sábado, 3 de noviembre de 2012

Descripción breve del reino del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605)

Fray Reginaldo de Lizárraga (1545-1615)

Libro primero

Capítulo I
De la descripción del Perú. De qué gente procedan los indios



La Atlántida, mítica civilización desaparecida de que da cuenda Platón
(Ilustración: 10 lugares inexistentes que nos gustaría conocer)

Lo más dificultoso de toda esta materia es averiguar de qué gentes procedan los indios que habitan estos larguísimos y anchísimos reinos, porque como no tengan escripturas, ni ellos ni nosotros sabemos quien fueron sus predescesores ni pobladores destas tierras, mucha parte della; despobladas o por la destemplanza del calor, o por el demasiado frío, o por los médanos de arena y llanos estériles por falta de las aguas. Porque afirmar lo que dice Platón en el libro que intituló Timeo, que desembocando por el estrecho de Gibraltar en el mar Occéano, no muy lejos de la tierra firme, se descubría una isla mayor que la Europa y toda la Asia, que contenía en sí diez reinos, la cual, con una inundación del mar toda se anegó y destruyó de tal manera que no quedó rastro della, sino el mar ancho que hay por ventura desde Cabo Verde al Brasil; lo cual no es creíble, por no se hallar en ningún autor mención dello, ni es posible. Lo que parece se puede rastrear de los primos genitores destos indios descubiertos desde las primeras islas: Deseada, Marigalante, Dominica y las demás, Sancto Domingo, Cuba, Habana, Puerto Rico y la Tierra Firme, reino de México y del Perú, es llegarnos a lo que dice Floriano de Ocampo en la Historia general que comenzó de España, que es lo siguiente: Que cuando los cartaginenses eran señores de alguna parte del Andalucía, desembocando con temporal por el estrecho de Gibraltar ciertos navíos de los Cartaginenses se derrotaron hacia el Occidente, corriendo la derrota que agora se navega por aquel mar ancho, y no pararon hasta descubrir unas islas que por ventura son las arriba referidas, y viéndolas tan fértiles, pobladas de arboledas, ríos y sabanas, que son llanos abundantes de yerba, como vegas de pastos, los más allí se quedaron, y volvieron los otros a Cartago, los cuales, proponiendo en el Senado lo que habían descubierto, y fertilidad de la tierra, convernía poblar aquellas islas despobladas. Empero por aquellos senadores cartaginenses fue acordado por entonces se dejase de tratar de aquello, mandando, con mucho rigor nadie volviese a aquellas islas, porque tenían por más importante el señorío y riqueza de nuestra España que poblar nuevas tierras.



Noé, el Diluvio Universal y el Arco de la Alianza, libro de Génesis 9. Lizárraga parece conocer
la versión andina del Diluvio Universal y las 4 parejas. (Ilustración: Hora cero)


Destos pudo ser que navegando y buscando tierra firme diesen con ella, y dellos se poblasen estos reinos; y esto no parece dificultoso de imaginar, porque los cartaginenses que se quedaron en aquellas islas, con algunos navíos se habían de quedar, con los cuales pudo ser que navegando para España o buscando tierra firme se derrotaron y dieron en ella, que por lo menos en aquella derecera dista de las islas cien leguas, y más y menos como corre la costa, así de las islas como de la tierra firme; porque el día de hoy, como me refirió un español qu'estuvo preso y captivo en la Deseada, que los indios della, en sus canoas; que son unas vigas más gruesas que un buey, de madera liviana, cavadas, largas y angostas, atraviesan a la tierra firme a la gobernación de Venezuela, cien leguas por mar, y más; cuando hay viento, a vela, y cuando les falta, a remo, guiándose de noche por las estrellas que tienen marcadas en aquel tiempo, qu'es verano; donde el pobre remaba como captivo hasta que huyéndose al tiempo que las flotas nuestras vienen a Tierra Firme suelen aportar a la Deseada a tomar agua y leña, fue su ventura buena que a cabo de pocos días después de huido y llegado al puerto, surgió la flota en él y le tomaron los nuestros. De día estaba escondido arriba en las copas de los árboles, que son muy grandes y altos y muy coposos y de ramas espesas, y de noche descendía, con no poco temor, a buscar algunas raíces dél conoscidas, o algún poco de marisco para comer, porque si sus amos le hallaran, como luego salieron, en echándole menos, en busca dél, sin duda le flecharan y luego se le comieran. Son todos estos indios caribes, que quiere decir comedores de carne humana; bien dispuestos de cuerpo, morenotes, y así los varones como las mujeres andan desnudos, como si vivieran en el estado de la ignocencia; son grandes flecheros y muy ligeros, y el cuero del cuerpo, por el mucho calor, muy duro. Estas islas son abundantes de muchas víboras ponzoñosas y culebras muy grandes que llaman bobas, y muy gruesas; tienen muchas aves de monte y críanse en ellas muchos venados. Lo que con mucha verdad podemos afirmar, que no se sabe hasta hoy, ni en los siglos venideros naturalmente se sabrá, de qué hijos o nietos o descendientes de Noé los indios de todas estas islas, ni Tierra Firme, ni México, ni del Perú, hayan procedido.




El relato inca del origen de los pueblos andinos: el Diluvio Universal y la 
supervivencia a la catátrofe de 4 parejas de hermanos en 4 cuevas se
encuentra representado en las 4 ventanas del reverso de
La Puerta del Sol de Tiahuanaco
(Ilustración: Tiahuanaco)


Capítulo II

De la descripción del Pirú


Descendiendo en particular a nuestro intento, trataré lo que he visto, como hombre que allegué a este Perú más ha de cincuenta años el día que esto escribo, muchacho de quince años, con mis padres, que vinieron a Quito, desde donde, aunque en diferentes tiempos y edades, he visto muchas veces lo más y mejor deste Pirú, de allí hasta Potosí, que son más de 600 leguas, y desde Potosí al reino de Chile, por tierra, que hay más de quinientas, atravesando todo el reino de Tucumán, y a Chile me ha mandado la obediencia ir dos veces; esta que acabo de decir fue la segunda, y la primera por mar desde el puerto de la ciudad de Los Reyes; he dicho esto porque no hablaré de oídas, sino muy poco, y entonces diré haberlo oído mas a personas fidedignas; lo demás he visto con mis propios ojos, y como dicen, palpado con las manos; por lo cual lo visto es verdad, y lo oído, no menos; algunas cosas diré que parece van contra toda razón natural, a las cuales el incrédulo dirá que de largas vías, etc., mas el tal dará muestras de un corto entendimiento, porque no creer los hombres sino lo que en sus patrias veen, es de los tales.


Capítulo XII
De los llanos

Desierto de Atacama. En 1605, año en que Lizárraga escribe su Descripción, territorio de Charcas (hoy Bolivia).
Foto: NASA


Desierto de Atacama
Y para que se entienda qué llamamos Llanos y Sierra, adviértase que desde este valle Xayanca, y aún más abajo, desde Tumbez, aunque allí alcanzan (como dijimos) algunos aguaceros hasta Copiapo, que es el primer valle del distrito del reino   de Chille, a lo menos desde el valle de Santa hasta Copiapo no llueve jamás, ni se acuerdan los habitadores dellos haber llovido. Todo el camino, diez leguas en algunas partes, en otras ocho, en otras seis y cuatro leguas en otras, hasta la costa de la mar, es arena muerta, aunque hay pedazos de arena o tierra fija en algunas partes y a trechos. Entre estos arenales proveyó Dios hobiese valles anchos, unos más que otros, por los cuales corren ríos, mayores o menores, conforme a como tienen más cercana, o vienen de más adentro de la sierra su nascimiento; la tierra de todos estos valles es de buen migajón, la cual regada con las acequias que los naturales tienen sacadas para regarlos, es abundantísima de todo género de comidas, así suya como nuestra; cógese mucho maíz, trigo, cebada, fríjoles, pepinos, etc.; tienen muchas huertas, con mucho membrillo, manzana, camuesa, naranjas, limas, olivos que llevan mucha y muy buena aceituna, la grande mejor que la de Córdoba, porque tiene más que comer; en muchos dellos se da vino muy bueno, y la caña dulce se cría mucha y gruesa, por lo cual son cómodas para ingenios de azúcar, en muchos de los cuales los hay, como en su lugar diremos. Extiéndense estos Llanos que llamamos (aunque hay grandes médanos de arena) desde el puerto de Paita hasta el valle que dijimos de Copiapo por más de 700 leguas o poco menos, siguiendo la costa, sin que en ellas llueva; pero desde mayo comienzan unas garúas, llamadas así de los marineros, que duran hasta otubre; son unas nieblas espesas, que mojan un poco la tierra, mas no son poderosas a hacerla fructificar; son con todo eso necesarias para las sementeras, porque las defiende de cuando está en berza de los grandes calores del sol; con estas garúas en los cerros y médanos de arena se cría mucha yerba y flores olorosas, las cuales son admirable pasto para el ganado vacuno y yeguas; pero tiene un contrapeso grande, porque no falte a cada cosa su alguacil. Cuando éstas garúas son muchas críanse grande cantidad de ratones entre estas yerbas, y venido el verano, como se sequen y no tengan que comer, descienden ejércitos dellos a buscar comida a los valles, viñas y heredades, y cómense hasta las cáscaras de árboles; esta plaga es irremediable.

El aire que corre por estos arenales es Sur, algunas temporadas muy recio, y es cosa de ver que remolina en estos cerros de arena y levantando la arena la trasporta a otro lugar, y ha subcedido estar durmiendo en estos arenales, porque por ellos va el camino, el pasajero, y viniendo un remolino déstos caer sobre el pobre viandante y quedarse allí enterrado en la arena. Fuera de la abundancia que los valles tienen de mieses, son abundantes de árboles frutales, como son guayabas, paltas, plátanos, melones, ciruelas de la tierra y otras fructas, mucho algarrobal; con la fructa de los árboles engordan los ganados abundantísimamente, haciendo la carne muy sabrosa; pero hay en algunas partes unos algarrobos parrados por el suelo, que llevan una algarrobilla, la cual comida de los caballos o yeguas, luego dan con la crin y cerdas de la cola en el suelo, y porque en el valle de Santa hay más que en otros valles, se llama la algarrobilla de Santa, de donde, cuando algún hombre por enfermedad se pela, le dicen haber comido la algarrobilla de Santa. El rey desta tierra, a quien comúnmente llamamos el Inga, para que en estos arenales no se perdiesen los caminantes y se atinase con el camino, tenía puestas de trecho a trecho unas vigas grandes hincadas muy adentro en el arena, por las cuales se gobernaban los pasajeros. Ya esto se ha perdido por el descuido de los corregidores de los distritos, por lo cual es necesaria guía.

Entrando en el valle, por una parte y por otra iba el camino Real entre dos paredes a manera de tapias hechas de barro de mampuesto, de un estado en alto, derecho como una vira, porque los caminantes no entrasen a hacer daño a las sementeras, ni cogiesen una mazorca de maíz ni una guayaba, so pena de la vida, que luego se ejecutaba.

Estas paredes están por muchas partes ya derribadas, y los caminos no en pocas partes van por detrás de las paredes; en tiempo del Inga no se consintiera. Por los arenales ya dijimos no se puede caminar sin guía, y lo más del año se ha de caminar de noche, por los grandes calores del sol; los guías indios son tan diestros en no perder el camino, de día ni de noche, que parece cosa no creedera.

Lo que llamamos y es sierra son unos cerros muy altos, muchos de los cuales, por su altura, aunque están en la misma linea equinoctial, como es Quito y mucha parte de aquel distrito, y desde allí a Potosí, que son 600 leguas incluidas entre el trópico de Capricornio, porque Potosí está en veinte grados, es muy frío siempre y no pocas las sierras llenas de nieve todo el año, y otros por el frío inhabitables; lo cual los antiguos filósofos tuvieron por inhabitable respecto del mucho calar por andar el sol estre estos dos trópicos, de Canero a la parte del Norte y de Capricornio a la parte del Sur, veinte e dos grados y medio apartado cada uno de la línea.

En esta sierra hay muchas y muy grandes poblaciones en valles que hay, y en llanos muy espaciosos, como son los del Collao; corre esta cordillera comúnmente de 17 a 20 leguas de la mar, y lo bueno deste Perú es esta tierra que dista de la cordillera a la mar, y aun de Chile, como en su lugar diremos.





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