A 25 años del fin de su régimen, Chile busca desmantelar herencia de Pinochet
Augusto Pinochet
Foto: Internet
De la casa donde el
exdictador Augusto Pinochet vivió sus últimos días no queda nada. De la
misma forma, Chile busca desmantelar el legado político y económico de
su dictadura a veinticinco años del fin de su régimen.
La fastuosa mansión fue echada abajo hace pocas semanas. No quedan
rastros del caserón ubicado en la zona oriente de Santiago donde
Pinochet vivió hasta su muerte en 2006. Su viuda, Lucía Hiriart, la
vendió en diciembre y hoy en su lugar se levantan siete modernas casas.
Pinochet, el exdictador que derrocó al socialista Salvador Allende y
gobernó Chile entre 1973 y 1990, no tiene una tumba a la cual sus
partidarios puedan acudir. Tras su muerte, a los 91 años, la familia
decidió guardar sus cenizas.
El exdictador tampoco tiene herederos políticos. Ningún partido
reivindica hoy su obra y el Ejército poco a poca ha logrado establecer
una distancia de su figura.
"A Franco (el exdictador español) aún le quedan personas o grupos que
se declaran orgullosos de su herencia; a Pinochet, nadie. Ni siquiera
los militares, que también abjuran de su herencia", dice a la AFP el
reconocido sociólogo Eugenio Tironi.
"La figura de Pinochet está mucho menos presente, pero sí está el
fantasma de la dictadura como un régimen fundacional", señala de su lado
el politólogo Claudio Fuentes, a la AFP.
El comienzo del fin
Después de entregar el poder al demócrata cristiano Patricio Aylwin,
Pinochet permaneció al frente del Ejército por otros ocho años y luego
ejerció hasta 2002 como senador vitalicio.
Ese año, abandonó la curul alegando demencia senil, el mismo motivo que
esgrimió cuando la justicia comenzó a investigarle por violación a los
derechos humanos.
Pero
no fue hasta 2013, transcurridos cinco gobiernos democráticos y en medio
de las conmemoraciones por los 40 años de su golpe de Estado, que su
legado comenzó a ser fuertemente cuestionado.
Empujada por los estudiantes, que gritaron en las calles "íy va a
caer... y va a caer... la educación de Pinochet!", la sociedad chilena
empezó a exigir cambios a un sistema económico al extremo liberal
impuesto por la dictadura tras la privatización de la salud, la
educación y las pensiones.
"Hay un hito que fueron los 40 años del golpe, en 2013, en que todo el
legado de Pinochet fue fuertemente cuestionado. Se debatió mucho el tema
de las violaciones a los derechos humanos y hoy día quienes defienden a
Pinochet lo hacen con mucha más timidez", dice Fuentes.
Recogiendo este reclamo, la socialista Michelle Bachelet volvió hace un
año al gobierno, poniendo en marcha una profunda reforma al sistema
educacional y el sistema laboral, que bajo Pinochet eliminó el derecho a
huelga.
Bachelet aprobó
además una reforma tributaria y una electoral, que terminó con un
sistema que por años significó una sobrerrepresentación de la derecha en
el Congreso.
Durante
este año debería iniciarse, además, la discusión del que para muchos es
todavía el mayor legado de la dictadura: la Constitución aprobada en
1981, la cual Bachelet se comprometió a cambiar.
En paralelo, se intenta desterrar de la escena pública cualquier
exaltación a su obra: Una de las principales calles de Santiago que
recordaba el día del golpe de Estado (11 de septiembre de 1973) cambió
su nombre a Nueva Providencia.
En diciembre, el Ejército le cambió el nombre del exdictador a una
medalla que entregaba y ahora rebautizará la "Biblioteca Presidente
Augusto Pinochet Ugarte" que se encuentra al interior de la Academia de
Guerra del Ejército.
Un proyecto de ley se tramita, además, para prohibir cualquier homenaje, apología o alabanza a su dictadura.
Se busca "prohibir la exaltación de los responsables de la dictadura
militar, multar a quienes hagan provocación de este tipo de situaciones y
prohibir que la historia se distorsione", explica a la AFP, la diputada
comunista Carol Kariola, una de las promotoras de la iniciativa.
Un salto cultural
Pese al trauma que significaron los 17 años de dictadura, con un saldo
de más de 3.200 víctimas y unos 28.000 torturados, las nuevas
generaciones parecen haber cerrado rápidamente el capítulo.
"Desde el punto de vista histórico son sólo 25 años, (pero) desde el
punto de vista cultural es como un siglo el salto que ha dado Chile
desde el comienzo de la democracia", dice Eugenio Tironi.
Ha contribuido en este avance una visión crítica que casi unánimemente existe entre los jóvenes.
"Es un personaje totalmente absurdo dentro de la política chilena", dice a la AFP Gregorio, un estudiante de 20 años.
Sin embargo, la justicia es todavía un capítulo pendiente.
Pinochet murió sin ser condenado y si bien los principales responsables
de su policía política están en prisión, sólo de un mínimo del millar
de desaparecidos se conoce su paradero.
http://www.la-razon.com/mundo/regimen-Chile-desmantelar-herencia-Pinochet_0_2231176962.html
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