeligieron en el acto para el mismo cargo.
Cuando la provincia de Guayaquil se declaró independiente, impetró el auxilio de Bolívar contra los españoles que se hallaban en Quito, y el Libertador envió en su consecuencia una pequeña división.
Habiendo firmado el Libertador la Constitución sancionada por el Congreso, obtuvo permiso para marchar á dirigir personalmente la guerra en el Sur. En Enero de 1822 se puso á la cabeza del ejército en Popayán, y envió un refuerzo al general Sucre, que se hallaba en Guayaquil.
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En el mes de Marzo se puso en movimiento el Libertador contra la provincia de Pasto, cuyos belicosos habitantes no ceden en valor á ninguno del mundo, pero ciegamente adictos al antiguo sistema. Habiendo vencido los obstáculos que la naturaleza ofrece en los valles de Patia y el formidable río de Juanambú, llegó al frente de Bomboná; los pastusos, ó habitantes de la rpovincia de Pasto, habían tomado en aquel punto una fuerte posición, y esperaron protegidos por las tropas españolas. En el acto fueron vigorosamente atacados; pero cuantos esfuerzos hicieron contra ellos de frente, otras tantas veces fueron repelidos; y hasta que el batallón de Rifles, mandado por el hábil coronel Sands, natural de Dublín, flanqueó á los pastusos, no se declaró la victoria á favor de Bolívar. Sin embargo, su ejército había sufrido tanto, que en vez de perseguir inmediatamente á los fugitivos por un país enemigos, retrocedió una corta distancia.
Mientras se ejecutaban estas operaciones el general Sucre libertó las provincias de Loja y Cuenca, y el 24 de Mayo alcanzó la victoria de Pichincha, que dió la independencia á Quito. En el mismo año Cartagena y Cumaná se rindieron á las armas libertadoras en Venezuela.
El Libertador entró en Quito el 16 de Junio, y su atención se dirigió en seguida al descontento que se habái generalizado en Guayaquil, donde los colombianos se habían hecho impopulares; marchó á aquel punto y bajo sus auspicios se unió al territorio de Colombia por declaración de su propio gobierno.
Una de las consecuencias de la entrevista verificada entre el Protector del Perú y el Libertador de Colombia fué enviar una fuerza auxiliar de 2.000 colombianos á Lima, pero la Junta que sucedió al protectorado dispuso que las tropas colombianas volviesen á gauayaquil. El presidente Riva-Agüero, que siguió á la Junta, pidió una división auxiliar de 6.000 colombianos, é invitó al general Bolívar á que tomase el mando de todas las fuerzas militares del Perú. Las tropas colombianas marcharon á
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Lima; el general Bolívar obtuvo permiso del Congreso en Bogotá para ir al Perú, y su llegada á él y operaciones que sucedieron quedan descritas en el lugar que les correspondía.
El general Bolívar es delgado y algo menos de una regular estatura. Se viste bien y tiene un modo de andar y presentarse franco y militar. Es jinete muy fuerte y atrevido y capaz de resistir grandes fatigas. Sus maneras son buenas y su aire sin afectación, pero que no predispone mucho á su favor. Se dice que en su juventud fué de buena figura, pero actualmente es de rostro pálido, pelo negro con canas y ojos negros y penetrantes, pero generalmente inclinados á tierra ó de lado cuando habla; nariz bien formada, frente alta y ancha y barba afilada; la expresión de su semblante es cautelosa, triste y algunas veces de fiereza. Su carácter, viciado por la adulación, es arrogante y caprichoso. Sus opiniones con respecto á los hombres y á las cosas son variables, y tiene casi una propensión a insultar, pero favorece demasiado á los que se le humillan, y con éstos no guarda ningún resentimiento. Es un apasionado admirador del bello sexo, pero extremadamente celoso. Tiene afición á valsar y es muy ligero, pero no baila con gracia. Su imaginación y su persona son de una actividad maravillosa; cuando no está en movimiento, está siempre leyendo, dictando cartas, etc., ó hablando. Su voz es gruesa y áspera, pero habla elocuentemente en casi todas materias. Su lectura la ha dedicado casi exclusivamente á autores franceses, y de ella provienen los galicismos que comúnmente emplea en sus escritos; escribe de un modo que hace impresión, pero su estilo está viciado por una afectación de grandeza que desagrada. Hablando tan bien y fácilmente como lo hace, no es de extrañar que prefiera escucharse á sí que oír á los demás, y que mantenga la conversación en las sociedades que recibe. Da grandes convites, y no hay nadie que tenga cocineros más hábiles que él ni dé mejores comidas; pero es tan parco en comer y beber, que raramente ocupa su
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puesto en su propia mesa hasta que casi se ha acabado de comer, habiendo comido antes, probablemente en privado, uno ó dos platos simples. Es muy aficionado á hacer brindis, los cuales anuncia del modo más elocuente y adecuado, y es tan grande sus entusiasmo, que frecuentemente se sube en la silla ó la mesa para proponerlos. Aunque el cigarro es de uso universal en la América del Sur, Bolívar no fuma y no permite fumar en su presencia. Nunca está ni se presenta sin la comitiva correspondiente, y guarda una grande etiqueta, y aunque desinteresado en extremo en lo concerniente á asuntos pecuniarios, es insaciablemente codicioso de gloria. Bolívar habla siempre de Inglaterra, de sus instituciones y de sus grandes hombres en términos de admiración. Con frecuencia habla con gran calor de la constancia, fidelidad y mérito de los oficiales ingleses que han servido en la causa de la independencia, en todos los casos de la suerte varia y vicisitudes de la guerra. Como otra prueba de su predilección hacia Inglaterra, siempre ha tenido consigo en su Estado Mayor una porción de ingleses.
[...]
La condición del pueblo de la república de Bolivia ha mejorado ciertamente auqneu el gobierno ha sufrido un violento cambio. Las justas miras é incansable celo del general Sucre no fueron bastantes para preservar la Constitución boliviana, ni parece que los del Alto Perú hayan sustituído alguna otra forma de gobierno. El Código que Bolívar les envió como el ídolo de sus contemplaciones políticas no ha encontrado hasta ahora un suelo á quien cuadre, y en cuantas partes se ha plantado, en otras tantas se ha marchitado sin echar raíces. Es de lamentar que Bolívar, que ha adquirido tanta gloria, y cuya alma está dotada de tanta perseverancia, decisión é inteligencia, carezca de las cualidades necesarias para producir la unidad entre los diferentes pueblos libertados por su genio y sus acciones. Parece que sus talentos son más adecuados para brillar en la adversidad que para consolidar las ventajas originadas de sus triunfos; pero no debe privársele de la gloria que le corresponde. Los americanos del Sur deben recordar los inmensos servicios que [318] ha rendido, mientras el resto del mundo debe tener presente cuán natural y cuán común es para la vanidad humana el deslumbrarse cuando un hombre ha subido á tanta elevación. Bolívar es fiero y entusiasta, y habría sido quizás más sorprendente si no se hubiese dejado llevar de la adulación, de la cual pocos hombres han recibido tanta, pues esos que actualmente más solícitos le censuran es probable que en su caso hubiesen envanecido antes de llegar á tanta altura. [ ...]
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Discurso de Bolívar y Constitución boliviana:
AL CONGRESO CONSTITUYENTE DE BOLIVIA
Al ofreceros el proyecto de ConStitución para Bolivia, me siento sobrecogido de confusión y timidez, porque estoy persuadido de mi incapacidad para hacer leyes. Cuando yo con- [420] sidero que la sabiduría de todos los siglos no es suficiente para componer una ley fundamental que sea perfecta, y que el más esclarecido legislador es la causa inmediata de la infelicidad humana, y la burla, por decirlo así, de su ministerio divino, ¿qué deberé deciros del soldado que nacido entre esclavos, y sepultado en los desiertos de su patria, no ha visto más que cautivos con cadenas, y compañeros con armas para romperlas? ¡Yo lesgilador...! Vuestro engaño y mi compromiso se disputan la preferencia; no sé quién padezca más en este horrible conflicto: si vosotros por los males que debéis temer de las leyes que me habéis pedido, ó yo del orpobio á que me condenáis por vuestra confianza.
He recogido todas mis fuerzas para exponeros mis opiniones sobre el modo de manejar hombres libres, por los principios adoptados entre los pueblos cultos, aunque las lecciones de la experiencia sólo muestran largos períodos de desastres, interrumpidos por relámpagos de ventura. ¿Qué guías podremos seguir á la sombra de tan tenebrosos ejemplos?
¡Legisladores! Vuestro deber os llama á resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán á la vez...: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano de opresión, que rodea á una pequeña isla de libertad, embatida perpetuamente por la violencia de las olas y de los huracanes, que la arrastran sin cesar á sumergirla. Mirad el mar que vais á surcar con una frágil barca, cuyo piloto es tan inexperto. [...]
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Dimisión que hace el general Bolívar de la Presidencia de la República.
CUARTEL GENERAL LIBERTADOR,
Caracas, Febrero 6 de 1827-17.
[...]
Cuando supe en el Perú, por aviso oficial, el nombramiento de Presidente de la República que el pueblo ha hecho en mí, respondí al Poder ejecutivo denegándome á aceptar la primera magistratura de la nación. Catorce años ha que soy jefe supremo y Presidente de la república: los peligros me forzaban á llenar este deber; no existe ya y puedo retirarme á gozar de la vida privada.
[...]
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Yo gimo entre las agonías de mis conciudadanos, y los fallos que me esperan en la posteridad. Yo mismo no me siento inocente de ambición, y por lo mismo me quiero arrancar de las garras de esta furia para librar á mis conciudadanos de inquietudes, y para asegurar después de mi muerte una memoria que merezca la libertad. Con tales sentimientos renuncio una, mil y millones de veces la Presidencia de la República. El Congreso y el pueblo deben ver esta renuncia como irrevocable. Nada será capaz de obligarme á continuar en el servicio público después de haber empleado en él una vida entera. Y ya que el triunfo de la libertad ha puesto á todos en uso de tan sublime derecho, ¿sólo yo estaré privado de esta prerrogativa? No; el Congreso y el pueblo colombiano son justos: no querrán inmolarme á la ignominia de la deserción. Pocos días me restan ya, más de dos tercios de mi vida han pasado: que se me permita, pues, esperar una muerte obscura en el silencio del hogar paterno. Mi espada y mi corazón siempre serán, sin embargo, de Colombia, y mis últimos suspiros pedirán al cielo su felicidad.
Yo imploro del Congreso y del pueblo la gracia de simple ciudadano.
SIMÓN BOLÍVAR
[Memorias del general Miller, tomo II. Editorial América. Madrid, 1910]
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