Después de meses de trabajo de las comisiones bilaterales, iniciado en diciembre, se llevó a cabo el Gabinete Binacional y el encuentro presidencial Bolivia-Perú en Puno. La cita produjo un documento de 36 puntos y siete convenios firmados, los cuales involucran un plan de cerca de 90 acciones acordadas, en un inédito acercamiento plasmado en la Declaración de Isla Esteves. Una semana después, Bolivia y Paraguay firmaron una declaración conjunta de 30 puntos con un plan de acción de 14 compromisos.
Es difícil imaginar que cualquiera de estos dos acercamientos bilaterales hubiese podido suceder años atrás en el gobierno de Evo Morales. Esto demuestra un giro de timón en la diplomacia boliviana, hace poco reacia a una relación fluida con sus vecinos que sostenían modelos económicos disímiles al boliviano. Hay que recordar que tras el golpe al mandatario exsacerdote y sociólogo Fernando Lugo en Paraguay, Bolivia rompió relaciones con ese país. El hoy electo Horacio Cartes está muy lejos del discurso de Evo Morales.
Con el presidente peruano, Ollanta Humala, sucedía algo similar, que ya se arrastraba desde la gestión de Alan García, por la firma del Perú de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos (implementado en 2009) y su adhesión a la liberal Alianza del Pacífico. La relación no era de las mejores. Esto demuestra, en palabras de la internacionalista Karen Longaric, que Bolivia “ha comprendido que la integración está más allá de las cuestiones ideológicas”.
En el caso del acercamiento con Perú, éste fue calificado de “histórico” porque nunca se había abordado una agenda con decenas de técnicos de ambos países, encarando con más o menos entusiasmo (dependiendo del tema) cada aspecto de interés común de la relación bilateral. Con Paraguay, si bien no hubo una confrontación verbal (salvo en tiempos del golpe a Lugo), tampoco se conoce de un diálogo fluido, por lo que la firma del “Comunicado Conjunto de los Presidentes de la República del Paraguay y del Estado Plurinacional de Bolivia” el 29 de junio, cobra mayor significación.
“Se está viendo una mayor apertura en las relaciones internacionales de Bolivia, se quiere volver a tener un relacionamiento fluido con los vecinos, ya no estamos pensando que la región está dividida en dos de acuerdo con la ideología. Esto va a ser muy fructífero para Bolivia”, interpreta el internacionalista Daniel Agramont.
En efecto, el giro parece darlo Bolivia, que ocupaba algunos de sus esfuerzos en fortalecer la plataforma política de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), al menos esto se puede concluir de la opinión de Agramont, que atribuye el cambio a una apertura de la diplomacia nacional: “Creo que ya pasó este rompimiento que tenía que darse en la región. Bolivia es el principal exponente en esto. Ya no estamos entendiendo: ‘eres de izquierda o eres de derecha y no nos relacionamos’. Ya pasó esa etapa en que se veía si se sumaban o no al eje del Alba”.
VECINDAD. Para Longaric, es importante y “hasta cierto punto elemental” que Bolivia mantenga relaciones de respeto y buena vecindad con los países fronterizos. “Esa relación debe trascender a lo ideológico y a los intereses que se generan de un modelo de mercado que cada país elige de forma soberana, por eso las declaraciones firmadas tanto con Perú como con Paraguay recogen temas de interés mutuo y adoptan políticas de apoyo recíproco para la concreción de los objetivos comunes como países vecinos”, señala.
Tanto la analista como Agramont, leen esta desideologización de las relaciones bajo un signo positivo, para este último, el acercamiento con el Perú ha sido “un golazo de la diplomacia del canciller Choquehuanca”. El distanciamiento con Perú, como se dijo, comenzó con el TLC que ese país firmó con Estados Unidos. Esto devino en un rompimiento con la Comunidad Andina de Naciones y el modelo con que Bolivia y Venezuela pensaron que iban a ganar adeptos, es decir el Alba.
“Ha sido un rompimiento que creo tenía que darse, hoy vemos un nuevo escenario de relacionamiento. El eje del Alba entendió que llegó hasta donde llegó, lo que no significa que no podamos llevarnos bien con el Perú mientras siga aplicando el liberalismo en su economía. Podemos seguir teniendo gabinetes binacionales y acuerdos para varios temas. Eso ya no va a afectar y distanciarnos”, dice el analista internacional.
Sobre la misma lógica, Longaric insiste en que el Alba “no es un proceso de integración, sino un proceso de carácter político” entre países de similar línea ideológica. “Bolivia sabe que requiere consolidar su posición en los procesos de integración, por eso es que en la declaración con el Paraguay pone énfasis, por ejemplo, en el tema de la integración cuando se refiere al Mercosur, a la integración a través de las hidrovías, la Celac, etcétera. Bolivia es consciente de que debe fortalecer su presencia en los procesos de integración, los cuales están más allá de la cuestión ideológica”.
Queda claro, al menos por las señales dadas desde Lima, que Perú (con o sin Humala) no va a cambiar su modelo económico vinculado al libre mercado, por lo que sostener una posición cerrada respecto de las relaciones con este país solo retrasaría una agenda bilateral urgente, eso es lo que parece entender el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia. Aún más, un escenario post La Haya con malas relaciones con el Perú sería indeseable.
En cambio, sobre la relación con Paraguay se escucha poco en los medios desde hace varios lustros. No es algo que interese a los medios de comunicación, sin embargo, el compartir una frontera hace que existan tareas que deben ser completadas con la cooperación de ambas partes.
ISLA ESTEVES. Durante el gobierno de Alan García, el intercambio de declaraciones de ambos lados llegó incluso a los insultos. En julio de 2008, a raíz de una declaración de Morales en sentido de que Estados Unidos estaría instalando una base militar en Perú, el Mandatario incaico llamó a consultas a su embajador en Bolivia para “revisar” la relación; Alan García acusó a Evo de fomentar la división interna en Perú y lo mandó a callar o “asumir las consecuencias”; Morales respondió enseguida calificando al Jefe de Estado peruano de “soberbio” y “antidemocrático”. Con todo, cuando García estaba de salida, en 2010, hubo un encuentro presidencial que derivó en la firma del Protocolo Complementario y Ampliatorio a los Convenios de Ilo que tienen el objetivo de poner en vigencia el Convenio de Amistad, Cooperación e Integración Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz (1992).
La reunión de 2010 no es desde ningún punto de vista comparable con lo sucedido en Isla Esteves, dice Agramont. “El gabinete binacional es de otra magnitud, no ha sido una reunión cualquiera. Bolivia y Perú vuelven a la senda de ser países hermanos. Aunque estamos con modelos diferentes ha bajado el nivel de conflictividad que incluso llegó a insultos. Ahora hay acuerdos concretos.”
La Declaración de Isla Esteves tiene 34 puntos. Los cuatro primeros responden más bien a una forma retórica que explica qué ha llevado a los mandatarios al momento de esa firma. Así, se habla del lazo histórico que une a los dos países, de los desafíos del futuro en beneficio de los dos “pueblos”, para concluir en el convencimiento de que el formato de los gabinetes binacionales es lo más apropiado para la ejecución de la agenda trazada.
En realidad, el modelo de los gabinetes binacionales viene de la experiencia peruana, pues el Perú tiene ese mecanismo tanto con Ecuador como con Colombia. Esto puede constituir un aprendizaje para las relaciones bilaterales de Bolivia, si bien el país cuenta con otros mecanismos de relacionamiento que están en funcionamiento todo el tiempo.
Siguiendo con la declaración, desde el punto 5 se abordan las tareas concretas. Así, sobre el lago Titicaca, se expresa un “firme compromiso” de poner en práctica todas las medidas que estén al alcance, con el fin de restablecer sus capacidades ambientales. Para ello se crea una comisión binacional para que en 90 días se definan los lineamientos y acciones para tal efecto.
En este mismo sentido se establece que se fortalecerá a la Autoridad Binacional Autónoma del lago Titicaca (ALT). Otros temas del sistema hídrico compartido son mencionados en ese mismo sentido, hasta el punto 10.
Del 11 al 15 se abordan temas de seguridad con el compromiso de asumir tareas para la lucha contra el narcotráfico, contrabando y la trata de personas. El punto 15 hace de bisagra para pasar de los temas de seguridad a los sociales, como los vinculados a la lucha contra la pobreza, la salud, los derechos laborales, la educación, la cultura. Esto se lee hasta el punto 20 con excepción del 18 que, un tanto aislado en el lugar que ocupa, habla de la integración económica y acceso mutuo a ambos mercados. Posiblemente ese punto 18 debió estar al lado del 21 y los que le siguen, los cuales hablan de la integración hidrocarburífera, “incluyendo exportación de GLP y gas natural al sur del Perú”, la indicación por parte del Perú de estudiar el proyecto ferroviario central boliviano, el corredor vial central, entre otros. Todo esto hasta el punto 24.
Del punto 25 al 26 se ve el tema portuario de Bolivia en Ilo, reiterando la importancia de su implementación (hoy este convenio se halla en el Congreso peruano esperando su aprobación). Se ratifica la voluntad de abrir una agencia aduanera boliviana en la ciudad de Ilo.
Luego viene lo que se llama “otros temas de interés”. Un punto importante es el 28, que resulta en el compromiso de fortalecer la Comunidad Andina y enfrentar su reingeniería; se saluda la integración mediante la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El punto 32 sirve al Perú para expresar su comprensión y solidaridad con la “situación de mediterraneidad” de Bolivia. El 34 se dedica al anuncio del hallazgo arqueológico de dos soldados bolivianos muertos en la batalla del Alto de la Alianza (1880) y se siguen con puntos protocolares. En conclusión, se puede decir que se abre la agenda bilateral posiblemente más completa con el Perú.
BOLIVIA-PARAGUAY. Una semana después de Isla Esteves, en Asunción, los presidentes de Bolivia y Paraguay firmaron un comunicado conjunto. Este versa sobre temas esencialmente fronterizos y comprende 30 puntos. Si en el documento con Perú se mencionaba la Batalla del Alto de la Alianza, acá se menciona el alto el fuego del 14 de junio de 1935, que puso fin a las hostilidades de hecho de la Guerra del Chaco, si bien la guerra continuó en derecho por unos años más hasta que se firmó la paz definitiva.
Se destaca la importancia de una alianza que impulse acciones para “ampliar y diversificar el intercambio comercial”; coordinar políticas que prioricen la producción de bienes con valor agregado; optimizar el tránsito de mercadería por la hidrovía Paraguay-Paraná. El punto cuatro es una reafirmación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar y un llamado a su cumplimiento.
Se resalta el acuerdo de intenciones para que Bolivia venda gas al Paraguay, así como se señala que se estudiará la interconexión para una integración energética (vinculada a la electricidad) entre ambos países. Ambas naciones además se comprometen a desarrollar infraestructura para conectarse (corredores carreteros y ferroviarios que sean parte de vías bioceánicas).
Se coincide en seguir promocionando los derechos de los pueblos indígenas. Se reitera la necesidad de reactivar el plan binacional en materia de seguridad y lucha contra el crimen transnacional, además de otras medidas de asistencia conjunta para luchar contra el narcotráfico y otros delitos.
Como un punto especial, los dos países acuerdan apoyarse mutuamente en sus respectivas candidaturas a ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En el caso de Bolivia, su postulación para la gestión 2017-2018 (hay voces enteradas que señalan que Bolivia ya tendría el consenso regional para asumir un papel en el Consejo de Seguridad esa gestión; este punto del comunicado conjunto ratificaría como cierta esa pretensión boliviana); Bolivia a su vez apoyará la candidatura paraguaya para el periodo 2028-2029.
El acuerdo con Paraguay también facilitará el ingreso de Bolivia al Mercado Común del Sur (Mercosur): el miércoles 1 de julio, el diario paraguayo ABC informó que el Gobierno de ese país “acordó finalmente firmar el próximo 17 de julio en Brasil, durante la reunión de jefes de Estado del Mercosur, el protocolo de adhesión del país andino al bloque”; con esto, solo falta que el congreso de Brasil ratifique el ingreso boliviano al organismo internacional.
La casi sincronía de la firma de dos declaraciones conjuntas con dos países que no son afines al modelo económico boliviano, acaso sea el inicio de un patrón de comportamiento de la diplomacia boliviana en un nuevo escenario de relacionamiento; habrá que esperar y observar qué sucede con Estados Unidos. El año pasado, Bolivia daba la primera señal para la restitución de las embajadas (dentro del marco de la dignidad y la soberanía) solicitando una reunión presidencial con ese país. Estados Unidos respondió favorablemente enviando una delegación al acto de posesión de Evo Morales en enero, sin embargo no se supo más. Habrá que esperar para ver si esta desideologización llega al punto de restablecer embajadas con el país con el que más se ha subido el volumen de las declaraciones.