La wiphala en el Vaticano
Lupe Cajías, El Deber
En el mes de Navidad, el papa Francisco concelebró la ‘misa criolla’ en honor a la Virgen de Guadalupe, la patrona del continente moreno, en la Basílica de San Pedro, en el centro del Vaticano, y la única enseña que acompañó a los miles de asistentes fue una bandera triangulada que se ha popularizado como la representación de los pueblos indígenas precolombinos, la wiphala.
Varios historiadores sostienen la tesis de que ese símbolo es parte de la construcción del imaginario indigenista adaptado recién en los años 70 del siglo XX y su forma ajedrezada está más relacionada con las banderolas renacentistas que con los tejidos andinos. Pese a ello, en todo el mundo se reconoce a la wiphala multicolor como parte de la resistencia contra el coloniaje.
Sobre todo, desde la ascensión de Evo Morales Ayma a la Presidencia de Bolivia muchos grupos rebeldes se apropiaron de la wiphala en sus protestas en Buenos Aires, San Pablo o Guatemala. La wiphala es símbolo consagrado en la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional y flamea al lado de la tricolor. Los uniformes de policías y militares la lucen y se impuso en plazas y balcones.
Lo curioso es que ninguna otra bandera latinoamericana estaba presente en el altar de San Pedro; al menos, así lo reflejó la transmisión televisiva. Casi 800 sacerdotes de la América española y portuguesa acompañaron al papa argentino y los miles de asistentes eran diplomáticos o migrantes de esta región.
La Guadalupana, cuya fiesta se celebra el 12 de diciembre, es la bella imagen morocha y la historia pionera de la relación compleja, contradictoria y a la vez fecunda de los aztecas, mayas o incas con la religión católica. La Virgen marcó el rostro más bondadoso de la colonización, protectora de bandidos y de revolucionarios. Muchos lloraban mientras sonaba el carnavalito cochabambino antes de la comunión, o el pampeano Hossana y el famoso Santus de la misa criolla que representó hace medio siglo el momento supremo del folclore criollo.
Casi todos los rostros de los feligreses tenían las huellas del mestizaje, igual que el colorido de las prendas y el rizado de los cabellos. El papa Francisco asegura cada momento la fuerza de Latinoamérica como reserva espiritual y religiosa y amplía su crítica a la Iglesia rígida, mentirosa y falsamente púdica.
No será imposible verlo dentro de algunos meses en calles bolivianas, casi tres décadas después de que el embajador boliviano ante el Vaticano, Huáscar Cajías, trajera a Juan Pablo II para alegría de todo el pueblo católico y las wiphalas
Varios historiadores sostienen la tesis de que ese símbolo es parte de la construcción del imaginario indigenista adaptado recién en los años 70 del siglo XX y su forma ajedrezada está más relacionada con las banderolas renacentistas que con los tejidos andinos. Pese a ello, en todo el mundo se reconoce a la wiphala multicolor como parte de la resistencia contra el coloniaje.
Sobre todo, desde la ascensión de Evo Morales Ayma a la Presidencia de Bolivia muchos grupos rebeldes se apropiaron de la wiphala en sus protestas en Buenos Aires, San Pablo o Guatemala. La wiphala es símbolo consagrado en la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional y flamea al lado de la tricolor. Los uniformes de policías y militares la lucen y se impuso en plazas y balcones.
Lo curioso es que ninguna otra bandera latinoamericana estaba presente en el altar de San Pedro; al menos, así lo reflejó la transmisión televisiva. Casi 800 sacerdotes de la América española y portuguesa acompañaron al papa argentino y los miles de asistentes eran diplomáticos o migrantes de esta región.
La Guadalupana, cuya fiesta se celebra el 12 de diciembre, es la bella imagen morocha y la historia pionera de la relación compleja, contradictoria y a la vez fecunda de los aztecas, mayas o incas con la religión católica. La Virgen marcó el rostro más bondadoso de la colonización, protectora de bandidos y de revolucionarios. Muchos lloraban mientras sonaba el carnavalito cochabambino antes de la comunión, o el pampeano Hossana y el famoso Santus de la misa criolla que representó hace medio siglo el momento supremo del folclore criollo.
Casi todos los rostros de los feligreses tenían las huellas del mestizaje, igual que el colorido de las prendas y el rizado de los cabellos. El papa Francisco asegura cada momento la fuerza de Latinoamérica como reserva espiritual y religiosa y amplía su crítica a la Iglesia rígida, mentirosa y falsamente púdica.
No será imposible verlo dentro de algunos meses en calles bolivianas, casi tres décadas después de que el embajador boliviano ante el Vaticano, Huáscar Cajías, trajera a Juan Pablo II para alegría de todo el pueblo católico y las wiphalas
http://www.eldeber.com.bo/opinion/wiphala-vaticano.html
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