La Revolución Universitaria de 1970
Ha pasado casi medio siglo (45 años) de la Revolución Universitaria de 1970. Sin embargo, si uno observa lo que sucede en Cochabamba, con un Consejo Universitario (Resolución 01/15 del 7 de abril) que pretendió titularizar a los docentes sin que haya un examen de competencia, es evidente la distancia entre aquel hecho histórico y el presente.
¿Cómo fue, por qué sucedió la Revolución Universitaria que instituyó el cogobierno paritario docente-estudiantil? Uno de los protagonistas, Alfonso Velarde, relata sobre el contexto, las razones y los hechos que se sucedieron y cambiaron las estructuras de la educación superior pública en Bolivia.
Después de la breve efervescencia que provocó la Revolución de 1952, emoción que se apaciguó tras una crisis económica, el movimientismo logró gobernar, no sin dificultades, hasta 1964. Ese año comenzaría una seguidilla de golpes de Estado militares que solo terminarían en 1982.
A la llegada de René Barrientos Ortuño en 1964 precedió la ocupación de la universidad por parte de la derecha más conservadora. Durante el barrientismo se tenía una universidad “controlada por la masonería reaccionaria y conservadora” y en total contraposición con la situación política del momento.
A la muerte de este presidente militar (1969), la gente salió a las calles “a recuperar el país”. Los movilizados tenían sus reivindicaciones propias, basadas en la Tesis de Pulacayo (documento que marcó la historia política boliviana del siglo XX). “Es en esas circunstancias en que se da la Revolución Universitaria, la universidad recibe esa presión social para convertirse en revolucionaria” (es a partir de ese movimiento estudiantil que la universidad se declara hasta el día de hoy revolucionaria y antiimperialista).
Durante Barrientos, la institución se había puesto a su lado para golpear a Víctor Paz Estenssoro, desde la posición de la derecha. El mes decisivo, sin embargo, fue abril de 1970. “La universidad venía siendo controlada por la masonería desde hacía mucho tiempo”.
Esta logia conservadora fue construida y alimentada por el rector Héctor Ormachea Zalles, que ocupó ese cargo por 12 años, desde 1936 hasta 1948. Ormachea (que fue Gran Maestre de los masones: 1939-1940) dio forma a esa universidad servil al poder de turno que continuó intacta hasta la Revolución Universitaria, destaca Velarde. “Desde esa época los masones controlaban la universidad y la política más reaccionaria”, cuenta. A las carencias de la universidad se sumó esta característica ideológica de una academia conservadora.
Sin embargo, la contingencia creó la situación propicia para la revolución estudiantil. Velarde, ese momento estudiante en la Facultad de Ciencias Exactas, narra que hubo un problema de naturaleza enteramente doméstica que desencadenó los hechos. Se trató de un conflicto entre el decano de la Facultad de Derecho, Alipio Valencia, y el rector de la UMSA de entonces, Carlos Terrazas. “De un conflicto irrelevante, se dio la intervención de los estudiantes y dieron al conflicto su propio contenido, cuestionándose que la universidad esté al servicio de la masonería”.
Hay que destacar que los estudiantes bolivianos se hallaban inspirados en el movimiento estudiantil de mayo de 1968 en Francia. “Coincide con un ascenso revolucionario no solo en Bolivia, sino en el mundo. Los movimientos en Francia, la guerra del Vietnam, entre otros”. A raíz de este conflicto menor, los estudiantes de esa facultad publicaron el documento Bases Ideológicas de la Revolución Universitaria.
“En esencia, plantea que la autonomía universitaria ha sido puesta al servicio de intereses reaccionarios, que es hora de que la universidad vuelva a luchar junto al pueblo y que los estudiantes estamos con la lucha de los explotados y los obreros por el socialismo”, sintetiza Velarde.
Ese planteamiento central está acompañado con otras reivindicaciones como, por ejemplo, su punto 4: la Universidad Popular para estudiantes de clases populares, la formación de cuadros en la clase obrera y alfabetización (de hecho el Ejército de Liberación Nacional, ELN, lograría ocultar su proyecto guerrillero en Teoponte, en julio de 1970, bajo la apariencia de una campaña de alfabetización en esa zona).
Desde la Facultad de Derecho, el movimiento se generalizó hacia las demás. Se organizó un Comité Central Estudiantil que desconoció a todas las autoridades. “Con presencia de notarios se precintó el Consejo Universitario y el Rectorado”.Ovando Candia, el presidente que sucedió a Barrientos, no se pronuncia sobre las destituciones. “El Comité se constituye como autoridad máxima. Como no había Consejo, los estudiantes nos hacemos cargo de la universidad”.
En cada facultad se conformó un Comité Revolucionario y se hizo un veto político a los docentes que hayan tenido alguna relación con el barrientismo y la masonería. “No era un veto académico, sino político. Todo aquel docente que de alguna manera hubiera apoyado al gobierno de Barrientos, o hubiera tenido alguna simpatía con esa administración, estaba expulsado de la universidad. Se hizo una depuración en todas las facultades. Nunca se dijo que era académico, sino político”. Durante la depuración no hubo violencia, las exautoridades no aparecieron más. “El gobierno de Ovando tampoco dijo nada, tenía que cuidarse de ese ascenso”.
En julio de 1970, continúa Velarde, Ovando contrató al grupo delincuencial Los Marqueses, quienes armados retomaron el rectorado para la reacción. “Al día siguiente, cuando queríamos entrar, nos recibieron con disparos”, recuerda. Los estudiantes también se armaron. De la noche a la mañana acumularon un arsenal. No obstante, las negociaciones en el Arzobispado dieron “frutos”.
El gobierno manifestó a los estudiantes su preocupación por lo que estaba sucediendo. “Les dijimos que sabíamos perfectamente que Los Marqueses habían sido contratados (por el Gobierno), y que si mañana seguían en el rectorado, nosotros los sacaríamos. Al día siguiente se habían ido”. La toma duró una semana.
Después de un año de gobierno estudiantil, la directiva del Comité —formado por un representante estudiantil por cada facultad (Velarde era uno de los cuatro representantes al ser elegido por la Facultad de Ciencias Exactas)— llamó a elecciones.
Hubo un frente de todos los docentes que se oponían a la revolución y Pablo Ramos —que era un docente joven que estaba de acuerdo con hacer el cambio estructural— ganó la elección. En la plancha ganadora también estuvo Rolando Costa Arduz, como secretario general.
Por los mismos días, se llamó a elecciones para la Federación Universitaria Local (FUL) que había quedado desconocida un año atrás. Ganó el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR). Tal sería el nacimiento de este partido, que luego llegaría a la Vicepresidencia del país con la Unidad Democrática y Popular (UDP) y a la Presidencia en 1989.
No obstante, las fuerzas de la derecha militar no dejarían las cosas como estaban y no tardaría en llegar el golpe de Hugo Banzer Suárez en agosto del 71, quien una vez en el poder intervino y cerró la universidad. Los contenidos de la Revolución Universitaria, no obstante, siguen siendo parte de los principios de la universidad pública nacional. El cogobierno paritario logrado por los estudiantes en 1970 continúa vigente hasta nuestros días, si bien fue puesto en cuestión durante el conflicto de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba.
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