EEUU, 1926: Mar para Bolivia es de interés continental
Mediador. Frank Billings Kellogg, secretario de Estado de EEUU, trató de poner fin al diferendo marítimo boliviano-chileno. |
Hay que interesar al
yanqui”, dijo sin muchas maneras el presidente Bautista Saavedra en
referencia a la estrategia boliviana de reivindicación marítima durante
su administración en los años 20 del siglo pasado.
90 años después, Bolivia sigue un juicio a Chile en la Corte
Internacional de Justicia (CIJ). 89 años después de lo que dijera
Bautista Saavedra, a días de que Carlos Mesa asumiera la vocería
itinerante de la demanda marítima, éste afirmó (ahora con todas las
maneras del caso, a diferencia de Saavedra): “Estados Unidos es clave.
(...) No creo que sea prudente ni bueno para Bolivia, por el interés de
la causa marítima, el seguir con las relaciones prácticamente
congeladas”.
A propósito
de este llamado de Mesa y de este mes en que se recuerda la defensa de
Calama (23 de marzo), Animal Político revisa el papel que jugaron los
buenos oficios de Estados Unidos en los años 20 —concretamente la
propuesta del secretario de Estado, Frank Billings Kellogg— para
solucionar la mediterraneidad de Bolivia; se lo hace con base al
riguroso libro del excanciller Jorge Gumucio Granier, Estados Unidos y
el Mar (1997), el cual se cimienta en una exhaustiva revisión de
comunicaciones diplomáticas del Departamento de Estado de los Estados
Unidos con sus embajadores en Perú, Bolivia y Chile. Como se verá, la
que también fue conocida como la “propuesta Kellogg” supo ver hace casi
un siglo, a partir de la disputa entre Chile y Perú por la soberanía de
Tacna y Arica, que solucionar el enclaustramiento de Bolivia era un
problema de interés continental.
ANTECEDENTES. Comienzan los años 20. Han pasado más de 40 años de la
Guerra del Pacífico y la propiedad del territorio peruano de Arica y
Tacna aún no se ha definido. En cambio, para Bolivia, el Tratado de 1904
ha sellado la pérdida de su territorio: el departamento del Litoral.
La postura reivindicacionista boliviana inicialmente apunta a la
revisión del Tratado de Paz y Amistad. En ese enfoque, en noviembre de
1920, un grupo de diplomáticos encabezados por Franz Tamayo intentan
iniciar un juicio internacional contra Chile en la Liga de las Naciones.
No hubo frutos, pero hay que acordar con Gumucio que si de algo sirvió
ese intento fue para llamar la atención del Departamento de Estado de
los Estados Unidos.Ante un clima de tensión, el país del norte decide
mediar en la disputa peruano-chilena por la soberanía en los territorios
de Arica y Tacna.
En
1921, los EEUU están involucrados plenamente en el diferendo. Chile
aboga por la realización de un plebiscito en que los pobladores de los
territorios en disputa voten a cuál país quieren pertenecer, mientras
que Perú desea un arbitraje de los EEUU.
Ese año, el encargado de Negocios estadounidense en Lima, Sterling,
informa al secretario de Estado, Charles Hughes, antecesor de Kellogg,
que Bolivia busca ser parte de las conversaciones.
La insistencia boliviana en ser parte de la negociación será constante
desde ese momento hasta la definitiva Propuesta Kellogg en 1926, cuando
Estados Unidos propone oficialmente involucrar directamente a Bolivia.
Por ejemplo, en enero de 1922 el presidente Sánchez Bustamante reclama a
Warren Harding, presidente de EEUU: “(...) escuche la voz de las
reclamaciones de Bolivia y llame a mi país para que sea considerado como
elemento integral en la solución del pleito del Pacífico”.
Hasta antes de la Propuesta Kellogg la respuesta estadounidense siempre
fue que como mediador no podía invitar a un tercer país, ya que eso era
solo atribución de las dos partes: Perú y Chile.
A pesar de esta negativa, EEUU siempre contemplaba que en caso de que
las negociaciones que mediaba llegaran a una instancia de arbitraje
sería conveniente “adoptar disposiciones para que se separara para
Bolivia una faja de territorio que condujera a un puerto marítimo
adecuado” antes de que se fije la frontera definitiva entre Chile y
Perú, según dice la comunicación del embajador de los EEUU en Bolivia,
Jesse S. Cottrell, al secretario Hughes.
Bolivia no es admitida en las negociaciones, a pesar del pedido del
Congreso de los EEUU a su Ejecutivo en mayo de ese año, cuando un tercio
del Senado americano, encabezado por George Pepper, presidente del
Comité de Asuntos Bancarios, y representantes de la Cámara Baja, a
iniciativa de William Oldfield de Arkansas, presidente de la Comisión de
Procedimientos, pide “que el Gobierno de Estados Unidos, al considerar
los problemas de Sudamérica, concediera máxima prioridad al logro de una
paz permanente, la cual no se conseguiría sin conceder un puerto en el
Pacífico a la República de Bolivia”, detalla Gumucio.
Posteriormente, las negociaciones entre Perú y Chile llegan a buen
puerto y firman el arbitraje de EEUU. No obstante, el Parlamento chileno
tarda en ratificar la firma, pues una mayoría en su Senado cree que
Bolivia debe ser incluida, aunque finalmente ratifica el arbitraje sin
Bolivia.
El embajador de
EEUU en Santiago, W. Miller Collier, escribe a Hughes: “Bolivia tiene
territorios que Chile aceptaría con satisfacción a cambio de un puerto
en Tacna y Arica”.
PLEBISCITO. El final del arbitraje se da en 1923. EEUU falla que se debe
hacer un plebiscito. Paralelamente, Bolivia, representada por Ricardo
Jaimes Freyre, pretende negociar el Tratado de 1904, lo que es rechazado
por el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Luis Izquierdo.
En 1925, Kellogg es secretario de Estado. La realización del plebiscito
está cada vez más lejos. En efecto, esta posibilidad será cancelada en
1926, cuando el encargado de EEUU de la comisión plebiscitaria, el
general Lassiter, pide a Kellogg que Estados Unidos dé por cancelado el
plebiscito y recomiende aclarar públicamente que Chile era responsable
de todas las interferencias que imposibilitaban efectuarlo. De hecho,
las autoridades chilenas en Arica y Tacna hostigaban a la población
peruana para que sea desplazada.
Volviendo a 1925, Chile finalmente acepta un arreglo diplomático
sustitutivo del plebiscito. Las negociaciones comienzan y los
diplomáticos estadounidenses miden la temperatura tanto en Perú,
mediante su embajador Poindexter, como en Chile, mediante su
representante Collier.
Collier informa a Kellogg, el 28 de noviembre, que “personalidades y
grupos poderosos e influyentes en Chile y que no integraban el Gobierno,
eran partidarios de un arreglo diplomático directo que debía incluir la
partición de territorios o la venta del mismo a Bolivia (...). Collier
incluía en este grupo al presidente electo de Chile, el señor Figueroa
(Emiliano). Añadía Collier que luego de un profundo análisis sobre el
problema, había llegado a la conclusión de que los pueblos del Perú y
Chile no podrían vivir nunca en armonía si no aceptaban partir Tacna y
Arica e incluían una cesión a Bolivia”, resume Gumucio la comunicación
de EEUU.
TERMÓMETRO. En
1926, Kellogg sigue pidiendo a sus diplomáticos en Perú y Chile que
midan la temperatura. Así, en enero dice a Poindexter que tenía
informaciones en sentido de que Chile parecía querer un arreglo con un
compromiso en lugar del plebiscito y que aceptaría la solución del
problema incluyendo a Bolivia. El Secretario pide a Poindexter hacerle
conocer cuál sería la posición al respecto del Presidente peruano.
Ese año, Chile tiene un nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Beltrán Mathieu.
A esta altura el plebiscito está paralizado y la carta de Collier ya
perfila un atisbo de lo que será la Propuesta Kellogg: que Tacna y Arica
sean declaradas neutrales y zonas de libre comercio. Por una nota
confidencial anterior, se sabe que EEUU estaba interesado en la
internacionalización, cuando años atrás Collier escribió a Hughes una
nota “estrictamente confidencial”: “Si los Estados Unidos actúan como
una potencia garante, podrían en caso de guerra contar con Arica como
base naval”.
No
obstante, en abril, Collier informa a Kellogg desde Chile que ese país
se opone a la internacionalización del territorio y que el Canciller
chileno desea, “para ganar la amistad y gratitud de Bolivia, lograr un
acuerdo subsecuente mediante negociaciones que daría a este último país
un puerto y a Chile compensaciones materiales”.
En Bolivia, Hernando Siles asume la presidencia y el nuevo canciller es
Alberto Gutiérrez. El nuevo gobierno plantea la compra de territorios.
El embajador de EEUU en La Paz, Cottrell, informa a Kellogg que Bolivia
había solicitado los buenos oficios estadounidenses para la transacción
y que Chile había respondido que aceptaría la venta una vez que se
reconociera a Arica como chilena.
El 12 de abril, Kellogg instruye a sus representantes que intenten
confidencialmente que Perú y Chile incluyan a Bolivia en la solución.
Collier responde ese día a Kellogg que el canciller Mathieu
personalmente deseaba transferir toda la Provincia de Arica a Bolivia, y
que necesitaría unos días para convencer “al Presidente y a los Comités
de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara de Diputados sobre la
citada solución”.
El 15
de abril, Kellogg llama a las dos partes y pone en consideración estas
opciones: “1. Los territorios de Tacna y Arica se erigirán en un estado
neutral, que será independiente o bajo el protectorado de Estados
sudamericanos a ser acordados, o 2. las provincias de Tacna y Arica
serán transferidas (con las debidas compensaciones equitativas o los
arreglos económicos a determinarse) a un Estado Sudamericano que no es
parte en estas negociaciones” (Kellogg obviamente se refiere a Bolivia).
El secretario de Estado, además, les desafía a que como las autoridades
de ambos países se habían manifestado en el sentido de dar una salida
al mar a Bolivia, ésta era la oportunidad para probar sus palabras.
Perú rechaza la segunda opción y Chile, adelantándose, publica en la
prensa de su país la propuesta y los periódicos se encargan de
destruirla.
El 18 de
abril, Collier escribe a Kellogg que el canciller chileno, Mathieu,
todavía cree posible transferir Arica a Bolivia, aunque pide tiempo
“para crear el ambiente necesario en Santiago”.
El mismo día, en Washington, el plenipotenciario peruano, Hernán
Velarde, aclara que no desestimaba plenamente la segunda opción de
Kellogg y que proponía una combinación de ambas. Hay buen clima.
Sin embargo, el 21 de mayo, Chile envía a Kellogg una contrapropuesta
que aceptaba la división departamental de Tacna y Arica, dejando un
corredor a Bolivia con un trazo que deje al ferrocarril Arica-La Paz
fuera de la franja. Kellogg pierde la paciencia y manda una enérgica
nota a Mathieu por ofrecer a Bolivia una línea sin ferrocarril ni
puerto.
Nace una
susceptibilidad. Collier escribe a Kellogg que juzga que Mathieu, “al
igual que sus antecesores”, no era sincero y no quería dar una solución
al problema con Bolivia.
El 4 de junio, Kellogg convoca a las partes y plantea una propuesta que
modifica la segunda parte del primer planteamiento: “a) La delimitación
de un corredor que se extienda de la frontera boliviana al océano
Pacífico que será entregado a Bolivia, la que reconocerá el pago de
compensaciones equitativas, en términos a ser acordados entre Chile y
Perú”. El territorio al norte de esta franja será para Perú y el del sur
de Chile.
El
representante peruano acepta, pero el chileno pide que se diga
concretamente qué se daría a Bolivia, Kellogg replica que eso se
definiría después de que las dos partes acepten las líneas generales. El
chileno dice que debe consultar con su gobierno...
Días después, Collier dice a Kellogg, desde Santiago, que el obstáculo
para el acuerdo anterior era el canciller Mathieu, el cual insistía en
que la mejor solución era entregar la totalidad de Tacna y Arica a
Bolivia.
No obstante,
Collier también menciona tener información de que el Ministro de Guerra
amenazó en Gabinete que si Arica era entregada a otro país, habría una
revolución.
Kellogg no
tiene la paciencia necesaria para un tema de la delicadeza de la que
está a cargo, acusa el autor del libro EEUU y el mar, Gumucio.
Chile insiste en que Arica debe ser suya. Entonces, el secretario de
Estado se dirige a su encargado de Negocios en Santiago para que
comunique a Chile “que la controversia de Tacna y Arica no solamente
concernía a Chile y Perú, sino que era un asunto del máximo interés de
todas las naciones del hemisferio occidental”.
El 19 de octubre, Kellogg ensaya una nueva propuesta: “1. La República
del Perú y la República de Chile ceden a perpetuidad simultáneamente
todos sus derechos y reclamaciones sobre las provincias de Tacna y Arica
a Bolivia; posteriormente se fijará la compensación a ser pagada por la
República de Bolivia a las Repúblicas de Chile y Perú”. Los puntos dos y
tres establecen las bases de la negociación de compensación y ofrecen
los buenos oficios de EEUU para determinar el monto a pagarse.
Perú rechaza que Chile sea compensado por un territorio en el que no tiene ningún derecho.
El 30 de noviembre, Kellogg ha perdido toda su paciencia y plantea una
última y definitiva propuesta, la cual es conocida como la Propuesta
Kellogg, en la que EEUU incluye a Bolivia unilateralmente: “Someto a los
tres países: a) Las Repúblicas de Chile y Perú se comprometen libre y
voluntariamente en uno o varios protocolos a ceder a Bolivia a
perpetuidad todo derecho, intereses o títulos que ellas tengan en las
provincias de Tacna y Arica, debiendo ser objeto de la cesión de
garantías apropiadas para la protección y conservación, sin
distinciones, de los derechos personales y de propiedad de todos los
habitantes de dichas provincias de cualquier nacionalidad”. Otros puntos
aclaran que sería una zona desmilitarizada y que Bolivia compensaría la
transferencia de territorios.
Bolivia saluda la propuesta: “Bolivia acepta plenamente la fórmula de
solución propuesta por el Gobierno de los Estados Unidos”, dice el
canciller Alberto Gutiérrez, “(...) por haber contribuido con tal alto
espíritu a poner los cimientos definitivos de la paz y de la
concordancia en este continente”.
“El Gobierno de Chile accede a considerar, en principio, la
proposición, dando con ello una nueva y elocuente demostración de sus
propósitos de paz y cordialidad...”, dice el comunicado oficial de
Chile.
Sin embargo, Perú
no puede concebir que Chile reciba compensación de un territorio del
que no tiene derecho y tampoco puede aceptar “la cesión propuesta de los
territorios de Tacna y Arica a nadie, ni por compra, ni de otro modo,
porque el Perú, que viene defendiendo, más de cuarenta años, sus
derechos sobre aquéllos, no puede convertirlos en mercancía sujeta a
precio, por grande que ésta sea”, dice su comunicación oficial.
La respuesta peruana “descorazona” a Kellogg, dice Gumucio. El
secretario de Estado levanta los brazos y deja las cosas tal como
estaban antes de los buenos oficios estadounidenses, siendo éste uno de
los momentos en que se estuvo cerca de una solución definitiva al
problema fronterizo y al enclaustramiento forzoso de Bolivia, aspectos
todos aún vigentes, si uno se basa en el reciente pleito en La Haya
entre Perú y Chile y el actual juicio Bolivia-Chile.
http://www.la-razon.com/suplementos/animal_politico/EEUU-Mar-Bolivia-interes-continental_0_2229377181.html
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